Kasbah nº 23 - Ministerio de Educación
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“Necesitamos soluciones”. Si<br />
tuviéramos que elegir una frase que<br />
pudiera resumir los últimos años que ha<br />
vivido nuestra sociedad no necesitaríamos<br />
más que esas dos palabras. Aunque<br />
a <strong>de</strong>cir verdad, nunca una proposición<br />
tan simple había llegado a <strong>de</strong>sgastarse<br />
tanto, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> la rama<br />
i<strong>de</strong>ológica a la que perteneciera el sujeto<br />
que la dijera. Y es en eso en lo que<br />
resi<strong>de</strong> actualmente la manera que tiene<br />
el mundo <strong>de</strong> ver la política. No es fácil<br />
hallar las diferencias entre los discursos<br />
<strong>de</strong> unos y <strong>de</strong> otros, aunque nuestras<br />
en<strong>de</strong>bles mentes se han ido amoldando<br />
<strong>de</strong> tal manera que ya ni siquiera nos<br />
interesa saber quién pronuncia esas<br />
palabras casi propagandísticas. Ahora<br />
sencillamente prima la forma sobre el<br />
contenido.<br />
Pero sería muy poco original tratar <strong>de</strong><br />
analizar la conducta o la manera <strong>de</strong><br />
pensar <strong>de</strong> todos aquellos políticos que,<br />
en el afán <strong>de</strong> pregonar sus i<strong>de</strong>as por<br />
doquier, ofrecen al público un mensaje<br />
que parece diseñado siempre por el<br />
mismo artífice. El mismo discurso para<br />
todos, cambiando términos clave que<br />
consiguen esclarecer cuál es realmente<br />
su postura i<strong>de</strong>ológica, o contra quienes<br />
están. Y al igual que lo propuesto en el<br />
ensayo <strong>de</strong> A<strong>de</strong>la Cortina, se acaban<br />
cambiando las buenas intenciones por<br />
una triste ley <strong>de</strong> la oferta y la <strong>de</strong>manda<br />
aplicada a una política para borregos<br />
cuyo único fin es captar a<strong>de</strong>ptos.<br />
Y en este marco social es don<strong>de</strong> realmente<br />
se pue<strong>de</strong>n diferenciar las actitu<strong>de</strong>s<br />
alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> lo que algunos llaman<br />
política. Normalmente se intenta discriminar<br />
a una población en función <strong>de</strong> si<br />
sus componentes son <strong>de</strong> izquierdas o<br />
<strong>de</strong>rechas, pobres o ricos, opresores u<br />
oprimidos. Yo creo que la verda<strong>de</strong>ra<br />
clasificación <strong>de</strong> las personas a día <strong>de</strong><br />
hoy va mucho más allá y mete en el<br />
mismo saco tanto a unos como a otros.<br />
En primer lugar, podríamos referirnos<br />
al colectivo que hoy en día está en el<br />
punto <strong>de</strong> mira <strong>de</strong> medios <strong>de</strong> comunicación,<br />
tertulias televisivas y charlas <strong>de</strong><br />
café: los “indignados”. Des<strong>de</strong> la<br />
Revolución Francesa (otrora un símbolo<br />
<strong>de</strong> libertad y lucha por la <strong>de</strong>mocracia),<br />
los que se han sentido agobiados por el<br />
yugo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r han salido a las calles a<br />
manifestar su <strong>de</strong>scontento con el sistema.<br />
El socialismo <strong>de</strong> Marx, que proponía<br />
la revolución como medio <strong>de</strong> lucha<br />
contra la alienación que consumía el<br />
alma y la capacidad <strong>de</strong> razonar <strong>de</strong> los<br />
trabajadores, no hizo más que acrecentar<br />
la necesidad <strong>de</strong> cambio y hacer bullir<br />
al luchador que cada obrero llevaba<br />
<strong>de</strong>ntro. Otro tanto hicieron las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong><br />
pensadores como Proudhon o Bakunin,<br />
que por muy parecidas que fueran, solo<br />
conseguían dividir a una clase social<br />
<strong>de</strong>macrada por la opresión y la injusticia<br />
laboral. Por otra parte, no solo la extrema<br />
izquierda o las posturas libertarias<br />
han marcado la historia <strong>de</strong> la lucha por<br />
el cambio. Este fenómeno también se ha<br />
dado en la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l espectro político,<br />
y eso se <strong>de</strong>ja ver en la ingente cantidad<br />
<strong>de</strong> golpes <strong>de</strong> estado que han tenido<br />
lugar encabezados por lí<strong>de</strong>res canónicos<br />
e i<strong>de</strong>ales que prometían una patria<br />
unida y libre. A pesar <strong>de</strong> todo, sin<br />
importar la i<strong>de</strong>ología política, los extremos<br />
siempre han <strong>de</strong>sembocado en<br />
gobiernos <strong>de</strong> sátrapas caracterizados por<br />
la sangre y por la exaltación <strong>de</strong> los sentimientos<br />
<strong>de</strong>l otro polo.<br />
La herencia que tenemos <strong>de</strong> estas tradiciones<br />
casi seculares <strong>de</strong> lucha y venganza<br />
no tiene nada que ver con lo que<br />
