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Arquetipos cristianos - Fundación Gratis Date

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Luis Suárez resume así las últimas voluntades de la Reina: «Pieza<br />

histórica y humana de primer orden. De sus páginas emerge<br />

poderosa la fe católica que, en vida, fue el eje en torno al cual giró el<br />

entero pensamiento de la Reina».<br />

El 26 de noviembre de 1504 expiró. Tenía 53 años, y<br />

se habían cumplido casi 30 años desde que subió al trono.<br />

La comitiva de duelo partió de Medina del Campo,<br />

mientras el pueblo, en un silencio dolorido, se agolpaba a<br />

su paso. Atravesó las tierras de Castilla, tan llenas de reminiscencias<br />

para ella. En todas partes, grandes multitudes,<br />

a pesar de las tormentas y de las lluvias. Casi un<br />

mes duró la marcha por las tierras de Castilla, hasta que<br />

por fin llegó a Granada, «esa ciudad –había escrito la<br />

Reina– que la tengo en más que mi vida».<br />

Tal como lo deseó, fue enterrada en el monasterio de<br />

San Francisco de la Alhambra. Cuando muera Fernando,<br />

cumpliéndose otra de sus voluntades, sus restos serán<br />

trasladados a un espléndido mausoleo en la Capilla<br />

Real de la Catedral de Granada, donde hoy reposan, juntos<br />

los dos.<br />

Conclusión<br />

Recapitulemos las líneas maestras del gobierno de Isabel.<br />

En lo que toca a la política de unidad nacional, comenzó<br />

ésta a fraguarse con su matrimonio con Fernando.<br />

Terminada con éxito la guerra civil, y habiendo heredado<br />

Fernando, a la muerte de su padre, la corona de<br />

Aragón, quedaba consumada la integración de los reinos<br />

españoles hasta entonces dispersos. Sólo faltaba incorporar<br />

a ellos los señoríos islámicos del Sur, sin dejar de<br />

lado el reino de Navarra, que sería anexado más tarde.<br />

Conquistado por fin el reino de Granada, ultimándose<br />

así la secular epopeya de la Reconquista, la Península<br />

quedaba prácticamente bajo una misma corona haciéndose<br />

realidad el simbolismo heráldico del yugo y las flechas.<br />

La monarquía incrementó el poderío del país, logrando<br />

España una notable proyección al exterior. Como<br />

dijo Salvador de Madariaga, España será «la primera gran<br />

nación que alcanza talla de tal».<br />

Isabel es un arquetipo de estadista difícilmente superable.<br />

Y como mujer, madre, reina, fue sin fallas, ejemplar.<br />

Washington Irving, historiador norteamericano del siglo<br />

pasado, tenía razón al llamarla «uno de los más puros y<br />

hermosos caracteres de las páginas de la historia».<br />

Como se sabe, su causa de beatificación está en trámites.<br />

La idea de llevarla a los altares nació a fines del siglo<br />

XIX. Durante un Congreso Mariano Hispanoamericano,<br />

celebrado en Sevilla en 1929, se planteó públicamente el<br />

asunto. y cuando se conmemoró el quinto centenario de<br />

su nacimiento, en 1951, el entonces Ministro de Educación<br />

visitó en el Vaticano a los dos sustitutos de Estado,<br />

Tardini y Montini, interesándolos por la incoación de la<br />

causa, que por fin se abrió en el Arzobispado de Valladolid,<br />

en 1958. Los trabajos históricos terminaron en 1970.<br />

En 1972 tuvo lugar la apertura canónica del proceso en<br />

la Sagrada Congregación de Ritos.<br />

Juan Pablo II tuvo la intención de beatificarla solemnemente<br />

el año 1992, con ocasión del Quinto Centenario<br />

del Descubrimiento de América. Era una gran idea. y<br />

todo un símbolo. Mas una violenta campaña logró de la<br />

Santa Sede la postergación del proyecto, según se anunció<br />

en Roma el 28 de marzo de 1991, lo que inmediatamente<br />

motivó las felicitaciones del lobby judío, especialmente<br />

de la «Anti Diffamation League of B’nai Brith».<br />

Esta liga de antidifamación ha cometido una gran difamación<br />

frente a una de las más nobles figuras de la Cristiandad.<br />

P. Alfredo Sáenz, S. J. – <strong>Arquetipos</strong> <strong>cristianos</strong><br />

78<br />

Sin embargo nosotros, sus hijos de América, sus vasallos,<br />

la seguimos considerando como a nuestra gran Reina,<br />

y nos gozamos en llamarla Isabel la Católica, que fue el<br />

título otorgado a ella y a su marido por una bula del 9 de<br />

diciembre de 1496, en atención a su piedad, sentido de<br />

justicia, victoria sobre los infieles, defensa de la fe, y<br />

especial celo en la protección de la Iglesia.<br />

Bibliografía consultada<br />

W. T. Walsh, Isabel, la Cruzada, Austral, Espasa-Calpe<br />

Argentina, Buenos Aires, 1945.<br />

María E. Lépori de Pithod, Isabel, reina católica, en<br />

«Mikael»27 (1981) 91-100.<br />

Fernando Vizcaíno Casas, Isabel, camisa vieja, 5ª<br />

ed., Planeta, Barcelona, 1988.<br />

Luis Suárez Femández, Los Reyes Católicos. La expansión<br />

de la fe, Rialp, Madrid, 1990.<br />

A Isabel la Católica<br />

De San Fernando viene tu corona,<br />

que es venir de la sangre unida al Cielo,<br />

y del Cid heredaste aquel anhelo<br />

de alzar la Cruz donde la alfanje mora.<br />

El don de imperio te entregó Castilla<br />

y el Sacramento, de Aragón la estirpe,<br />

Granada se rindió cuando fue en ristre<br />

tu lanza que empuñaste allá en Sevilla.<br />

Con el yugo y las flechas y la espada<br />

–mi Señora Isabel, mi Reina Santa–<br />

América te aguarda en el desierto.<br />

Que otra vez hace falta una Cruzada<br />

y bautizar al ídolo que espanta,<br />

quemar las naves y avanzar resuelto.<br />

Antonio Caponnetto

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