Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria

En las páginas siguientes mostraré pruebas de que
hay una técnica psicológica que hace posible interpretar
los sueños, y que si se emplea ese procedimiento,
cada sueño se revela como una estructura
psicológica que tiene un significado y que se puede
insertar como un punto asignable en las actividades
mentales de la vida en vigilia (1900, p. 1).
Esta focalización en el significado no niega o rebaja
el rol del deseo. El significado de un sueño puede ser
un deseo y Freud sostenía que usualmente lo era, pero
para que esto sea así no era necesario que el sueño sea
primero instigado por un deseo o algún otro mecanismo
motivacional. Freud sostenía también que el deseo
puede insertarse en el sueño en el curso del soñar y que
el significado del sueño, ya sea un deseo u otra cosa, no
depende de que tenga un origen motivacional. Escribe,
por ejemplo, que los sueños traumáticos son motivados
por “la presión hacia arriba (the upward pressure) de la
fijación traumática de llegar a ser activa” y no revelan un
significado de deseo porque “hay una falla en el funcionamiento
del trabajo del soñar (dreamwork) que le gustaría
transformar los restos del recuerdo del evento traumático
en la satisfacción de un deseo” (1933, p. 29). En
otras palabras, lo que determina el significado de deseo
del sueño es la función del trabajo de soñar, que transforma
el material que aflora (por cualquier razón) en el curso
del dormir. Otros analistas han seguido esta distinción
entre la fuente del sueño y su significado (ver Sandler et
al., 1997, p. 120; Blass, 2002). Esto se refleja en la mínima
preocupación que existe en la literatura analítica por
el origen o fuente del sueño, respecto de la importancia
del significado (Etchegoyen, 1991, p. 331; Flanders,
1993). En todo caso, el enfoque del trabajo analítico ha
estado siempre en el descubrimiento de los significados
inconscientes del sueño (incluyendo significados motivacionales)
y no en discernir si aquellos significados son
los que causan el sueño en primera instancia.
A la luz de este enfoque, los hallazgos neurocientíficos
relacionados con el origen del sueño no son realmente
relevantes a él. Así, aun si los estudios de REM
mostraran que el sueño es “generado automáticamente
por mecanismos del tronco cerebral”, esto no contradiría
la posibilidad de que el sueño contenga significados
específicos.
2. Los hallazgos neurocientíficos relacionados con la
actividad cerebral durante el sueño no son informativos
acerca del significado de tal actividad.
Se puede argumentar que, aun poniendo de lado la
cuestión del origen de los sueños, la idea de que éstos
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UN ALEGATO CONTRA EL NEUROPSICOANÁLISIS
contienen un significado presupone la participación de
la actividad cerebral de más alto nivel y que ésta puede
ser precisada por la investigación neurocientífica. Sin
embargo tal argumento estaría desorientado. En primer
lugar, porque el contenido de los sueños en sí mismos
refleja altos niveles de funcionamiento. En nuestros
sueños nosotros pensamos, razonamos, decidimos,
planeamos, etcétera. No se necesita la neurociencia
para demostrar esto, así como no esperamos que la
neurociencia nos informe de que nuestros estados vigiles
involucran complejos niveles de funcionamiento
cerebral.
En segundo lugar, la demostración de la participación
de un funcionamiento de más alto nivel no significa
que este funcionamiento esté ocurriendo significativamente.
Con otras palabras, aún si la neurociencia
prueba que hay actividad de alto nivel ocurriendo durante
el soñar, esto no quiere decir que esta actividad
cerebral ocurra de manera significativa. Puede darse el
que nuestras actividades mentales superiores ocurran
sin sentido, que nuestras conexiones sean al azar, que
nuestros recuerdos sean confusos, que nuestro razonamiento
sea ilógico y que nuestras decisiones estén
basadas en la no toma en cuenta de nuestros mejores
intereses. De hecho, los neurocientíficos nunca han negado
que la actividad cerebral de más alto nivel ocurra
durante el sueño, sin embargo, al mismo tiempo, han
cuestionado consistentemente la significación de tal
actividad (Domhoff, 2004). Por lo tanto, se puede sostener
que la demostración de la presencia de actividad
cerebral de alto nivel no aporta nada a la teoría psicoanalítica
de los sueños.
En este punto es necesario reconocer que la cuestión
de si está ocurriendo o no una actividad que involucra
significación en el cerebro durante el sueño
–asunto que sí es claramente relevante para el psicoanálisis–
no es una cuestión neurocientífica (ver Blass,
2002). Mientras que los pensamientos con significado
deben tener un sustrato biológico, el no significado de
esos pensamientos es una función del discurso humano,
no de la biología. Este discurso está determinado
por el lenguaje, cultura, experiencia personal y contexto
que enmarca las maneras en las cuales nuestros
pensamientos están interconectados y evaluados. El
significado y la significación de las palabras no pueden
ser establecidos por las palabras dichas sino que
más bien dependen de la manera en que la persona
que habla entiende el lenguaje de tales palabras. Del
mismo modo, el significado del soñar y del pensar se
establece más allá de la mera descripción objetiva de
sus correlatos neurales subyacentes.