Concierto - Diverdi
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El cuarto tenor<br />
El tres parece ser un número, si no mágico, al<br />
menos cómodo para organizar nuestra vida. No ha<br />
mucho un conjunto de tres lo formaron sendos<br />
tenores que movilizaron masas, suscitaron apetencias<br />
y vendieron productos. Muerto uno, medio<br />
silenciado otro y un tercero todavía en sana y fecunda<br />
actividad, puede que muchos se estén preguntando<br />
por los sucesores. Una trimurti que cualquier<br />
lector puede y hasta debe plantearse. Ahí va una<br />
propuesta: Marcelo Álvarez, Juan Diego Flórez y<br />
Jonas Kaufmann. Entre estos tres, aparte sus personales<br />
virtudes, que son muchas y bien conocidas,<br />
se asegura una suficiente amplitud de repertorio,<br />
la necesaria para satisfacer los gustos actuales,<br />
siempre cumplimentados con las suficientes garantías.<br />
Pero hay un cuarto tenor capaz de opositar su<br />
pertenencia a tan selecto círculo, quebrantando (o<br />
ampliando) así el hechizo que supone aquel confortable<br />
número tres. Es polaco, como dos célebres<br />
antecesores, Jean de Rezske y Jan Kiepura, de los<br />
que parece haber heredado alguna de sus cualidades:<br />
la elegancia innata y la buena presencia de<br />
uno, el impacto directo o la simpatía inmediata en<br />
el público del otro. Y llegó ya la oportunidad de<br />
citarle: se llama Piotr Beczala y motivan estos<br />
comentarios dos publicaciones recientes que permiten<br />
hacernos un buen retrato, aunque no del<br />
todo completo, de su personalidad tenoril y profesional.<br />
Presente en los mayores escenarios europeos,<br />
Beczala cantó en Bilbao el Duque de Mantua,<br />
Alfredo Germont y el Faust de Gounod, y en el Real<br />
madrileño el otro Faust, el de Berlioz. No se trata,<br />
pues, de un total desconocido para el aficionado<br />
nacional.<br />
Precisamente el primer Faust citado, el de<br />
Gounod, justifica elinicio del comentario de esta<br />
nota. Ningún nombre francés (qué pensaría<br />
Gounod de esta globalización de su más famosa<br />
ópera 196 / octubre 2010<br />
Con un recital de escenas de óperas eslavas y una representación vienesa de Faust de Gounod,<br />
con él de protagonista, Orfeo presenta un acabado retrato vocal de un astro en ascenso: Piotr Beczala<br />
“La inminente belleza de la voz de Beczala, de<br />
colorido más cercano al tenor meridional que al<br />
centroeuropeo, sirve a un canto fluido y flexible.”<br />
obra) en este Faust proveniente de la Ópera de<br />
Viena, captado en vivo durante el otoño de 2009:<br />
el polaco seduciendo a una finlandesa, incitado y<br />
sostenido por un diablo coreano, en medio de un<br />
grupo de austriacos que asisten curiosos a tan<br />
inquietante acontecimiento. Sólo, oculto en el foso,<br />
un Bertrand de Billy francés, parisino como el<br />
compositor para más parentesco, viene a subsanar<br />
esa carencia gala en obra tan asociablemente<br />
francesa, tan de ellos casi como La Marsellesa. Se<br />
trata de una velada excelente, en la que se ejecuta<br />
la difundida partitura de manera bastante completa:<br />
falta, eso sí, el ballet de la noche de Walpurgis,<br />
pero tal carencia se compensa con la escena en el<br />
interior de la casa de Marguerite, ésta consolada<br />
por Siebel tras haber sido seducida y abandonada,<br />
triste situación de la que normalmente se prescinde,<br />
inexplicablemente, incluso en grabaciones discográficas<br />
de estudio. Soile Isokoski, la finlandesa,<br />
es una Marguerita delicada y dulcísima que aprovecha<br />
las melodías gounodianas para hacer un<br />
retrato de una joven que pasa de la ilusión amorosa<br />
a la desesperación de manera tan imperceptible<br />
como eficaz. El coreano es Kwangchul Youn, quien<br />
hace de Méphistophélès el demonio embaucador,<br />
irónico y algo petulante que produce más simpatía<br />
