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Kasbah nº 23 - Ministerio de Educación

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dita! Lo siento). Y convertido en un resentido social (como yo,<br />

y como Cervantes), y sin valor para pegarle fuego al mundo<br />

(como yo, y como Cervantes, y como tantos otros), se le ocurre<br />

vengarse poniendo <strong>de</strong> manifiesto todas las contradicciones<br />

<strong>de</strong> la sociedad dominante. Pero la sociedad no permite que<br />

nadie le saque los colores. Quizás se lo pasa por alto al tonto<br />

<strong>de</strong>l pueblo, o al bufón (Leo Bassi), o al loco. Por eso Cervantes<br />

da a Alonso Quijano una mano <strong>de</strong> barniz <strong>de</strong> locura, muy ligera,<br />

suficiente para que los romos no se <strong>de</strong>n cuenta, pero tan<br />

sutil que las personas agudas comprendan al primer vistazo.<br />

¡Lástima que hoy la avalancha <strong>de</strong> los romos sepulte en la miseria<br />

a los pocos agudos que quedan! Esos brochazos son el ataque<br />

a los molinos, y a los rebaños, y a los yangüeses, y hasta<br />

el <strong>de</strong>safío al león. En total, cuatro o seis episodios sin importancia,<br />

o casi sin importancia, en los que Don Quijote recibe<br />

el castigo que merece su estupi<strong>de</strong>z (aparente, ¿eh?, para que no<br />

se note lo que hay <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l barniz), y los estúpidos <strong>de</strong> todas<br />

las eda<strong>de</strong>s compren<strong>de</strong>n así que no es conveniente hacer locuras,<br />

que se va mucho mejor por el camino recto, el marcado<br />

por nuestros próceres. Sin ese manto <strong>de</strong> locura, hasta la Santa<br />

Inquisición habría sido capaz <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r el verda<strong>de</strong>ro sentido<br />

<strong>de</strong> la obra, y Don Miguel habría corrido el riesgo <strong>de</strong> dar<br />

con sus huesos en las mazmorras <strong>de</strong> las que no se sale.<br />

Perdona, respetable lector, el arrebato <strong>de</strong> cólera que se trasluce<br />

en el párrafo anterior. Sé que son más los agudos que los<br />

romos, pero parece que los romos gritan más que los agudos.<br />

¿Cómo, si no, se explica que El Quijote sea más conocido por<br />

la locura y estupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> sus héroes que por las máximas y juicios<br />

que en él se contienen? Recor<strong>de</strong>mos algunos y verás cuánta<br />

alabanza merecen:<br />

— “... sé <strong>de</strong>cir a vuestra merced que como yo tuviese bien<br />

<strong>de</strong> comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas<br />

como sentado a par <strong>de</strong> un emperador. Y aun, si va a <strong>de</strong>cir verdad,<br />

mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin<br />

melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos<br />

<strong>de</strong> otras mesas don<strong>de</strong> me sea forzoso mascar <strong>de</strong>spacio,<br />

beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me<br />

viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad<br />

traen consigo”, dice Sancho cuando rechaza el honor que le<br />

hace su amo al sentarlo a su mesa con los cabreros (I, XI).<br />

— “… me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y<br />

naturaleza hizo libres”, dice Don Quijote refiriéndose a los<br />

galeotes (I, XXII).<br />

— “Los hijos, señor, son pedazos <strong>de</strong> las entrañas <strong>de</strong> sus<br />

padres, y, así, se han <strong>de</strong> querer, o buenos o malos que sean,<br />

como se quieren las almas que nos dan vida. A los padres toca<br />

el encaminarlos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> pequeños por los pasos <strong>de</strong> la virtud, <strong>de</strong><br />

la buena crianza y <strong>de</strong> las buenas y cristianas costumbres, para<br />

que cuando gran<strong>de</strong>s sean báculo <strong>de</strong> la vejez <strong>de</strong> sus padres y<br />

gloria <strong>de</strong> su posteridad; y en lo <strong>de</strong> forzarles que estudien esta<br />

o aquella ciencia, no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles<br />

no será dañoso, y cuando no se ha <strong>de</strong> estudiar para pane<br />

lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dio el cielo<br />

padres que se lo <strong>de</strong>jen, sería yo <strong>de</strong> parecer que le <strong>de</strong>jen seguir<br />

aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y aunque la <strong>de</strong><br />

la poesía es menos útil que <strong>de</strong>leitable, no es <strong>de</strong> aquellas que<br />

suelen <strong>de</strong>shonrar a quien las posee”, respon<strong>de</strong> Don Quijote al<br />

hidalgo, respecto <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> los hijos al elegir sus estu-<br />

<strong>Kasbah</strong> IEES Severo Ochoa Nº <strong>23</strong><br />

dios (II, XVI).<br />

— “La libertad, Sancho, es uno <strong>de</strong> los más preciosos dones<br />

que a los hombres dieron los cielos; con ella no pue<strong>de</strong>n igualarse<br />

los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la<br />

libertad así como por la honra se pue<strong>de</strong> y <strong>de</strong>be aventurar la<br />

vida” (II, LVIII).<br />

También hemos <strong>de</strong> achacar al griterío <strong>de</strong> los romos el olvido<br />

en que han caído el resto <strong>de</strong> personajes y sus historias.<br />

Porque ¿quién, que lo haya leído, pue<strong>de</strong> no citar a Marcela y<br />

su reivindicación feminista, resumida en el grito “Yo nací libre”<br />

(I, XIV)? ¿Quién pue<strong>de</strong> olvidar la amistad <strong>de</strong> Anselmo y Lotario,<br />

y cómo <strong>de</strong> su abuso se <strong>de</strong>riva la <strong>de</strong>sgracia (I, XXXIII)? ¿Y qué<br />

<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Ricote el morisco, vecino que fue <strong>de</strong> Sancho, <strong>de</strong> cuyo<br />

encuentro se vale el narrador para poner <strong>de</strong> manifiesto la injusticia<br />

cometida por los <strong>de</strong>cretos reales que, entre 1609 y 1613,<br />

expulsaron a unos 300.000 españoles moriscos <strong>de</strong> las tierras<br />

que los vieron nacer (II, LIV)?<br />

Sufrido lector, perdona lo prolijo <strong>de</strong> los ejemplos, pero<br />

muchos más te daría si no fuera por lo limitado <strong>de</strong>l espacio.<br />

Sirvan, en todo caso, para que le pierdas el miedo a libro tan<br />

solemne y te acerques a él con espíritu abierto, libremente,<br />

dueño y señor <strong>de</strong> tu propio juicio, como te pi<strong>de</strong> Cervantes en<br />

su prólogo.<br />

Solo me queda repetirte la advertencia inicial, aunque dada<br />

la vuelta: si lees El Quijote, no creas que por eso eres más que<br />

tu vecino, pero seguro que te habrás divertido un rato; y hasta<br />

pudiera ser que te haya hecho pensar, que para estos tiempos<br />

que corren no es moco <strong>de</strong> pavo. Que lo goces con salud.<br />

Vale.<br />

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