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1er. semestre - Año XXV - aespat

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P.A.N. y Pintura 9<br />

al interior del sentido dialéctico de la filosofía<br />

del espíritu de este autor.<br />

Operativamente, el Padre presenta cierta<br />

estereotipia de pensamiento, automatismo<br />

de conductas y sentimientos, formas de<br />

comportamiento que presentan pocas variaciones,<br />

o éstas son tan elementales que<br />

resultan inapreciables, a menos que medie<br />

distancia histórica.<br />

Sin embargo, el Padre representa la<br />

creatividad colectiva. Un rito de identidad,<br />

pongamos como ejemplo una corrida de toros,<br />

varía poco de una feria taurina a otra;<br />

la liturgia se sucede sin apenas desviaciones,<br />

de un año a otro. Pero, el desarrollo<br />

de la lidia actual poco tiene que ver con relación<br />

al taurobolio en honor a Cibeles, ni<br />

éste con el sacrificio de Mitra del toro Amudad,<br />

mito cosmogenético, que también exigía<br />

sacrificios taurinos anuales. Tampoco<br />

la tauromaquia portuguesa actual tiene similitud<br />

con la acrobática que expresa el arte<br />

minoico de los frescos de Cnossos.<br />

También la lengua es una obra mostrenca,<br />

que representa un esfuerzo común,<br />

acrisolado generación tras generación. Esto<br />

suena a espíritu objetivo. Sin embargo,<br />

la lengua cobra realidad cuando se hace<br />

sonido en las cuerdas bucales concretas<br />

de cada individuo, forma escrita que diseña<br />

su bolígrafo e instrumento para pergeñar<br />

una idea en su cerebro. Aquí nos topamos<br />

con el espíritu subjetivo que, a la<br />

chita callando, transforma el patrimonio recibido,<br />

porque hoy hablamos de forma muy<br />

distinta a nuestros clásicos, que tampoco<br />

hablaron como el arcipreste de Hita, ni éste<br />

como Séneca o Valerio Marcial.<br />

Los ritos de identidad, el folclore, los<br />

convencionalismos sociales, las normas de<br />

urbanidad intervienen sin que medie la reflexión,<br />

con cierto automatismo, porque están<br />

acreditados por su eficacia, han acumulado<br />

un funcionamiento que ha cristalizado<br />

con el tiempo, son fósiles sociales, y<br />

recurrir a ellos facilita una gran rapidez de<br />

manejo de las actuaciones. No obstante,<br />

tales fósiles condensan toneladas de crea-<br />

tividad, valga la hipérbole; y además, están<br />

vivos y mutan, valga la antinomia.<br />

Todo el acervo cultural forma parte de la<br />

exteropsiquis, el órgano que sustenta el<br />

comportamiento del estado Padre del yo.<br />

Cuando crea el estado Padre del yo, todo<br />

es simbólico. Por ejemplo, el diseño de<br />

una catedral, en vertical, arranca de la cripta,<br />

la tierra, el inframundo de la muerte. Sobre<br />

ella, descansa el suelo donde suplica y<br />

reza el hombre, en su atmósfera, haciendo<br />

sus libaciones y ofrendas para purificarse y<br />

poder mirar al cielo representado por la bóveda,<br />

con su linterna del crucero, cuyo incentro<br />

es el punto de origen de la construcción<br />

del templo. En éste, situaba el<br />

Maestro de Obra el mástil, cuya sombra, a<br />

la puesta y salida del sol, marcaba el decumanus,<br />

la nave central, así como el cardo,<br />

según la sombra de mediodía. También<br />

en vertical, el diseño corresponde a un<br />

triángulo isósceles, cuyo significado ya conocemos.<br />

Este mismo corte vertical nos hablará<br />

de la estructura de un barco invertido,<br />

símbolo muy especial para la Iglesia<br />

Católica. Si consideramos el diseño horizontal<br />

de la planta de la iglesia, tenemos la<br />

cabeza del cuerpo místico en el ábside, o<br />

la girola del ábside, donde suele situarse al<br />

Sacramento, las capillas reales y de los donantes<br />

más generosos. El resto de la planta<br />

forma una cruz, por prescripción de San<br />

Ambrosio (In forma crucis templum est) cuyos<br />

pies están en el pórtico, la zona donde<br />

se situaban los catecúmenos, que esperaban<br />

ser bautizados, a quienes el ostiario no<br />

dejaba entrar a los oficios divinos. El ábside<br />

está orientado al Este, la primavera, como<br />

corresponde a todos los cultos solares,<br />

que celebran su navidad en el solsticio de<br />

invierno. El Oeste es el crepúsculo, el otoño,<br />

la muerte desde las culturas nilóticas.<br />

El Sur, el mediodía, el cielo, la luz, el verano.<br />

Mientras el Norte es la medianoche,<br />

la oscuridad, el invierno. Ni la catedral, ni<br />

las ermitas humildes de cualquier villorrio,<br />

tienen puertas que abran al Este; pero sí a<br />

los otros puntos cardinales, que eran usa-<br />

Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, <strong>Año</strong> 2007

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