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Concierto - Diverdi

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Pura gloria<br />

Cantatas y Sinfonías de<br />

Bononcini en Ramée<br />

Mariano Acero Ruilópez<br />

Sinceramente, no terminamos de entender por<br />

qué la recuperación discográfica de Giovanni<br />

Bononcini es tan lenta e incompleta. Compositor<br />

prolífico que exploró todos los géneros en boga<br />

en su tiempo, por más que fuera la música vocal<br />

de cámara y escénica su medio natural, fue admirado<br />

y celebrado allí donde se interpretó su música,<br />

ya fuera en Roma, Viena o Londres, robándole<br />

incluso durante algún tiempo aplausos al mismísimo<br />

Haendel en el seno de The Royal Academy of<br />

Music. Y Gasparini escribió que “compuso páginas<br />

dignas del paraíso”, para luego afirmar que en<br />

sus cantatas –se acercan a los tres centenares las<br />

que nos ha legado– se puede encontrar “no sólo originalidad,<br />

sino también belleza, armonía, ingenioso<br />

recursos e imaginación creadora”. No, no estaba<br />

guiado por la adulación ni por intereses ajenos a<br />

lo estrictamente musical. Su calidad es reconocida<br />

unánimemente en la actualidad por todos los<br />

especialistas y los melómanos de a pie hemos podido<br />

comprobarlo en los registros con sus creaciones<br />

que, casi con cuentagotas, nos van llegando. El<br />

último –excelente, por cierto–, con el oratorio San<br />

Nicola de Bari en el sello RAMÉE, que hoy repite<br />

con cuatro cantatas en que el solista, tenor en este<br />

caso, desgrana una letanía de quejas amorosas ante<br />

la ingratitud, el desprecio o la traición de su amada.<br />

Cuatro miniaturas teatrales, cuatrorefinadas y<br />

elegantes joyitas en las que afloran los más diversos<br />

y cambiantes sentimientos y affetti que dan<br />

ocasión a un espléndido Cyril Auvity –que posee<br />

un bellísimo timbre– para hacer toda una exhibición<br />

de su potencialidad dramática, de su versatilidad<br />

y capacidad para el matiz, magníficamente<br />

acompañado siempre por el grupo L’Yriade que,<br />

por su parte, interpreta un par de sinfonías de la<br />

Opus 4. Auvity y L’Yriade, L’Yriade y Auvity, juntos<br />

y por separado, pura gloria.<br />

GIOVANNI BONONCINI (1670-1747): Barbara ninfa ingrata<br />

(cantatas y sinfonías)<br />

Cyril Auvity, tenor. L'Yriade / RAMÉE / Ref.: RAM 1006 (1<br />

CD) D2<br />

antigua 196 / octubre 2010<br />

En la variedad está el<br />

gusto<br />

<strong>Concierto</strong>s y cantatas de Vivaldi<br />

por el grupo Accademia Ottoboni<br />

Javier Sarría Pueyo<br />

Confiesan los intérpretes de este disco que el programa<br />

en él contenido suscitó sus dudas, ante el<br />

riesgo de convertirse en un popurrí incoherente.<br />

Sin embargo –afirman– ese riesgo se ha conjurado<br />

al tomar como principio rector la variedad de una<br />

música particularmente expresiva. Y es verdad: acoge<br />

el registro que ofrece Stradivariustres cantatas<br />

y cuatro conciertos vivaldianos muy contrastados<br />

entre sí, con una música, en general, de gran extraversión.<br />

Nunca destacó especialmente Vivaldi como<br />

compositor de cantatas, género al que dedicó escasa<br />

atención, y, salvo un puñadito, no produjo obras<br />

maestras. Las tres que se presentan aquí cuentan con<br />

acompañamiento instrumental y están claramente<br />

influenciadas por el estilo galante que, a partir de<br />

la década de 1730, causaría estragos en todo el opus<br />

vivaldiano. Sería injusto, no obstante, omitir una<br />

mención a la delicadeza del acompañamiento de los<br />

dos traversos en la RV 678, especialmente en el aria<br />