que rechazo, como la mayoría piensa que debe<br />
ser. El barítono austriaco Adrian Eröd pone en<br />
Valentin el adecuado colorido lírico y la también<br />
austriaca Michaela Selinger el tono mezzosopranil<br />
asociado habitualmente al joven einfeliz pretendiente<br />
de Marguerite. Pero quien parece dominar<br />
el equipo es el Faust del protagonista de estas líneas,<br />
Piotr Beczala. Se lo permite la inminente belleza<br />
de la voz, de colorido más cercano al tenor<br />
meridional que al centroeuropeo, sirviendo a un<br />
canto fluido y flexible −al que, sin embargo, y<br />
poniéndonos exquisitos, se le podría exigir por<br />
29<br />
Fernando Fraga<br />
momentos mayor utilización de la media voz−,<br />
que se desliza por la sinuosa escritura de su melódica<br />
parte con un dominio de la misma y con una<br />
gracia y satisfacción propias de un intérprete que<br />
merece ser adjetivado con mayúsculas. Remata las<br />
faenas con un agudo cuyas notas, límpidas y seguras,<br />
evocan a veces la luz, otras la suavidad y la iridiscencia<br />
de una perla, natural desde luego.<br />
Beczala es un tenor muy completo, pues dentro<br />
de su categoría de esencias eminentemente líricas<br />
asume un repertorio en el que caben obras<br />
checas (Smetana, Dvorák, Janácek), rusas<br />
(Chaikovski, Rubinstein), polacas (Szymanowski),<br />
italianas (Bellini, Verdi, Puccini, Donizetti), alemanas<br />
(Johann y Richard Strauss, Beethoven,<br />
Wagner) y francesas (Gounod, Massenet) sin olvidar,<br />
desde luego, a Mozart. Y precisamente al repertorio<br />
eslavo dedica su tercer recital en solitario,<br />
tras uno de canciones polacas y otro de páginas<br />
operísticas italianas y francesas. Un ramillete de<br />
momentos, entre arias y ariosos, algunos muy<br />
conocidos, como la canción hindú del Sadko de<br />
Rimski-Korsakov,que tentó hasta al tan admirado<br />
Miguel Fleta, y que su colega Beczala desgrana en<br />
dos versiones (una con acompañamiento orquestal<br />
más denso y nutrido). Otra parte bien difundida<br />
es el aria del Lenski chaikovsquiano, que se<br />
empareja con rarezas polacas de Nowowiejski<br />
(Leyenda báltica), Zelenski (Janek) o Moniuszko,<br />
del que incluye fragmentos de La mansión encantada,<br />
Halka y Flis. Ni que decir tiene que todo el disco,<br />
además del interés por el repertorio elegido<br />
(atención a la bellísima canción de Rafael, Raphael<br />
o Raffaello, de Arenski), es de una calidad notoria.<br />
El intérprete, que ha registrado el disco apenas<br />
dos meses después de cantar el Faust vienés antes<br />
comentado,no sólo está cómodo con lo que está<br />
cantando, aunque fugazmente se atreva con situaciones<br />
que puedan parecer más pesadas para sus<br />
medios como puede ser el histérico brindis previo<br />
a la muerte de Hermann en La dama de picas; también<br />
disfruta de lo que está cantando, en complicidad<br />
con un joven director de orquesta, Lukasz<br />
Borowicz quien ya debutara en el medio discográfico<br />
acompañando a la gran Ewa Podleš en otro<br />
magnífico recital al frente también de la excelente<br />
Orquesta de la Radio Polaca.<br />
PIOTR BECZALA: Arias de ópera eslavas (Borodin,<br />
Nowowiejski, Tchaikovski, Zelenski, Rimsky-Korsakov,<br />
Moniuszko, Rachmaninov, Smetana, Arensky y Dvorák)<br />
Piotr Beczala, tenor. Katarzyna Bak, mezzosoprano. Polish<br />
Radio Symphony Orchestra. Lukasz Borowicz, director /<br />
ORFEO / Ref.: C814101A (1 CD) D4<br />
CHARLES GOUNOD (1818-1893): Fausto<br />
Piotr Beczala, Doktor Faust. Kwangchul Youn,<br />
Méphistophélès. Soile Isokoski, Marguerite. Adrian Eröd,<br />
Valentin. Michaela Selinger, Siébel. Zoryana Kushpler,<br />
Marthe Schwertlein. Hans Peter Kammerer, Wagner / Chor<br />
der Wiener Staatsoper. Orchester der Wiener Staatsoper.<br />
Bertrand de Billy, director / ORFEO / Ref.: C805103D (3 CD)<br />
D4 x 3