10.05.2013 Views

Kasbah nº 23 - Ministerio de Educación

Kasbah nº 23 - Ministerio de Educación

Kasbah nº 23 - Ministerio de Educación

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Lema: No digas que fue un sueño<br />

Jaime Costa.1º Bachillerato <strong>de</strong>l Lycée Regnault<br />

E ra uno <strong>de</strong> esos silencios raros.<br />

Uno <strong>de</strong> esos silencios que <strong>de</strong> tanto<br />

silencio, uno quiere <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> oír. No se<br />

oía nada. Y allí estaba yo, bañado en la<br />

oscuridad <strong>de</strong>l vacío. La Tierra, sola<br />

como yo en la inmensidad <strong>de</strong>l espacio,<br />

parecía una joya, reluciente entre la<br />

dulzura <strong>de</strong> un visón negro. Compañera<br />

<strong>de</strong> viaje. En un momento se me nubló<br />

la pupila. Miraba esa canica casi irreal.<br />

Y me preguntaba si, en ese espacio tan<br />

perfecto y a la vez tan pequeño, habían<br />

podido vivir todos los hombres, todas<br />

las mujeres, que lucharon por su ambición,<br />

por sus i<strong>de</strong>as, por su libertad, por<br />

el po<strong>de</strong>r, por su orgullo, por esa Tierra<br />

que era su tierra, pero no solo eso, en el<br />

silencio <strong>de</strong>l universo.<br />

Y lloraba, no porque supiese que no<br />

iba a hollarla otra vez, no porque iba a<br />

morir lejos <strong>de</strong> toda cosa que algún día<br />

quise, sino porque supe que no era<br />

nada. Nada en medio <strong>de</strong> la nada.<br />

Lloraba porque esa bolita azul tampoco<br />

era gran cosa, porque mi vida allí<br />

no significó nada. Y ahora, con menos<br />

<strong>de</strong> un día <strong>de</strong> vida en ese féretro orbital,<br />

todavía menos.<br />

Y empecé a pensar que todo había<br />

sido un sueño, que yo había aparecido<br />

aquí, en esta cajita con un poco <strong>de</strong> aire,<br />

<strong>de</strong> la nada. Que todo había sido un<br />

sueño y que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco yo mismo<br />

volvería a ser un sueño en el espacio.<br />

¿Qué es un sueño? Nada. Y yo sería<br />

otro sueño más en este silencio.<br />

“No me digas que fue un sueño”, gritaba<br />

con una lágrima resbalando suavemente<br />

sobre mi mejilla.<br />

<strong>Kasbah</strong> IEES Severo Ochoa Nº <strong>23</strong><br />

Y lo peor era que sabía que nunca<br />

más volvería a saber si mi vida fue real<br />

o fue un sueño. Nunca más, porque flotando<br />

en la oscuridad, sin arriba ni<br />

abajo, con ese negro que absorbe la<br />

vista <strong>de</strong>l que la ve, no se pue<strong>de</strong> distinguir<br />

entre lo vivido y lo soñado. No se<br />

pue<strong>de</strong>n diferenciar porque no hay diferencia.<br />

Lo que había vivido no era más<br />

que un mero sueño, y lo que había<br />

soñado era tan real como lo que soñaba<br />

haber vivido. Yo mismo era un<br />

sueño, una persona encerrada en una<br />

caja <strong>de</strong> cristal, flotando en el espacio.<br />

Porque un sueño es eso, una i<strong>de</strong>a en<br />

una caja <strong>de</strong> cristal, que se <strong>de</strong>svanece<br />

cuando cada mañana hacemos añicos<br />

el vidrio que encierra el aire que necesita.<br />

“No digas que fue solo un sueño”,<br />

gritaba, aunque sabía que ninguna respuesta<br />

iba a romper el silencio que me<br />

absorbía. Pensaba en todas esas personas<br />

que había conocido, en todos los<br />

lugares que había visitado. En Helen,<br />

en ese viaje a California, cuando estábamos<br />

sentados mirando el sol zambullirse<br />

en el Pacífico, <strong>de</strong>sgarrando el azul<br />

<strong>de</strong>l cielo que sangraba naranja. No se<br />

oía nada pero podíamos oír nuestro<br />

silencio. Ahora ya no, nadie oía mi<br />

silencio tal como yo ya no podía oír el<br />

silencio <strong>de</strong> nadie. ¿Y dón<strong>de</strong> estaba<br />

ahora California, Helen, el sol? ¿En esa<br />

canica azul? No. Ya solo estaba en mi<br />

mente. Ya sólo eran un sueño más.<br />

Entonces cerré los ojos.<br />

Esta mañana, si se le pue<strong>de</strong> llamar<br />

así porque aquí no hay ni mañana ni<br />

tar<strong>de</strong>, ni nada más que una noche que<br />

lo es todo a la vez, me he puesto a<br />

escribir mis impresiones, mis sentimientos<br />

que aquí tenéis. No sé por qué,<br />

a lo mejor así tengo el Keeling <strong>de</strong> que<br />

soy algo más que un pobre astronauta<br />

perdido en el espacio. En todo caso,<br />

seguiré escribiendo hasta que ya no<br />

pueda. Así mi vida será algo más que<br />

un sueño.<br />

Mi primer recuerdo, o sueño, es el <strong>de</strong><br />

una mañana en el pueblo ucraniano en<br />

el que nací. Tenía tres o cuatro años y,<br />

medio muerto <strong>de</strong> frío, buscaba las primeras<br />

frambuesas <strong>de</strong> primavera en el<br />

bosque. Oí entonces un ruido rápido,<br />

muy fuerte. Después supe que era un<br />

tiro. Me tiré en la nieve y estuve así<br />

unos minutos, mientras se oían gritos y<br />

explosiones en el pueblo. Entonces,<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí, una voz cálida me dijo en<br />

mi lengua natal, “chico, levántate,<br />

hemos liberado tu pueblo”. Corría el<br />

año 1943 y mi madre había muerto,<br />

alcanzada por una bala perdida.<br />

Treinta años <strong>de</strong>spués, entraba por<br />

primera vez en órbita. Ese silencio que<br />

hoy me ensor<strong>de</strong>ce me llenó entonces<br />

<strong>de</strong> júbilo y alegría. ¡Qué orgullosa<br />

hubiese estado mi madre <strong>de</strong> mí! Al volver<br />

a la Tierra, me propusieron una<br />

misión “peligrosa y secreta”. Está llegando<br />

hoy a su fin, me queda poco oxígeno<br />

y me faltan fuerzas para escribir<br />

mucho más. Dudo que algún día<br />

alguien lea esta carta, o algún historiador<br />

<strong>de</strong>scubra en los archivos <strong>de</strong>l<br />

Kremlin la existencia <strong>de</strong> esta misión<br />

fallida. A lo mejor todo es un sueño: yo,<br />

tú, la Tierra…<br />

1987, Mikhail Kostantevich.<br />

91

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!