Artifex cuarta época - Asociación Cultural Xatafi
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Carlos Martínez Córdoba<br />
40<br />
El hombre de la basura<br />
todo el pueblo... No creía haber cargado con tal cantidad de cosas, y para<br />
una que necesitaba y estaba segura de haber llevado, no aparecía.<br />
Tal vez pudiera comprar una en alguna tienda, o, mejor, el fi n de<br />
semana podía volver a su casa y regresar con todo cuanto necesitara; la<br />
radio, y hacerse con un televisor pequeño.<br />
Alicia se dirigió a la cocina. Abrió una de las latas de atún que su<br />
madre había empaquetado y la volcó sobre una rebanada de pan integral.<br />
El aceite salpicó en el plato y en su ropa. Alicia maldijo y cubrió el<br />
atún con otra rebanada de pan.<br />
Le hubiera apetecido una cerveza, y eso que la cerveza nunca le<br />
había entusiasmado. Tampoco había vuelto a probar el alcohol desde lo<br />
de Rafa, por las pastillas. Ahora ya le habían retirado los antidepresivos;<br />
sin embargo, a veces necesitaba algún sedante por las noches, aunque<br />
se había propuesto no utilizarlos en el pueblo.<br />
Miró el triste bocadillo de atún. Tenía que empezar a comer bien;<br />
tenía que comprar algo de verdura fresca, y fruta. Su madre se había<br />
empeñado en hacerle cargar con carne y guisos ya preparados, sólo para<br />
calentar, pero Alicia estaba algo desganada y no se sentía capaz de dar<br />
cuenta de ese tipo de comidas.<br />
Con el bocadillo en un plato, se dirigió al comedor. De las pequeñas<br />
columnas de libros alzadas al lado de la pared (en algún momento<br />
tendría que colocarlos) escogió Los cuentos de la selva, de Horacio Quiroga,<br />
que sobresalía entre dos volúmenes de poesía. Era uno de los que<br />
había llevado para utilizar con los niños.<br />
Se sentó a la mesa y abrió el libro. Dio el primer mordisco al bocadillo<br />
y el aceite goteó sobre el plato.<br />
A Alicia le bastaron unas pocas líneas para darse cuenta de que<br />
no entendía nada. El libro parecía estar escrito en otro idioma, en un<br />
idioma inexistente; y es que todavía tenía en la mente el refl ejo de los<br />
niños en la ventana.<br />
Durante el resto del día, las clases habían transcurrido con relativa<br />
normalidad, pero sólo relativa. Alicia, tal vez dominada por su<br />
propia sugestión, había empezado a mostrarse ridículamente vigilante.<br />
Sobre todo por la tarde, tuvo la impresión de que, cada vez que desviaba<br />
la mirada de sus alumnos, éstos hacían mucho más que cuchichear