Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria

90 | PSIqUIATRíA UNIVERSITARIA
ALGUNAS REFLExIONES PARA UN MARCO REFERENCIAL INTEGRADOR EN PSIqUIATRíA Y PSICOLOGíA
miradas: considerando los supuestos que han operado
a la base de los diversos constructos teóricos que han
hecho posible este progreso (esto implica describir una
epistemología) y, segundo, es seguir el modo en que se
produce el conocimiento realmente; es ésta la que nos
resulta más pertinente a la naturaleza de este trabajo.
Esto último implica tomar cierta distancia de la epistemología
y procurar atender a cómo concreta y cotidianamente
la ciencia trabaja.
En la primera mirada es factible reconocer una
aproximación al desarrollo de la ciencia, que podríamos
llamar Modelo Clásico. Éste se puede identificar
ya que en él se trabaja considerando que lo que constituye
a la ciencia como tal, su carácter esencial, es
el acatamiento del “método científico” que tiene su
fundamento en la duda cartesiana. Este modelo opera
como proceso, ya que supone una recolección progresiva
de datos por observación; sin ninguna clase de
prejuicios y, a partir de ella, la formulación de explicaciones
y predicciones. Este modelo, así fundado, no logra
dar cuenta del hecho de que mucha investigación
se hace sobre la base de fenómenos no observables y
que siempre se inicia con una serie de supuestos. También
desconoce que el trabajo de investigación parte
de un elemento común, la pasión del investigador y
esto, de por sí, pone en entredicho su núcleo objetivo
(Goodstein, 2005).
Como una alternativa a esta mirada idealizada de
la ciencia surge, a finales de los años 1950 y comienzos
de los años 1960, el trabajo de Karl Popper (1962)
“Conjeturas y Refutaciones”. Éste reconoce que la ciencia
comienza siempre grávida de preconceptos, prejuicios
que son capaces de tomar la forma de hipótesis,
sesgos o teorías. En la práctica nunca sería posible que
una teoría pueda ser validada por la evidencia. Una
afirmación cuando entra en la categoría de verdad deja
su estatus científico y, solamente, quedando la oportunidad
de que ese nuevo saber pueda ser sometido
sucesivamente a refutaciones por parte de quienes
mantengan discrepancias con sus propuestas recupera
para sí dicho estatus. Esto es lo que se conoce como
Modelo del Falsacionismo Metodológico, es el aporte
a la manera de observar cómo la ciencia realmente
trabaja. Esta manera de concebir la generación de conocimiento
al interior de la ciencia topa con algunas
constataciones, como el que todo conocimiento tiene
un punto de partida previo. No es posible sostener la
hipótesis de la “tabula rasa” a partir de la que se construiría
lo que sabemos del mundo. Pero tampoco es
lógico, ni coherente sostener que los científicos buscan
permanentemente falsar sus propias teorías ya que la
comunidad científica parece ser un espacio en que los
científicos buscan compartir y, fundamentalmente, validar
y legitimar sus propuestas.
A comienzos de los años 1980 se popularizó la
propuesta de Thomas Kuhn respecto del progreso científico,
que éste había descrito ya en 1962, en su libro
“Estructura de las Revoluciones Científicas”. El Modelo
de las Revoluciones Científicas, basado en la noción de
paradigma, bastante difundido y discutido, sostiene
que el avance del conocimiento se produce a través de
sucesivas revoluciones paradigmáticas. El paradigma
facilita una forma de concebir lo que se plantea como
problema, con qué método se le estudia y los modos
de dirigir activamente la investigación. El cambio de
paradigma ocurre cuando éste no es eficiente para la
explicación de nuevos fenómenos que lo cuestionan
o porque directamente nuevas propuestas atacan sus
supuestos fundamentales. Pero las limitaciones de esta
aproximación son varias porque, primero, no se precisa
cuán grande debe ser el cambio para considerarlo en sí
una revolución. Segundo, que los cambios en un paradigma
sean profundos no implica necesariamente que
sean inconmensurables y, por último pero no menor, es
que la práctica científica permite apreciar que muchas
veces se superponen los paradigmas provenientes de
diversas áreas de conocimiento. Es por este último elemento
que nos interesa señalar un nuevo modelo epistemológico
de la ciencia.
En 1970 Imre Lakatos publica “Historia de la
Ciencia y sus Reconstrucciones Racionales”, húngaro
discípulo de K. Popper, mucho más polémico por su
cercanía con el pensamiento hegeliano (por tanto, con
una perspectiva materialista/histórica). Este filósofo
de la ciencia reconoce efectivamente que la actividad
científica se organiza más bien en lo que él identifica
como Modelo de “Programas de Investigación”, que a
diferencia de los paradigmas (con los que comparte
gran parte de su estructura interna) tienen la capacidad
de co-existir como grupos de teorías con matrices
comunes. Lakatos plantea que el inicio de todo programa
de investigación, contradiciendo la lógica de su
maestro, surge en medio de una gama de anomalías.
La efectividad de los programas de investigación estaría
en que pueden anticipar una gran cantidad de
fenómenos, pero no se puede establecer por cuánto
tiempo gozará de este crédito. Las limitaciones de
este enfoque, como lo hace notar C. Pérez (1997), está
en que la ciencia elaborada desde esta mirada sólo
puede defenderse a sí misma por su mejor capacidad
predictiva y no por su estatus de verdad científica. Y,
por lo tanto, no es mejor que cualquier otra fuente de
conocimiento, ya que cualquier alternativa trabaja con
predicciones a posteriori.