Concierto - Diverdi

Una tragedia finlandesa
Pese a contar con un amplio catálogo de obras de
los más variados géneros (sinfónico, camerístico,
vocal), Aulis Sallinen (1935) es reconocido internacionalmente
por su legado operístico, género al
que ha aportado media docena de títulos en el último
cuarto del pasado siglo, desde Ratsumies (El
jinete, 1975) hasta El rey Lear (2000), su última
ópera a día de hoy. Su tercer título, Kuningas lähtee
Ranskaan (El rey marcha a Francia, 1984), fue
el resultado de una comisión conjunta del Festival
de Savonlinna, la Royal Opera House londinense
y la BBC, y la siguiente, Kullervo, fue estrenada en
Los Angeles en 1992 antes que en la nueva Opera
Nacional Finlandesa, para cuya inauguración había
sido encargada, pero que no subió a su escenario
hasta 1993, una vez superado el retraso habitual en
este tipo de efemérides. Estos dos títulos figuran
actualmente en el catálogo de Ondine, la gran plataforma
de promoción de la creación y la interpretación
musical finesa.
Pero si a principios de los ochenta el reconocimiento
del potencial lírico de Sallinen se había
ampliado más allá de las fronteras de su país natal,
fue como consecuencia de la impresión causada por
su segunda ópera, Punainen viiva (La línea roja),
estrenada en la antigua Ópera Nacional de
Finlandia el 30 de noviembre de 1978; el New York
Times la consideró tan conmovedora como Wozzeck
o Jenufa. Lo directo del lenguaje musical empleado,
ajeno a cualquier dogmatismo vanguardista,
abiertamente tonal pero de una gran riqueza expresiva,
capaz de traducir las más contrastadas sensaciones
–lirismo, ironía, drama, debate político y
religioso, alegría, ternura, compasión y tragedia–
con los medios más tradicionales, resultaba heredero
del lenguaje de los Janácek, Prokofiev,
siglo XX 196 / octubre 2010
Una modélica función de La línea roja de Sallinen en un DVD Ondine
Shostakovich o Britten, de quienes por momentos
nos es dado observar huellas en esta extraordinaria
creación, de impacto mucho más inmediato
que los dos títulos sucesivos de Sallinen arriba
indicados, y que hoy se ha colocado entre las piezas
más apreciadas del repertorio finés del siglo XX,
junto a Los Ostrobothnios de Madetoja o Las últimas
tentaciones de Kokkonen (a los interesados en
un sucinto panorama de la ópera finlandesa remito
a mi artículo Ópera en Finlandia, hoy: suma y
sigue, publicado en el boletín nº 152, de octubre de
2006). Es de nuevo Ondine quien nos presenta la
edición en DVD de una nueva puesta en escena
de La línea roja en la Ópera de Helsinki en mayo
de 2008, treinta años después de su creación, con
un extraordinario reparto encabezado por el mismo
intérprete de entonces, Jorma Hynninen, y
dirigido musicalmente por Mikko Franck y escénicamente
por Pekka Milonoff.
La línea roja (¿o quizá sería más propio traducir
como La raya roja?), cuyo libreto es obra del
propio Sallinen, está basada en la novela del mismo
título de Ilmari Kianto (1874-1970) publicada
en 1909, a la que el compositor añadió otros textos
del mismo autor, y nanas y baladas del folclore
popular finlandés. Su acción está fechada en
1907, y en ella se narra la lucha por la supervivencia
de una familia campesina en los bosques septentrionales
de la Finlandia aún bajo el dominio
ruso, contra el fondo histórico de las primeras
elecciones generales de ese año, en las que –hecho
verdaderamente singular para la época– pudieron
participar las mujeres, y en las que los iletrados
debían marcar con una línea roja el partido que
mejor defendía sus intereses: tragedia personal y
despertar de la conciencia de un pueblo a través del
ejercicio democrático del voto son los dos elementos
puestos en confrontación dialéctica. Si la
Historia (con mayúscula) nos enseña que de inmediato
las cosas no cambiaron y las reformas tuvieron
que esperar, la historia (con minúscula) narrada
por Kianto confirma lo irrelevante de las esperanzas
despertadas en el pueblo por la campaña: mientras
aguardan el anuncio del cambio que debiera
operarse en sus vidas, los hijos de Topi y Riika
mueren por falta de alimentos y medicinas, y Topi
en las zarpas del oso cuyas apariciones jalonan el
comienzo, mitad y final de la obra. Otra línea roja,
la de su cuello ensangrentado, será la marca de su
inapelable destino.
Pero la ópera no se limita al contraste entre
esperanza colectiva y tragedia individual: en ella
hay también la crítica de una religión tradicional,
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Santiago Salaverri
poco sensible al dolor del pueblo, encarnada por
el vicario; la mirada distanciada e irónica al poder
de un lejano zar de cuento por parte de un simpático
vendedor ambulante que distrae al pueblo, y
sobre todo a los niños, con sus cantos y baladas;
la diatriba contra los terratenientes, en el mitin del
agitador que incita al pueblo a ejercer el derecho
al voto; la voz del viejo campesinado oscurantista,
que augura el castigo divino a quienes se dejan
seducir por los nuevos profetas de la revolución,
y su enfrentamiento con quienes defienden el cambio;
el coro que canta a la primavera, que irrumpe
junto con los nuevos horizontes de mejora social
y política. Todas estas escenas son traducidas en
una música en permanente contraste, sucesivamente
dramática, lírica, festiva, poética, evocativa,
narrativa, para desembocar en la tragedia final
prologada por un lamento orquestal que recibe su
inspiración de Mahler y el interludio final de
Wozzeck.
El extenso reparto, trece voces de adultos y
tres niños –más coro mixto y un grupo de bailarines
que, encabezados por un actor que personifica
al Destino, acompañan, ilustran y refuerzan la
narración con sus intervenciones cargadas de simbolismo–,
resulta excelente en todos sus miembros;
pero debe destacarse la labor del veterano
Jorma Hynninen (1941), capaz aún de dar lecciones
de impecable estado vocal y perfecta encarnación
dramática de su emblemático Topi, uno de
“Una música en permanente contraste, sucesivamente dramática,
lírica, festiva, poética, evocativa, narrativa, que desemboca en la
tragedia final prologada por un lamento orquestal que recibe su
inspiración de Mahler y el interludio final de Wozzeck.”
las grandes creaciones de su carrera; pero no le va
a la zaga Päivi Nisula, llena de fuerza como Riika,
Hannu Forsberg como el vendedor, Anna-Lisa
Jakobson como Kaisa, la campesina opuesta a las
ideas innovadoras; y el resto de los miembros de
una compañía sin divos al servicio de una traducción
impecable de la partitura. El sencillo dispositivo
escénico, potenciado por un buen uso de la
luz, resulta de una gran plasticidad y poder de evocación.
Mikko Frank, el jovencísimo director de la
Ópera Nacional Finlandesa, concierta el drama de
modo admirable al frente de los conjuntos estables
del teatro. Y, en fin, los 45 minutos de bonus nos
ofrecen jugosísimas entrevistas con Sallinen,
Hyninen y los dos directores. En suma, una gran
primicia, que refuerza nuestra consideración hacia
la ópera de aquellas latitudes.
AULIS SALLINEN (1935): The Red Line (ópera en dos actos)
Jorma Hynninen, Päivi Nisula / Finnish National Opera
Orchestra & Chorus. Mikko Franck, director. Pekka Milonoff,
director de escena / ONDINE / Ref.: ODV 4008 (1 DVD) D5 x
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