VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B y C - Autores Catolicos
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HAGIOGRAFÍA<br />
Un escrito incendiario provoca un ambiente convulsivo.<br />
De forma simplista arregla como un elefante en una<br />
cacharrería.<br />
“A finales de 1528 se publicó en el continente el<br />
escrito anónimo “A supplication for the beggars”, un<br />
panfleto de catorce páginas que, reimpreso cientos de<br />
veces y traducido en numerosas ocasiones, encontró una<br />
difusión muy amplia; Moro lo consideró tan peligroso<br />
que le dedicó un tratado diez veces. Un tal Simón Fish<br />
fue identificado como autor de aquel libelo; había<br />
estudiado derecho en Londres y más tarde, en el<br />
Continente, se había adherido a Tyndale. Por medio de<br />
una “petición” en pro de los mendigos londinenses<br />
aconsejó al rey que confiscara todos los bienes <strong>del</strong><br />
clero y obligara a los sacerdotes y monjas a casarse.<br />
De un golpe, así explicaba su propuesta, quedarían<br />
solucionados todos los males <strong>del</strong> reino: la mendicidad,<br />
la despoblación, la injusticia y la explotación. En<br />
todo este tema, la doctrina sobre el Purgatorio era un<br />
punto decisivo, en cuanto que la frecuente aplicación<br />
<strong>del</strong> sacrificio de la Misa y de oraciones por las<br />
“benditas ánimas <strong>del</strong> Purgatorio” era precisamente uno<br />
de los deberes más importantes de los sacerdotes y los<br />
religiosos. Fish argumentaba contra el Purgatorio de<br />
forma no teológica, sino demagógica: si se le quitan a<br />
la Iglesia –decía- sus posesiones y se eliminan las<br />
donaciones hechas por las salvación de las “almas <strong>del</strong><br />
Purgatorio”, no se les hace injusticia alguna a los<br />
muertos ni se les daña, puesto que las Misas y los<br />
ruegos por ellos son, en cualquier caso, una tontería.<br />
El panfleto tuvo tanto éxito precisamente porque no<br />
entraba en difíciles cuestiones de fe, sino que apelaba<br />
a instintos vulgares. No dejéis que os squen el dinero<br />
<strong>del</strong> bolsillo –esto es lo que correctamente entendían<br />
los lectores- curas vagos y embusteros; quitadles<br />
incluso lo suyo. Por vuestros difuntos de todas maneras<br />
ya no podéis hacer nada”. (Péter Berglar: Tomás Moro,<br />
Palabra, pág. 2338- 9).<br />
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