ocurría hace solo cincuenta años, cuando<br />
comunistas y capitalistas se disputaban<br />
el mundo cual tablero <strong>de</strong> Risk. La<br />
era digital ha convertido a los “indignados”<br />
en un grupo en<strong>de</strong>ble y prácticamente<br />
sin capacidad crítica ni ambiciones.<br />
Están movidos por las re<strong>de</strong>s sociales<br />
y por falsos ídolos que no predican con<br />
el ejemplo que pregonan, por ór<strong>de</strong>nes<br />
<strong>de</strong> billeteras más po<strong>de</strong>rosas que sus<br />
voces. No saben realmente cómo funciona<br />
el sistema o qué podrían hacer<br />
para cambiarlo, pero está <strong>de</strong> moda ser<br />
diferente. El mejor ejemplo, el 15M. Sus<br />
infinitas protestas tanto en las calles<br />
como en los medios <strong>de</strong> comunicación<br />
han caído en saco roto por un simple<br />
motivo: no tenían ni i<strong>de</strong>a. ¿Pero qué se<br />
pue<strong>de</strong> esperar <strong>de</strong> un grupo <strong>de</strong> jóvenes<br />
que salen a acampar en las plazas armados<br />
<strong>de</strong> teléfonos <strong>de</strong> última generación y<br />
cuya rabia interior no les permite ver la<br />
magnitud <strong>de</strong> sus acciones? Tal vez<br />
supieran que la solución pasaba por<br />
rebelarse, pero eso les impidió ver que<br />
para cambiar hacen falta i<strong>de</strong>as y no es<br />
suficiente i<strong>de</strong>ntificar al enemigo. Gran<br />
parte <strong>de</strong> la población les preguntó: ¿Y<br />
<strong>de</strong>spués qué? Ellos tampoco lo sabían, y<br />
por ello ahora estamos igual o peor que<br />
cuando empezó todo.<br />
Otro problema <strong>de</strong> este gran colectivo<br />
es la ausencia <strong>de</strong> lí<strong>de</strong>res claros. O más<br />
bien la existencia <strong>de</strong> lí<strong>de</strong>res en la sombra.<br />
Pue<strong>de</strong> que su afán <strong>de</strong> cambio (in<strong>de</strong>pendientemente<br />
<strong>de</strong> su marca política),<br />
sea sincero, pero es más fuerte la rabia<br />
que sienten hacia el po<strong>de</strong>roso. Y todo<br />
este odio hacia el que tiene más po<strong>de</strong>r<br />
se <strong>de</strong>be a que esos falsos ídolos querrían<br />
estar don<strong>de</strong> los primeros. Como dije<br />
antes, los propósitos y los i<strong>de</strong>ales se<br />
<strong>de</strong>jan atrás cuando la sensación <strong>de</strong> control<br />
y superioridad hace su entrada. Y si<br />
no, ahí están los muertos <strong>de</strong> los gulags,<br />
<strong>de</strong> Auschwitz o <strong>de</strong> la Revolución<br />
Cultural china, a manos <strong>de</strong> quienes<br />
empezaron siendo humil<strong>de</strong>s trabajadores<br />
o campesinos.<br />
Por encima <strong>de</strong> ellos se encuentran los<br />
que mueven las fichas, los que cortan el<br />
pastel. Son el centro <strong>de</strong> todas las críticas,<br />
pero eso no merma en absoluto su<br />
capacidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión sobre el pueblo.<br />
En este grupo se podría incluir a cientos<br />
<strong>de</strong> profesionales <strong>de</strong> alto rango: políticos,<br />
banqueros, empresarios… Pero ahí se<br />
queda, en un número limitado <strong>de</strong> personas<br />
que posee la mayor parte <strong>de</strong>l capital<br />
que mueve la economía mundial. Es el<br />
más vivo ejemplo <strong>de</strong> oligarquía que se<br />
pue<strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el feudalismo o el sistema<br />
caciquil <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l siglo XX<br />
en España. Sus políticas traicionan completamente<br />
el i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> capitalismo que<br />
concibieron hace casi dos siglos pensadores<br />
y economistas como Adam Smith<br />
y Stuart Mill. Y es todavía más fácil si las<br />
mentes <strong>de</strong> quienes están gobernados por<br />
ellos son tan maleables que olvidan su<br />
inacabable lista <strong>de</strong> problemas para acabar<br />
boquiabiertos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un balón o<br />
el entretenimiento que corresponda al<br />
lugar y la época. Panem et circenses,<br />
habrían dicho los antiguos.<br />
En <strong>de</strong>finitiva, vivimos en un mundo<br />
movido por la rabia y el po<strong>de</strong>r. Los<br />
po<strong>de</strong>rosos imponen su ley y quienes no<br />
intentan luchar contra ellos para ponerse<br />
en su lugar, simplemente siguen a<br />
quienes les convencen para arremeter<br />
contra su régimen. Mientras, otros prefieren<br />
sentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la “caja tonta”<br />
y esperar a que el cambio venga como<br />
dado por sus dioses. Ninguna <strong>de</strong> las tres<br />
vías sirve, y lo peor es que seguimos sin<br />
darnos cuenta. Vamos, que necesitamos<br />
soluciones.<br />
86 <strong>Kasbah</strong> IEES Severo Ochoa Nº <strong>23</strong>