Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria
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esonancIas<br />
nucleares<br />
EL VERANO dE FLUYAmA<br />
por Pu-Edser<br />
La línea <strong>de</strong>l mar parece cortar la foto en<br />
dos y en el medio Lena (la sueca) sonriendo<br />
en Caleta Abarca. El pelo se <strong>de</strong>sparrama<br />
en el fondo <strong>de</strong>l cielo claro y la mano que<br />
lo disciplina no alcanza a sostener el or<strong>de</strong>n<br />
perdido.<br />
Fluyama la había pasado a buscar a su<br />
hotel en Provi<strong>de</strong>ncia y, cumpliendo con su<br />
promesa en el café, la había llevado a la<br />
quinta región. Se había levantado temprano,<br />
hecho su serie <strong>de</strong> ejercicios, tomado su<br />
<strong>de</strong>sayuno macrobiótico y, sin dar explicaciones<br />
a la señora que lo cuida, salido <strong>de</strong><br />
pantalón corto y sandalias. En la mochila<br />
llevaba un traje <strong>de</strong> baños: por si la situación<br />
<strong>de</strong> helarse los huesos en el Pacífico era propicia;<br />
un naipe: por si la falta <strong>de</strong> tema con la<br />
<strong>de</strong>sconocida creaba un vacío insostenible;<br />
un libro: por si <strong>de</strong>finitivamente no había<br />
forma <strong>de</strong> componer la conversación.<br />
La salida <strong>de</strong> Santiago había sido por la<br />
vía rápida y velozmente se encontraron pasando<br />
por las casonas <strong>de</strong> las viñas <strong>de</strong> Casablanca.<br />
El sol hacía lagunitas allá a<strong>de</strong>lante<br />
<strong>de</strong>l pavimento y <strong>de</strong>sdibujaba los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />
camino. Lena vestía blue gins, una polera y<br />
en su mochila llevaba el bikini, el mp3, un<br />
libro ,un pareo y una crema hidratante: full<br />
playa .Había leído que el clima era cambiante<br />
y en sus hombros <strong>de</strong>jaba colgar un<br />
polerón negro con capucha por si era cierta<br />
la información. El idioma que los conectaba<br />
era ese inglés que se entien<strong>de</strong> y habla fácil<br />
entre dos que no nacieron anglo. Se reían<br />
y asentían frecuentemente uno al otro aún<br />
sin saber a qué se <strong>de</strong>dicaba cada cual. Se<br />
comenzó hablando <strong>de</strong> lo ver<strong>de</strong> y or<strong>de</strong>nado<br />
<strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Santiago, <strong>de</strong>l contraste con<br />
el prejuicio europeo <strong>de</strong>l sudaca y se siguió<br />
hablando <strong>de</strong> Atacama, que ella había conocido<br />
y Fluyama no, <strong>de</strong> Las torres <strong>de</strong>l Paine,<br />
que ella también había conocido y Fluyama<br />
tampoco, y <strong>de</strong> cómo Santiago ha transformado<br />
sus habitantes con sólo hacerlos<br />
14 | PSIqUIATRíA UNIVERSITARIA<br />
subirse a buses largos y <strong>de</strong>morosos. Un<br />
promedio <strong>de</strong> dos horas sólo en traslados,<br />
se ha calculado, dice Fluyama, ya sea que<br />
uses o no automóvil. Luego, inevitablemente,<br />
la conversación había seguido con<br />
el tema <strong>de</strong>l smog <strong>de</strong> la ciudad, tópico que<br />
ensambla con el calentamiento global, el<br />
que a su vez se enca<strong>de</strong>na a como hace frío<br />
ahora en los inviernos, lo que se une a si<br />
hay o no que hacer centrales hidroeléctricas<br />
para producir energía propia en el país,<br />
que a su vez remite al tema <strong>de</strong> las fronteras<br />
con los vecinos que no nos ven<strong>de</strong>n gas y<br />
que a<strong>de</strong>más quieren nuestro mar.<br />
Acotado así el contexto se podría seguir<br />
hablando <strong>de</strong>l hotel, pero, Fluyama no le<br />
pareció una buena i<strong>de</strong>a y hace la inevitable<br />
pregunta <strong>de</strong>l ¿a-qué–te-<strong>de</strong>dicas? que parece<br />
abrir la posibilidad <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r si es posible<br />
o no llevarse con alguien. Por ejemplo<br />
él no podría llevarse con una empresaria <strong>de</strong><br />
transportes o con una empleada <strong>de</strong> banco<br />
porque no le gustan ni los motores ni la<br />
contabilidad y ya se sabe que los temas <strong>de</strong>l<br />
quehacer son redundantes y hegemónicos<br />
a la hora <strong>de</strong> los tópicos triviales. A la pregunta<br />
ella respon<strong>de</strong> con una risa entrecortada<br />
y exagerada, se mueve en su asiento y<br />
justo pregunta por el Santuario <strong>de</strong> Lo Vásquez<br />
