El Cabildo del Rock

el centro del campo que heredara de su padre
Alejandro. En dicho parque se incluía una laguna y
dentro de ella, un islote. Durante la entrevista le
había preguntado al Dr. Villegas si dicha laguna
todavía existía. Me dijo que no. Que en alguna de las
sucesivas loteadas se había rellenado. Sólo quedaba,
en la plaza denominada El Candil, un montículo de
tierra que correspondía al islote. Si la visitaba, sobre
el montículo de tierra encontraría un ombú. Le echo
una ojeada a mis notas y le comento a Gus dónde
queda la plaza. Damos unas vueltas (el Parque es
así: para llegar a cualquier lado tenés que dar
vueltas, todo gracias a la modalidad parisina que
Thays repitió en sus diseños). Aunque se ha quedado
en silencio, sé que Gustavo está intentando dar con
El Candil y lo que queda de la laguna.
-Pero vas a llegar tarde a tu compromiso -le
digo.
-La casa de Clara la dejamos para otro día -me
responde con su laconismo habitual.
Los árboles de la plazoleta dan pena. Son
chiquitos, los han plantado hace unos pocos años, ya
me lo había anticipado Villegas. Ni Gus ni yo
entendemos por qué les han colocado una cubierta
alrededor. Cada arbolito con su correspondiente aro
de caucho: me pregunto si será para protegerlos de
los hormigueros pero, de todos modos, me gustaría
liberarlos de ese mal gusto supuestamente
proteccionista. El montículo donde se yergue el
ombú también da pena. Sobre todo por el ombú que
está viejo y carcomido. Así y todo le comento a Gus
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