Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria

último punto los aportes de la neurociencia han zanjado
muchas de las polaridades.
José Antonio Infante (2001) dice, refiriéndose al
aporte de las neurociencias: “Todo esto ha traído como
consecuencia una creciente aproximación de la psiquiatría
y el psicoanálisis, con lo que hoy en día se recomienda
en muchos casos tratamientos conjuntos en los cuales es
el psiquiatra quien administra psicofármacos a pacientes
en análisis, mejorando en forma importante el pronóstico
de casos, los cuales, tratados sólo desde una de esas
especialidades, se presentan muy dudosos” (Pág 15).
CONCEPtO
Pedrals et al. (2007) proponen la siguiente definición:
“Coterapia puede definirse como el arte de complementar
la acción terapéutica desde diversos campos de
tratamiento de lo humano, con un objetivo común, y
con el particular desafío de apuntar todos en la misma
dirección. En el caso más específico que nos ocupa, se
trata de integrar los esfuerzos en la dirección ya descrita,
de psicoterapeutas y psiquiatras en el tratamiento
de nuestros consultantes” (Pág. 327).
A través de la discusión del tema en cuestión dentro
del Grupo de Coterapia de Santiago (2007) se han
establecido algunos requisitos para la práctica coterapéutica.
En la praxis es fundamental un diálogo entre
los coterapeutas, para establecer objetivos comunes,
metodología para éstos, y tomar acuerdos sobre roles.
Sin embargo, todo esto requiere de algunas condiciones
previas. En primer lugar se requiere de una sintonía
entre ambos, lo que no es sinónimo de una aproximación
homóloga. Por otro lado, es central una actitud
de respeto y receptividad al otro, en cuanto a su estilo
personal, profesión y opiniones personales. Todo esto,
si además se acompaña de una comunicación clara y
directa, permite establecer cimientos sólidos, que a su
vez permitan resolver las tensiones y conflictos propios
de la coterapia.
Por lo general existen tres formas de iniciar la coterapia
(estos casos no pueden ser considerados equivalentes):
El paciente que inicialmente visita a un psiquiatra
¿Qué determinó que su primera consulta fuera a un psiquiatra
y no a un psicoterapeuta? ¿Buscaba soluciones
mágicas en un medicamento? ¿Buscaba una licencia
medica? ¿Estaba en una crisis que sólo se podía resolver
vía medicamentos?
En cada una de estas situaciones aparecen otras
preguntas que surgen de las dinámicas particulares de
LILIAN TUANE
cada persona. Por ejemplo: ¿Cómo ocurre que alguien
dilata la ayuda hasta llegar a ser interferido por los síntomas
y necesitar ayuda urgente e intensa?
Es necesario que los síntomas se mitiguen para
evaluar la motivación del paciente a realizar un trabajo
de mayor profundidad, o mantenerse sólo con la
medicación y el apoyo psicoterapéutico del psiquiatra.
Según mi experiencia, la actitud del psiquiatra tratante
es fundamental en abrir la posibilidad a un proceso psicoterapéutico
de otro orden.
El paciente consulta directamente a un psicoterapeuta
o psicoanalista
Esto nos hace suponer que el paciente tiene una alta
motivación en realizar un trabajo personal más profundo,
aunque cuidado, que no siempre es así.
Muchos llegan buscando en la psicoterapia soluciones
similares a las que otros buscan en un fármaco.
En estos casos se inviste al fármaco y al terapeuta de
poderes mágicos y omnipotencia, que niegan la posibilidad
de un proceso. Si revisamos nuestra experiencia
terapéutica podemos reconocer algunas características
similares en estas personas: predominio de un nivel de
pensamiento primario, dificultad para posponer impulsos
y, en algunos, un bajo nivel intelectual.
El paciente plantea un enfoque coterapéutico desde
un inicio
Dada la naturaleza de la patología el paciente comienza
por uno sabiendo que acudirá a otro: trastornos bipolares,
esquizofrenias, borderline.
ANtECEdENtES HIStÓRICOS
Frieda Fromm Reichman en 1947 fue la primera analista
que hace referencia a lo que hoy conocemos como
coterapia o “split treatment”. Corresponde al momento
del advenimiento de las drogas psicotrópicas. Sin embargo,
en esta época, una parte importante de la comunidad
psicoanalítica se opone al uso de fármacos, ya
que apuntan al alivio y supresión de los síntomas y no a
los conflictos y dinamismos que los generan. Al mismo
tiempo, que indican que la medicación es considerada
una herramienta demasiado interferente, la cual sólo
debe ser considerada en casos extremos.
Con el paso del tiempo los avances farmacológicos
y las conclusiones de diversas investigaciones, que
comprueban la mejoría considerable en los resultados
de tratamientos donde se combina farmacoterapia y
psicoterapia, se produce lo que Kwolton (1997) llama
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