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separado. Marina tenía la cara abotagada y se movía<br />
con una lentitud que en realidad le era impropia.<br />
Para animarla, le dije que el Pelado Cordera había<br />
pensado en crear una colección de lencería fina<br />
llamada Bersuit Vergarabat. Las chicas fanáticas de<br />
la banda les habían dejado unas cuantas ideas sobre<br />
el escenario.<br />
-Ideas con forma de corpiño y hasta de<br />
bombacha, incluso -especifiqué. A Marina le<br />
brillaron fugazmente los ojos.<br />
-Y vos, ahora que estás en contacto con ellos,<br />
¿podrías hacerme la gamba?<br />
-Por supuesto. Además, ellos no pueden estar en<br />
todas. Lo de ellos es la música, fundamentalmente.<br />
Pero si en algún momento deciden crear la línea de<br />
lencería fina, van a necesitar una diseñadora. No me<br />
lo imagino a Pepe Céspedes dibujando soutienes. Ni<br />
a Tito Verenzuela. A ninguno, para serte franca. Vos<br />
viste cómo son los hombres en esto: yo no recuerdo<br />
uno solo al que no le haya tenido que indicar cómo<br />
se desabrocha un corpiño. Se impacientan los<br />
muchachos, se ponen nerviosos. Son buenos para<br />
arrancar, para tirar, para rasgar las vestiduras, pero<br />
carecen de motricidad fina: no pueden quitarte el<br />
corpiño decentemente.<br />
Marina se detuvo en la calle de tierra para<br />
recoger una piña. Después me miró como si<br />
estuviera sumergida en el fondo <strong>del</strong> mar y mis<br />
palabras le llegaran amortiguadas, lentas y tarde. <strong>El</strong><br />
ex seminarista con el que se había casado, al año y<br />
pico de contraer matrimonio la dejó para<br />
reconsiderar si amaba a la Iglesia o a su mujer.<br />
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