conclusiva y la animación del aria Sempre penare<br />

que cierra la RV 682 y que, en ocasiones, me ha<br />

hecho pensar en Vivaldi como un Donizetti dieciochesco.<br />

En los conciertos, en cambio, nos hallamos<br />

ante el Vivaldi más enjundioso y auténtico.<br />

Estupendos los conciertos para una y dos flautas (RV<br />

440 y 533, respectivamente), con dinámicos movimientos<br />

finales y expresivos segundos –qué exquisita<br />

fluidez en el diálogo de los dos solistas en el<br />

segundo–. ¿Qué se puede decir de “La Notte”, visionario<br />

concierto en el que se nos ofrece un programa<br />

descriptivo de los placeres y sinsabores de la<br />

noche, desde el dulce sueño hasta los terroríficos fantasmas,<br />

concluyendo con el tormentoso Allegro<br />

conclusivo? Y, finalmente, la joya: el maravilloso<br />

<strong>Concierto</strong> para violonchelo en re menor RV 406, con<br />

un dramático –la tonalidad lo manda– movimiento<br />

inicial, un desolado y patético Andante central y<br />

un severo minueto final. Interpretación de calidad<br />

a cargo de la Accademia Ottoboni –conspicuo vivaldiano<br />

el cardenal– con un Marco Ceccato que se<br />

sale en el RV 406.<br />

ANTONIO VIVALDI (1678-1741): Cupido tu vedi (<strong>Concierto</strong>s<br />

y Cantatas)<br />

Accademia Ottoboni / STRADIVARIUS / Ref.: STR 33856 (2<br />

CD) D2<br />

Fastos musicales para<br />

una boda real<br />

17<br />

Nueva versión de las<br />

Drottningholmsmusiken de Roman<br />

Francisco de Paula Cañas Gálvez<br />

Las piezas que conforman las llamadas<br />

Drottningholmsmusiken que Johan Helmich Roman<br />

escribiera en 1744 para la boda del príncipe Adolfo<br />

Federico de Suecia con Luisa Ulrica de Prusia,<br />

constituyen, sin duda, uno de los mejores exponentes<br />

de una manifestación artística al servicio de<br />

una causa política en el ocaso del Antiguo Régimen.<br />

Los pormenores de aquel enlace matrimonial, esenciales<br />

para ubicar en su contexto histórico esta<br />

música, han sido recientemente expuestos por<br />

Mariano Acero Ruilópez (Boletín de <strong>Diverdi</strong> 195,<br />

septiembre 2010) por lo que no parece necesario<br />

insistir nuevamente en ello y sí detenernos en las<br />

particularidades de la versión que Andrew Manze<br />

nos ofrece al frente de la Orquesta Sinfónica de<br />

Helsingborg. Lo primero que llama la atención del<br />

oyente es la utilización de una orquesta convencional<br />

para interpretar una pieza que habitualmente<br />

se nos ofrece con instrumentos originales. Manze,<br />

que en la actualidad es director invitado de esta<br />

orquesta, apuesta ahora por esta tercera vía, cada<br />

vez más frecuente en el ámbito de la música antigua,<br />

consistente en interpretar el repertorio barroco<br />

con orquestas “modernas” y criterios<br />

historicistas. Este camino, ya transitado con éxito<br />

en esta misma partitura por Anthony Halstead<br />

al frente de la Orquesta de Cámara de Uppsala,<br />

nos permite disfrutar de unas lecturas quizá algo<br />

más pausadas en los tempi pero también de la sonoridad<br />

de una orquesta amplia lo que, sin duda, contribuye<br />

a solemnizar aún más el carácter festivo y<br />

majestuoso de algunos movimientos. La magnífica<br />

dirección de Manze, impecable y fiel a una partitura<br />

excepcional y la elegante presentación que<br />

nos brinda BIS, hacen de esta grabación una referencia<br />

muy notable en la discografía de Roman, el<br />

“Haendel sueco”.<br />

JOHAN HELMICH ROMAN (1694-1758):<br />

Drottningholmsmusiken. Música para una boda real<br />

Helsingborg Symphony Orchestra. Andrew Manze, director /<br />

BIS / Ref.: BIS 1602 (1 CD) D3

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