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descargar - Instituto Nacional del Teatro

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La doctora Julia Elena Sagaseta especialista en performanceseñala que en el mundo comienzan a darse en ladécada <strong>del</strong> setenta, pero sólo diez años más tarde llegana la Argentina. Este nuevo término nos permite escaparde las definiciones y cuestionamientos rígidos, abriendo lapuerta para la hibridación y el entrecruzamiento de todas lasartes. Son funciones irrepetibles, creadas con esa densidadde lo efímero, aunque como señala García Wehbi no hayimprovisaciones riesgosas, sino pautadas.El ojo crítico ya acepta con naturalidad que la teatralidadesté en objetos, muñecos o simplemente luz y efectos tecnológicos,pero ¿qué sucede con la nada? Es como analizarel negro, el blanco, aquel planteo inteligente que proponíaYasmina Reza en su exitosa obra Art. Varios amigos frentea un cuadro inquietante. Las artes plásticas están másacostumbradas a estos riesgos, los teatristas parecería quetodavía no.En la actualidad, los críticos estamos preocupados pormantener un espacio en cada uno de nuestros lugares detrabajo y que el mismo tenga dignidad. Desde hace algomás de diez años surgió por parte de los editores de losgrandes medios periodísticos la necesidad de clasificar, connotas o signos. De esta manera se “facilitaba la lectura”,aunque en realidad se buscaba evitar la reflexión. ¿Entre unlibro y su resumen cuánta gente elige lo primero? Este es elverdadero problema que padece la crítica actual. El desafíode analizar la teatralidad, de encontrar herramientas y poderseguir procesos, más allá de los resultados. Esta es nuestraencrucijada, reflexionar si seremos capaces de estar a laaltura de los cambios.Parece más claro el problema en el cine. Se abrió unagran brecha entre el discurso de los críticos de las revistasespecializadas y el que hoy escriben casi la mayoría de losperiodistas a cargo de las páginas cinematográficas. Secuenta el resumen de la película, a veces y con suerte se laubica en el ciclo <strong>del</strong> director y se adjetiva sobre los actores.En nuestro mundo teatral, ni siquiera las páginas Web hantomado el desafío de analizar los espectáculos, imperantambién allí no sólo los resúmenes de las obras, sino que sejuega astutamente con las gacetillas de prensa.Cada vez que se repite la palabra teatralidad llega un nuevocuestionamiento a nuestro trabajo. Muchas veces asistimosa muestras de fin de curso. Válidas para el proceso alumnoprofesorpero que si realizáramos una crítica profesionalestaríamos dañando a quien aún no es un profesional y enmuchos casos nunca lo será. No es la misma actitud de loscélebres vocacionales que impulsaron otro tipo de teatro yque luego se transformaron en la fuerza de los independientes.Tal vez sean coletazos de la globalización y un nuevoelemento se suma: la falta de autocrítica por parte de lospropios creadores.Creo que si la pregunta es qué lugar debe ocupar el críticofrente a la teatralidad, mi respuesta es que debe aceptar losriesgos y ejercer el pensamiento reflexivo, que tiene en suesencia. Con respeto y con elementos en su propio discurso,pero sin quedarse con el cuento o el relato de lo que elespectador verá, sino motivar tanto a los hacedores como alpúblico, para que ambos puedan tener una devolución quede alguna manera los ponga en riesgo. En tiempos don<strong>del</strong>a palabra polémica nos remite más a la televisión que a lafilosofía, el camino de la teatralidad emprende el mismodesafío que el de la crítica. No hacer concesiones banales.TEATRO & CRÍTICA27

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