que se ve un poco más allá. Fluyama,<br />
entendiendo que podía no ser tan cómoda<br />
la pregunta como lo había pensado, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong><br />
lanzar la primera piedra:<br />
–Yo me <strong>de</strong>dico a las personas.<br />
–Qué interesante –respon<strong>de</strong> ella–. ¿A<br />
qué clase <strong>de</strong> personas?<br />
–A las que sufren –intentó resumir, para<br />
no <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> lleno a esas que no saben qué<br />
hacer con sus particulares locuras.<br />
–¿Sufren: <strong>de</strong> qué?<br />
Ella lo miraba sin prestar atención al camino,<br />
su foco se concentró en el perfil <strong>de</strong>l<br />
hombre que manejaba, trataba <strong>de</strong> averiguar,<br />
casi como en un juego, antes que él<br />
dijera exactamente a qué se <strong>de</strong>dicaba, si<br />
era tal vez un pintor que transfiguraba el<br />
dolor <strong>de</strong> la carne en una pasión artística<br />
incontenible o si, por el contrario, era pastor<br />
<strong>de</strong> alguna iglesia evangélica y curaba a<br />
través <strong>de</strong> la retórica.<br />
En el espacio <strong>de</strong> organización discursiva<br />
<strong>de</strong> Fluyama giraban en ese momento<br />
conceptos como figurativización <strong>de</strong> la experiencia<br />
inmanente; espacio transicional<br />
somatopsíquico; relativización fenoménica<br />
<strong>de</strong>l Es; Temporización <strong>de</strong>l yo-no yo en<br />
el percepto trascen<strong>de</strong>nte, pero intentó,<br />
<strong>de</strong> nuevo, resumir –Sufren <strong>de</strong> ser…o sea<br />
sufren <strong>de</strong> ser …personas. Ahora que te lo<br />
digo es extraño escucharlo, porque <strong>de</strong> ese<br />
sufrimiento ¿quién podría escapar en verdad?,<br />
en fin a eso me <strong>de</strong>dico, al sufrimiento<br />
<strong>de</strong> ser quien se es.<br />
–¿Eres un Shrink? –se rió ella– ¿y <strong>de</strong><br />
cuáles? ¿De los que medican o <strong>de</strong> los que<br />
hacen soñar?<br />
–Terapeuta –contestó él casi orgulloso<br />
<strong>de</strong> su condición humanista.<br />
–¡Wau! Qué coinci<strong>de</strong>ncia, yo soy escritora<br />
<strong>de</strong> manuales para la vida. He escrito<br />
el manual <strong>de</strong>l escape, el <strong>de</strong> la conciencia y<br />
ahora estoy en uno muy especial<br />
–¿Y cómo llegaste a eso? –pregunta<br />
Fluyama curioso, ¿cómo era esto <strong>de</strong> escribir<br />
manuales? Nunca le habían gustado<br />
los manuales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que leyó el Manual<br />
<strong>de</strong>l agrofóbico y le sugerían al paciente<br />
“pasearse tomando un helado <strong>de</strong> crema<br />
por los pasillos <strong>de</strong>l mall acompañado <strong>de</strong> un<br />
amigo <strong>de</strong> confianza: ojalá su perro” como<br />
segura cura <strong>de</strong> su fobia.<br />
–Resulta que con mi editor <strong>de</strong>scubrimos,<br />
hace años, que la gente es adicta a los manuales.<br />
Les gusta que alguien <strong>de</strong> forma sencilla<br />
y puntedada les dé instrucciones. No es<br />
que las sigan, pero los hace sentir en senda,<br />
les da un norte, un sentido al que atenerse.<br />
Los hemos llamado los manuales <strong>de</strong> los 10<br />
puntos, no confundir con los doce pasos,<br />
ese que se ha usado para alcohólicos.<br />
–Me suena, en realidad, más cerca a los<br />
10 mandamientos, en versión mo<strong>de</strong>rna.<br />
–Sí, hay algo <strong>de</strong> eso.<br />
–Pero ¿cómo llegaste a <strong>de</strong>dicarte a eso?<br />
Fluyama no lo podía creer. Fíjate que hay<br />
gente que hace esto, se conversaba a sí<br />
mismo mientras escuchaba.<br />
–En mi país teníamos problemas con<br />
los adolescentes: cualquier i<strong>de</strong>a novedosa<br />
y extravagante prendía, como si ellos quisieran<br />
probar nuevas recetas para la vida y<br />
no seguir con la <strong>de</strong> sus padres. Hubo quien<br />
dijo que podía alimentarse <strong>de</strong> sol, otro sólo<br />
<strong>de</strong> elementos crudos, otro <strong>de</strong> podridos naturales,<br />
algunos <strong>de</strong> huevos <strong>de</strong> diferentes<br />
especies Y otros simplemente no le prestaban<br />
atención a la comida sino a los límites<br />
<strong>de</strong>l cuerpo: dormían colgados cabeza abajo<br />
o en la tina <strong>de</strong> agua helada; se enterraban<br />
en la nieve. Pero, te digo, no eran hechos<br />
aislados, tipo vamos a tirarnos en benjy<br />
o hagamos parapente, no, se trataba <strong>de</strong>