Concierto - Diverdi

32 di v e r di grabaciones históricas
Confiesa, Lenny
Bernstein dirige la Quinta de Shostakovich y su propia Segunda sinfonía en un concierto salzburgués
de 1959 rescatado por Orfeo D’Or
La Segunda sinfonía de Leonard Bernstein sigue
con detalle el poema confesional de W.H. Auden
La Edad de la Ansiedad. Cuenta la historia de tres
jóvenes y una muchacha que se encuentran en un
bar y hablan de todo, también de Dios, sin llegar
a establecer verdadera comunicación. A los cuatro
les atenaza la falta de rumbo existencial. Luego
acudirán a casa de la joven, tras haber pimplado lo
suyo, para organizar una fiesta privada, que en lo
esencial tampoco les aliviará. La obra musical, muy
sincera, se estructura sobre dos movimientos, subdivididos
a su vez tripartitamente.
El piano hace de narrador de los hechos, por
lo que con frecuencia transgrede el mero papel
concertante para erigirse en protagonista que dialoga
con la formación de tú a tú. Ésta simboliza una
realidad cotidiana donde los personajes, incómodos
en ella, carecen hasta de un modesto quinqué
con que iluminar sus vidas sin norte. La obra combina
con maestría materiales muy heterogéneos:
melodía generosa, de vena romántica; series dodecafónicas,
como la que nutre el Canto fúnebre que
abre la segunda parte; ritmos de origen jazzístico
o stravinskiano. Es pues tan ecléctica como el propio
gusto de Bernstein, pero revela siempre su voz
reconocible.
SERKIN interpreta BEETHO-
VEN : Concierto para piano y
orquesta nº 2 y 3 / Rudolf
Serkin, piano. Orchestra
Sinfonica di Roma della RAI.
Orchestra “Alessandro
Scarlatti” di Napoli della RAI,
Franco Caracciolo, Ferruccio
Scaglia, directores / IDIS /
Ref.: IDIS 6597 (1 CD) D5
Esa voz es también la de un brillante director
de orquesta, y un fajador espiritual deseoso de
compartir sus hallazgos con el público. Pocas veces
ha estado Bernstein tan sobrio como aquí. Parece
más interesado en resaltar la compleja estructura
y el acabado formal de la pieza que sus grandes
efectos, que también atesora, y cuando asoman
no les hace ascos. Que mime tanto esos aspectos
de la sinfonía acaso se deba a su interés por realzar
al máximo mediante la interpretación su música
más culta, porque para él era más valiosa que la
suya de raigambre popular, incluidos los musicales
de éxito. Mantiene, pues, un discurso estimulante
y variado, pero sin concesiones bombásticas.
Música llena de anhelo vital y siempre convincente
salvo en el Epílogo, un tanto postizo. Seymour
Lipkin, pianista conocedor del mundo de Bernstein,
merece mención aparte por su fluidez y control
rítmico.
La Quinta de Shostakovich es mucho más
famosa y no necesita un proemio tan prolijo.
Formalmente, es más accesible que las sinfonías
precedentes de este autor, pero su tejido de relaciones
melódicas, armónicas y rítmicas, nada simple,
está labrado con mucha fortuna. De nuevo
Bernstein plantea una versión muy distinta de otras
al uso, ampulosas o lacrimógenas. Aquí hay también
sentimiento, claro, y aun desgarro, pero nunca
desborda sus cauces. El dolor, como el
dinosaurio de Monterroso, siempre seguirá ahí,
latente en algunos momentos de ambos tiempos
Joaquín Martín de Sagarmínaga
impares –los más bellos–, pero Bernstein tiende a
equilibrarlo con un lirismo de altos vuelos y un
rico claroscuro, y el tono imperante en largos tramos
del lento es incluso de rara serenidad. El
Scherzo es expuesto con alegre facundia y guiños
a Mahler, como el del solo de violín del trío y la
respuesta del fagot, semejantes a los andares de
un borrachín. Lenny rubrica un portentoso encaje
de bolillos, a la vez fino y vulgar.
El Finale de la obra, en fin, le va como anillo
a su dedo. Lo prueba una electrizante filmación de
un ensayo del mismo, contenido en una selección
de grandes batutas. Aquí su enfoque es a menudo
radiante, salvo por algunas nubes pasajeras que
envuelven un episodio lento y de medio carácter;
en casi todo el resto, lo triunfal es la moneda circulante.
Los arcos bregan con entusiasmo, y metales
y percusión liberan su deseo de desfogarse, que
hasta ahora el director había mantenido embrida-
“Imagino a Lenny dando alguno de sus famosos
brincos en el podio ante unos contagiados
filarmónicos de Nueva York, con ese entusiasmo
musical que a nosotros también ahora nos
alcanza.”
JOHANNES BRAHMS (1833-
1897): Un requiem alemán /
Agnes Giebel, soprano.
Hermann Prey, barítono.
Orchestra Sinfonica e Coro di
Milano della RAI. Giulio
Bertola, director del coro.
Sergiu Celibidache, director
(grabado en Milán el 19 de
febrero de 1960) / IDIS / Ref.:
IDIS 6596 (1 CD) D5
SERKIN interpreta BEETHO-
VEN : Conciertos para piano
y orquesta nº 1 y 4 / Rudolf
Serkin, piano. Orchestra
Sinfonica di Roma della RAI.
Orchestra “Alessandro
Scarlatti” di Napoli della RAI.
Franco Caracciolo, Ferruccio
Scaglia, directores / IDIS /
Ref.: IDIS 6595 (1 CD) D5
do. Pero incluso ahí se respira vitalismo sin necesidad
de exagerar la nota. Con todo, imagino a
Lenny dando alguno de sus famosos brincos en el
podio ante a unos contagiados filarmónicos de
Nueva York, como lo hacía en la filmación aludida,
con ese entusiasmo musical que a nosotros
también ahora nos alcanza.
BERNSTEIN dirige BERNSTEIN: Sinfonía nº 2 The Age of
Anxiety; SHOSTAKOVICH: Sinfonía nº 5 en re menor
Seymour Lipkin, piano. New York Philharmonic Orchestra.
Leonard Bernstein, director (1959) / ORFEO / Ref.:
C819101B (1 CD) D4
GULLI interpreta PAGANINI:
Conciertos para violín y
orquesta nº 1 y 5 / Franco
Gulli, violín. Orchestra
“Alessandro Scarlatti” di
Napoli della RAI. Orchestra
Sinfonica di Roma della RAI.
Nino Sanzogno, Mario Rossi,
directores / IDIS / Ref.: IDIS
6594 (1 CD) D5
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