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Educación y Sociedad del Conocimiento: Introducción a la

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(1913-1960): “¡Rebelde!”. Ernest Cassirer (1874-1945): “Animal simbólico”. Thei<strong>la</strong>rd de<br />

Chardín (1881-1955): “Evolución que toma conciencia de sí mismo”. Bertrand Russell<br />

(1873-1970): “Animal semigregario”. Albert Einstein (1880-1955): “Ser razonable que<br />

posee una bondad básica, gentileza, paciencia y cortesía, y que siempre se encuentra<br />

interesado en el conocimiento; poseedor de facultades críticas pero con una apariencia<br />

intemporal”. Werner Heisenberg (1901-1976): “Ser racional cuya esencia radica en <strong>la</strong>s<br />

ideas”. Xavier Zubiri (1898-1986): “Animal de realidades”. Max Scheller (1874-1928): Ser<br />

cuyo papel fundamental es lo social”. John Dewey (1859-1952): “Ser natural poseedor de<br />

razón en cuanto razón instrumental”. José Ferrater Mora (1912-): “Realidad no definible ni<br />

por el ser ni por el devenir”. Ignacio El<strong>la</strong>curía (+ 1989): “Realidad abierta por su<br />

intelección, que va conformando su ser en un proceso de autoposesión que se actualiza en<br />

el tiempo; ser para <strong>la</strong> liberación”.<br />

Ante este amplio panorama de visiones antropológicas surgen dos preguntas<br />

fundamentales de cara al fenómeno educativo: ¿a quién educamos? y ¿desde dónde<br />

educamos?. Esto supone que <strong>la</strong>s y los docentes deben poseer una concepción diáfana desde<br />

<strong>la</strong> perspectiva antropológica, esto por tres razones fundamentales: a) trabajan con sujetos<br />

humanos; b) ejercen una profesión con serias implicaciones existenciales; y c) necesitan<br />

una autocomprensión de lo que son ellos y el<strong>la</strong>s mismos.<br />

La filosofía educativa constructivista que han asumido <strong>la</strong> mayoría de Reformas<br />

Educativas supone ciertas aproximaciones antropológicas, que deberían de incidir en los<br />

p<strong>la</strong>nteamientos educativos con un perfil eminentemente humanista, e integra cinco<br />

supuestos básicos: a) <strong>la</strong> persona es un ser racional; b) <strong>la</strong> capacidad cognoscitiva es esencial;<br />

c) posee una dimensión psíquica; d) es un ser social, y e) es un ser biológico. Esto implica<br />

que en todo hecho educativo deben tomarse en cuenta estas dimensiones <strong>del</strong> sujeto que está<br />

en aprendizaje y de quién está como facilitador o facilitadora de éste. ...<br />

La concepción antropológica es determinante para <strong>la</strong> educación, y en este contexto<br />

surgen dos grandes peligros: a) por un <strong>la</strong>do introducir componentes teologales o fiduciales<br />

–de cualquier religión-; b) por otro <strong>la</strong>do, dado que el o <strong>la</strong> docente trabaja en <strong>la</strong> conciencia<br />

<strong>del</strong> o <strong>la</strong> estudiante, moldear <strong>la</strong> personalidad llegando a extremos peligrosos: pusi<strong>la</strong>minidad<br />

o cinismo. De esta manera, considerando <strong>la</strong> posibilidad de incidir el ta<strong>la</strong>nte ético de <strong>la</strong>s<br />

personas, los y <strong>la</strong>s docentes deben procurar el fomento de: <strong>la</strong> crítica con autocrítica; <strong>la</strong><br />

inquisición racional de <strong>la</strong> realidad; el asombro; <strong>la</strong> capacidad de problematizar y solucionar;<br />

<strong>la</strong> libertad con responsabilidad; <strong>la</strong> creatividad con pasión; <strong>la</strong> persistencia con paciencia.<br />

El o <strong>la</strong> docente, socráticamente, debe procurar conocerse a sí mismo; debe descubrir<br />

en sus fibras psíquicas quién es y cómo es; de sus propias capacidades humanas podrá<br />

aprovechar para dar más de sí, y si encuentra vacíos que atenten contra <strong>la</strong> vocación<br />

educativa debe trabajar sobre ellos. Es un hecho que nos encontramos con docentes<br />

excéntricos, introvertidos, extrovertidos, coléricos, flemáticos, sanguíneos, me<strong>la</strong>ncólicos,<br />

racionalistas, fiduciales, en fin con una gama amplia de personalidades y perfiles que<br />

pueden incidir positiva o negativamente en los alumnos y alumnas. :::<br />

Pero como apuntamos, no sólo es peligroso que el o <strong>la</strong> docente no sepa bien quién<br />

es o cómo es, sino también <strong>la</strong> visión que él o el<strong>la</strong> tenga de <strong>la</strong> persona, ya que de esta<br />

concepción dependerá el trato diario y su forma de vincu<strong>la</strong>rse con el alumnado, así<br />

podemos encontrar supuestos graves, como por ejemplo, creer que los y <strong>la</strong>s estudiantes son<br />

seres inacabados que hay que darles una forma, o inmiscuir concepciones sectarias<br />

fiduciales bajo una óptica mística o sagrada, o simplemente ver en ellos y el<strong>la</strong>s un medio<br />

mercantil para lucrarse.<br />

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