Concierto - Diverdi

Brahms ohne Wagner
John Eliot Gardiner tiene una tesis. Un argumento,
una teoría, una proposición, una reivindicación
¡ésa es la palabra! La idea tiene que ver con la
bifurcación en dos caudalosos ríos que la música
alemana experimenta en el siglo XIX, momento en
que su superioridad en casi todos los campos acabó
por ser apabullante. Gardiner ama el Barroco
con toda su alma: a Bach le ha dedicado más energías
que a ningún otro autor, venera a Schütz por
ser éste el mensajero en lengua alemana de
Monteverdi y Gabrieli, reverencia a Mozart y a
Beethoven y a ellos dedica ambiciosas integrales
sinfónicas y concertísticas, sigue de cerca a
Schubert, a Mendelssohn, a Schumann. Y luego,
como si de una consecuencia ineludible y natural
se tratase, se adentra en Brahms. Y allí se queda.
Allí se empapa de las aguas profundas de un sinfonismo
maduro y denso como no se conocía hasta
entonces, de una música concebida en las
antípodas de la precipitación, cocida a fuego lento,
huyendo de cualquier atisbo de frivolidad. Y
ve en ella con claridad los ecos de sus adorados
ídolos Schütz (autor del primer Réquiem alemán)
y Bach (siempre Bach). Y percibe la fuerza de
Beethoven traducida a un magma prodigioso. Y
explora con su Coro Monteverdi la fecunda música
coral del genio de Hamburgo (para deleite de
todos), y estudia los dilemas y críticas que Brahms
experimentó en su tiempo, cuando el suelo de la
siglo XIX 196 / octubre 2010
Culmina la integral brahmsiana de Gardiner con una fúlgida Cuarta Sinfonía
música alemana se abría, fracturado en dos vertientes
irreconciliables. A un lado Brahms, al otro
Wagner. El uno, arquitecto de la música sinfónica
pura, el otro, profeta visionario del drama escénico
total. Brahms nunca escribió óperas. Wagner
nunca compuso sinfonías. Y Gardiner piensa que
la sombra de Wagner es demasiado larga, y cree que
se extiende como una niebla espesa y lo impregna
todo. Opina que el tiempo ha terminado por confundir
ambas orillas y debemos a la Historia un
Brahms primigenio, un Brahms no traicionado ni
contaminado por la atmósfera de los seguidores de
su oponente, un Brahms sin Wagner, aun cuando
personalidades como Hans von Bülow (y demás
creyentes confesos en el ecumenismo y la reconciliación)
fueran, en su momento, nexos entre
ambos universos enfrentados.
Con este cuarto volumen dedicado a la particular
tetralogía sinfónica de Brahms, Gardiner
termina de poner las cartas boca arriba, y convoca
para su enunciado y demostración a testigos de
peso: los ya citados Bach, Beethoven, Schütz, hasta
Gabrieli. Cualquier testimonio es bueno para llevar
a cabo este particular proceso de
deswagnerización. Los tempi adoptados son los
primeros en acusar la transformación, aligerados
de carga e inyectados de fluidez, las gradaciones
dinámicas son ahora menos tímidas, el paso del for-
“Con este cuarto volumen dedicado a la
particular tetralogía sinfónica de Brahms,
Gardiner termina de poner las cartas boca
arriba, y convoca para su enunciado y
demostración a testigos de peso: Bach,
Beethoven, Schütz, hasta Gabrieli.”
te al piano no tiene ya las ataduras de una tradición
obsesionada por la inmortalidad. Descubrimos
materia viva en rincones alicatados durante más de
un siglo de admirativa trascendencia. Gardiner
restaura a Brahms, lo limpia, y muestra al mundo
lo que de barroco hay en él. Su tejido contrapuntístico
se conecta a la misma fuente de energía que
dio la luz a cantatas, pasiones, misas y motetes de
los siglos inmediatamente anteriores al suyo. No
hay texto pero en la articulación del entramado
tímbrico subyace una torrentera de cantos con una
fonética precisa de semblante germánico. La
orquesta es, más que nunca, una familia de coros
que dialogan y compiten (¿recuerdan el coro inaugural
de la Pasión según San Mateo?). La fuerza
recae en el discurso lineal de las melodías, no en
el peso vertical de la armonía compleja. Percibimos
un Brahms contagiado de un entusiasmo inusita-
Caronte
do, sin apenas lugar para que su gravedad nos abrume
y nos venza. ¿Provocador y estimulante?: desde
luego. ¿Inocuo?: en absoluto. Ésa es la tesis de
Gardiner, su concepción, su valoración, su defensa,
su reivindicación ¡ésa es la palabra!
JOHANNES BRAHMS (1833-1897): Sinfonía nº 4; Geistliches
Lied; Fest-und Gedenksprüche (incluye además obras corales
de Beethoven, Gabrieli, Schütz y J. S. Bach)
The Monteverdi Choir. Orchestre Révolutionnaire et
Romantique. Sir John Eliot Gardiner, director / SOLI DEO
GLORIA / Ref.: SDG 705 (1 CD) D2
También disponibles:
JOHANNES BRAHMS (1833-1897): Sinfonía nº 3; Nänie;
obras corales
The Monteverdi Choir. Orchestre Révolutionnaire et
Romantique. John Eliot Gardiner, director / SOLI DEO GLO-
RIA / Ref.: SDG 704 (1 CD) D2
JOHANNES BRAHMS (1833-1897): Sinfonía nº 2; Rapsodia
para contralto; FRANZ SCHUBERT (1797-1828): Gesang der
Geister über den Wassern; Gruppe aus dem Tartarus; An
Schwager Kronos
Nathalie Stutzmann, contralto. Orchestre Révolutionnaire et
Romantique. The Monteverdi Choir / SOLI DEO GLORIA /
Ref.: SDG 703 (1 CD) D2
JOHANNES BRAHMS (1833-1897): Sinfonía nº 1;
Begräbnisgesang; Schicksalslied; FELIX MENDELSSOHN
(1809-1847): Mitten wir in Leben sind
41
Coro Monteverdi. Orquesta Revolucionaria y Romántica.
John Eliot Gardiner, director / SOLI DEO GLORIA / Ref.: SDG
702 (1 CD) D2