El Cabildo del Rock

-Espero no recordarlo, no ponerme demasiado
triste, y poder dormir a la noche. La verdad es que
necesitaría a alguien que me haga reir.
Posiblemente reconociendo que tiene talento
como ingeniero de sonido y como productor pero no
como comediante, unos días después me trajo varias
temporadas de Seinfeld. Así que también sucedió
eso: además de declarar mi independencia, empecé a
reirme de nuevo.
El primero que me habló de la declaración de la
independencia, sin embargo, no fue Gustavo: fue
Cristian. Cristian Merchot, el mánager de Bersuit. A
él le debemos también la frase: “El Cabildo del
Rock” que, como habrán observado, se convirtió en
el título de este libro. Debieran conocerlo a Cristian:
es como un duende que tiene el don de la palabra y
de la oportunidad. Aquella vez que lo entrevisté, en
su oficina, yo trataba de no mirarle los zapatitos que
terminaban en punta o el gorro ladeado bajo el peso
de un pompón. Después de todo estaba hablando con
un hombre de negocios, con un empresario. Gustavo
Gauvry ya me había alertado: necesitamos la mirada
de un empresario. Bueno, ahí estaba Cristian
mostrándome los secretos de su búnker, en la planta
alta del estudio. Antes de que encendiera el grabador
digital que tantos problemas nos trajo cuando
empezamos con las entrevistas, Cristian me señaló
una puertita. Una puertita de caoba. Pensé que el
duende me quería mostrar un pasadizo, la forma más
rápida y segura de poder entender la locura
bersuitera. Pero no: era un frigobar empotrado en la
pared. Creo que al lado había una suerte de bodega.
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