El Cabildo del Rock

Me alejo unos metros, extasiada con la flora de
Parque Leloir. Enseguida Gustavo me previene:
estoy caminando debajo de las araucarias. Uno de
sus frutos gigantes podría caérseme sobre la cabeza
y matarme. Me alejo de los brazos pinchudos de
estos árboles y busco la sombra de un roble no sin
preguntarme por qué la madre naturaleza convierte
la convivencia en algo amenazador o, en el mejor de
los casos, imprevisible. Me pregunto, también, qué
experiencias exóticas habrán tenido los músicos que
un día dijeron adiós a la ciudad y a los vetustos
estudios de las grandes compañías discográficas y se
internaron por la senda Del Cielito.
La reamplificación del sonido
Ayer, cuando viajaba hacia el estudio para
entrevistar a los chicos de la banda uruguaya
Hereford, me compré cinco pares de medias. La voz
aflautada e imperiosa del vendedor ambulante que
subió al colectivo de la línea 57 hizo que me
enderezara en el asiento. El hombre, que llevaba un
gorro embutido hasta las orejas, dijo con una
solemnidad que parecía haber equivocado el destino:
“Hoy, directamente de fábrica, estamos ofreciendo
medias tres cuartos para dama Cocot,
multifilamento, para pantalón, en variados colores”.
Mientras hablaba, cerró el puño de su mano derecha
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