Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria

58 | PSIqUIATRíA UNIVERSITARIA
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL MATRIMONIO Y EL MATRIMONIO HOMOSExUAL
parecidas. La pluralidad es inevitable, pero debe reconocerse
como pluralidad, es decir, como diferencia.
EL PROBLEmA dE LOS HIJOS EN LAS PAREJAS
HOmOSEXUALES
¿Es realmente una aberración aprobar la paternidad
homosexual? Ésta, a nuestro juicio, no es una cuestión
de derecho sino de facto, se trata de una realidad muy
antigua. Los homosexuales se han casado desde siempre
y siempre han tenido hijos, y nadie tiene noticia,
que sepamos, que sean peores padres o madres que los
heterosexuales. Pero el tema que en realidad se debate
apunta a la posibilidad de engendrar o adoptar hijos en
la pareja homosexual. Y en este caso, a nuestro entender,
se constituyen dos tipos de problemas. Uno tiene
que ver con la objetividad jurídica y el otro con la naturaleza
experimental de esta situación.
Por lo pronto, las leyes de filiación tampoco han
discriminado ni preguntado por la orientación sexual
de los padres, por eso, los homosexuales, en todos los
tiempos, han podido ser padres, con todos los derechos
y obligaciones que reconoce la ley. Lo único que las leyes
han presupuesto es que en la filiación haya un padre
y una madre. Y esta precisión de la ley ha coincidido, en
este caso, con lo que ocurre en la naturaleza, aunque no
deban ni puedan ser meros argumentos naturales los
que en los asuntos humanos deciden.
Ahora bien, como experiencia histórica y humana,
la paternidad y maternidad entre homosexuales es una
posibilidad absolutamente novedosa, y fomentada en
parte por el desarrollo técnico (vientres de alquiler,
inseminación artificial, compra y venta de óvulos y espermatozoides,
clonación, etc.). Pero en tanto que novedad
se trata de un experimento, del que nadie sabe
bien dónde puede terminar. Es legítimo preguntarse,
con el Dr. Peña y Lillo, qué ocurrirá con los hijos cuando
sean conscientes de su peculiar realidad familiar, y si no
quedarán innecesariamente expuestos “A la burla y el
desprecio de los compañeros de colegio o de los que
fueron previamente sus amigos” 21 . Pero, obviamente,
si se pensara en el mal inevitable con que topamos en
el mundo como consecuencia de la libertad humana, y
que todos sufrimos por igual, nadie tendría hijos, tampoco
los heterosexuales.
Queda en pie, sin embargo, que esta situación se
trata de un experimento con la vida de terceros, porque
uno con su propia vida puede hacer los experimentos
que quiera, y a nuestro juicio no basta el puro volun-
21 Articulo citado
tarismo para justificarlo. Antes de probar un fármaco
se está obligado a demostrar que es inocuo, y a detener
la investigación si se ha fallado en las previsiones;
pero los parámetros para decidir en cada caso son bien
conocidos por todos. En este otro experimento habría
primero que crear unos parámetros, que desde luego
aún no existen.
HOmOSEXUALIdAd Y PARAFILIA
Cabe preguntarse, por último, si al sacar de los manuales
de psiquiatría a la homosexualidad queda supuesta,
también, la normalización del fetichismo, la pedofilia,
el voyeurismo, el exhibicionismo, la zoofilia y la necrofilia.
Entiendo estos conceptos en el sentido estrecho en
que los definió la psiquiatría clásica y no en el amplio
con que entendió algunos de ellos el psicoanálisis, y
que, como dijimos más atrás, se dan naturalmente en la
naturaleza y no tienen nada de antinaturales.
No debe olvidarse, en primer lugar, que éstos, incluida
la homosexualidad, son conceptos primariamente
morales y jurídicos. Tradicionalmente han caído bajo
el ítem de los atentados contra el pudor o similares. La
psiquiatría no los creó por sí misma, los tomó de allí, sin
embargo esta importación no se debió a que supiera
por qué se produce ni la heterosexualidad, ni la homosexualidad
ni ninguna de las otras inclinaciones nombradas.
Por eso, la clasificación de las mismas, en la psiquiatría,
es extrínseca, y en rigor no significa que estén
en un mismo plano, que sean de la misma naturaleza
ni que compartan una misma esencia. Su unidad, como
dijimos, deriva de una perspectiva moral y jurídica, y no
psiquiátrica, de modo que lo que va razonablemente
junto en el Derecho no tiene por qué ir razonablemente
junto también en la psiquiatría. Además, si desde un
punto de vista moral y jurídico se ha convenido que es
muy distinta una relación mutuamente consentida entre
personas adultas, homo o heterosexuales, que violar
la intimidad ajena, asaltar un cadáver, que también tiene
dignidad y merece respeto, etc., ¿por qué los psiquiatras,
como alumnos porfiados, debieran empeñarse en
seguir considerándolo todo de la misma naturaleza si
hasta sus propios maestros ya cambiaron de opinión?
En segundo lugar, el hombre no es propiamente
hombre en tanto que naturaleza sino en cuanto espíritu
y persona. No está para atender, respetar y seguir los
supuestos mensajes de la naturaleza sino para determinarse
a sí mismo, y esa determinación se hace según la
vida del espíritu, con vistas a la justicia y en el contexto
del Derecho y la libertad. Es evidente que en la nómina
de las así llamadas parafilias, exceptuada la homosexualidad,
no se puede dar a cada uno lo suyo sino apro-