VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclos A, B y C - Autores Catolicos

“Comenzó el sitio con una acción ofensiva confiada por
Cortés a Olid y Alvarado y dirigida contra el acueducto
de Chapultepec que alimentaba de agua a la ciudad. Los
españoles quebraron las tuberías de barro y muy ufanos
de su éxito se aventuraron a lo largo de la calzada de
Tacuba en peligroso ataque a la ciudad. Los mejicanos,
indignados contra los auxiliares tlaxcatecas, les
arrojaban piernas y brazos de los prisioneros
sacrificados, gritando a los españoles: “malos hombres,
pagaréis vuestra locura. Aplacaremos a los dioses con
vuestra sangre y la beberán nuestras culebras y de
vuestra carne se hartarán nuestros tigres y leones”.
Durante todo el sitio subsistió este tono agudo de
guerra mental y personal, esta sombra de sacrificio y
muerte, esta amenaza de caníbales, que daba un carácter
sombrío a la lucha –lucha sin descanso ni cuartal, sin
cesar ni de día ni de noche, cuya tensión mantuvieron
ambos lados con increíble coraje y asombrosa
tenacidad”. (Salvador de Madariaga: Hernán Cortés, pag.
436).
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