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le da la gana, te corta la crítica por donde le parece porquenecesita espacio para meter una publicidad que entró en elúltimo momento… Yo estoy curado de espanto, pero tú alprincipio te cabreabas. Hasta que decidiste tomártelo conhumor. Todavía me río cuando recuerdo tu crítica de Antígona:“Suelo dejar el capítulo de la interpretación para elfinal, pero como esa es la parte que normalmente me cortanen este diario, quiero empezar esta crítica señalando quela interpretación de Fulana de Tal me parece soberbia…”Estuviste genial, Evita.-…y gracias a mi amigo y maestro Adán Manzanedo yopude…Y dale con lo de maestro. Que no, Evita. Que no. Lo quesabes, lo que eres, es mérito tuyo. Yo no hice nada. Al contrario.Te utilicé sin ningún pudor. Con la excusa de que estabasaprendiendo te mandaba a ver espectáculos de aficionadoso los montajes de las salas alternativas. Esos que a mí, enprincipio, no me interesaban. Sólo iba a verlos si tú me losrecomendabas muy vivamente. Tardé un montón de años endejar que cubrieras un estreno <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> Principal. Y cuandolo hice fue porque me había dado cuenta, gracias a ti, queel auténtico teatro, el teatro más inquieto, más innovador,era el que daban en las salas alternativas. Lo que ofrecíanen los teatros oficiales era cultura, pero rara vez arte. Poreso empecé a cederte esos estrenos, porque me aburríasoberanamente con la enésima versión de Hamlet o DoñaRosita la soltera. Ya ves si soy egoísta. Pero descuida, note lo diré nunca. Prefiero que sigas mostrándote agradecida.-…y confío en poder estar a su altura, si no con su clarividencia,sí, al menos, con un comportamiento ético…De la ética no me cabe duda. De la clarividencia, tampoco.Lo de la altura… Las cosas ya no son como antes. Y no lodigo por la Dictadura, la censura, el tener que escurrirseel magín para encontrar la frase justa y publicable… Deeso te libraste, Evita. Puedes escribir lo que te parezca sinsubterfugios. Pero cuando yo comencé teníamos dos páginasen el diario destinadas a espectáculos. Fácilmente publicabaseis o siete críticas a la semana. No había un estreno quequedara sin cubrir. Hoy, si sacamos la mitad, ya es un exceso.Al diario le importa un rábano el teatro. Y las empresas <strong>del</strong>ramo sólo quieren reportajes, entrevistas, fotos…, pero nocríticas, que pueden ser negativas. Puro mercadeo. El directorsólo quiere críticas de los espectáculos que programan lassalas comerciales o las oficiales, que son las que ponenpublicidad. De las alternativas no quiere saber nada. Siaparece una crítica alguna vez es porque la firmo yo. Todavíatengo un peso, el de la antigüedad. Pero ahora que te vasa quedar sola, Eva, se acabó lo que se daba. Todavía no losabes, pero ya te darás cuenta. Lo siento por ti, de verdad.-Propongo, pues, un brindis por el maestro.-¡Por Manzanedo! ¡Por Manzanedo!Bueno, supongo que ahora me tocará hablar a mí. Vayaincordio.-¡Venga, Adán, unas palabras!-¡Que hable!, ¡que hable!-Queridos amigos, quiero darles a todos las gracias poreste homenaje que no creo merecer…-¡Que sí, hombre!, ¡que sí lo mereces!-He dedicado toda mi vida al teatro desde esta insignificantey modesta trinchera que es la crítica periodística.Bien o mal, lo hecho, hecho está. Ahí quedan mis humildescrónicas que quizá algún día sean exhumadas por algúncurioso investigador <strong>del</strong> futuro. Me jubilo, sí. Sin júbilo,sin alegría, porque a partir de ahora mis ingresos van a sermuy escasos. Pero también sin tristeza. Porque no piensoabandonar la crítica.-¿Queeeeeé?-Me explico. El teatro es mi vida. No voy a dejar de ir alos estrenos. Pero como sé que se me va a hacer muy rarover una obra y no tener que comentarla luego, he decididoabrir un blog en Internet. A partir de ahora voy a escribir loque me dé la santísima gana, sin límites de extensión, sincondicionantes económicos o políticos, sin miramientos coneste o con el de más allá. Creo que voy a llamar a la páginaweb: sinpelosenlalengua.com. ¡Tiemblen!TEATRO & CRÍTICA57

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