VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B y C - Autores Catolicos
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HISTORIA<br />
María Antonieta es llamada a las cimas de la grandeza<br />
desde la mediocridad.<br />
Stefan Zweig: María Antonieta, p. 6.<br />
“María Antonieta no era ni la gran santa <strong>del</strong><br />
monarquismo, ni la perdida, ”la grue”, de la<br />
Revolución, sino un carácter de tipo medio; una mujer<br />
en realidad vulgar; ni demasiado inteligente ni<br />
demasiado necia; ni fuego ni hielo; sin especial<br />
tendencia hacia el bien y sin la menor inclinación<br />
hacia el mal; el carácter medio de mujer de ayer, de<br />
hoy y de mañana; sin afición hacia lo demoníaco ni<br />
voluntad de heroísmo y por tanto a primera vista apenas<br />
personaje de tragedia. Pero la Historia, ese gran<br />
demiurgo, en modo alguno necesita una carácter heroico<br />
como protagonista para edificar un drama emocionante.<br />
La tensión trágica no se produce sólo por la<br />
desmesurada magnitud de una figura, sino que se da<br />
también en todo tiempo, por la desarmonía entre una<br />
criatura humana y su destino. Preséntase dramáticamente<br />
cuando un hombre superior, un héroe, un genio, se<br />
encuentra en pugna con el mundo que le rodea, el cual<br />
se muestra como demasiado estrecho, demasiado hostil<br />
hacia la innata misión a qué viene destinado –así<br />
Napoleón ahogándose en el diminuto recinto de Santa<br />
Elena o Beetoven prisionero de su sordera-;en términos<br />
generales es el caso de toda figura que no encuentra su<br />
medida y su cauce. Pero también surge lo trágico cuando<br />
a una naturaleza de término medio o quizá débil le toca<br />
en suerte un inmenso destino, responsabilidades<br />
personales que la aplastan y trituran y esta forma de<br />
lo trágico hasta llega quizás a parecerme la más<br />
humanamente impresionante”.<br />
“Pues el hombre extraordinario busca sin saberlo un<br />
destino extraordinario; su naturaleza de desmesuradas<br />
proporciones está orgánicamente acomodada para vivir de<br />
un modo heroico o en peligro según frase de Nietzsche;<br />
desafía al mundo con la audacia de las exigencias<br />
propias de su carácter. De modo que en último término<br />
el carácter genial no es irresponsable de sus<br />
sufrimientos porque la misión que le fue adjudicada le<br />
hace aspirar místicamente a esta prueba de fuego para<br />
que sea extraída de él su fuerza postrera; lo mismo que<br />
la tempestad a la gaviota, su poderoso destino lo<br />
arrastra cada vez con mayor poderío y más hacia lo<br />
alto”.<br />
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