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Jone M Hernández García Elixabete Imaz Martínez

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1996, unas cincuenta mujeres, apoyadas por algunos hombres, reivindicaron poder participar como<br />

“soldados” 120 (Bullen y Egido, 2003:71-95; Tranche, 2006:79-148). Su intento de incorporarse al<br />

desfile se puede interpretar como una emergencia en dos sentidos: por una parte, como una emergencia<br />

etnográfica entendida como algo que ocurre y llama nuestra atención sobre un fenómeno<br />

sociocultural subyacente; por otra parte, como un modelo emergente, un fenómeno que augura<br />

una transformación social:<br />

Por modelos emergentes se entiende aquellos constructos con entidad, peso referencial y en<br />

ciertos casos influencia normativa que incorporan nuevos significados y valores, nuevas éticas,<br />

nuevas relaciones y tipos de relaciones (Del Valle et. al., 2002:15).<br />

Durante años, como hemos dicho, estos desfiles habían sido protagonizados exclusivamente por<br />

hombres, con la excepción de una sola mujer, en el papel de la cantinera, por compañía. En 1995 se<br />

empezó a sondear la opinión pública (a través de un cuestionario repartido en diferentes puntos de<br />

Hondarribia) y el año siguiente se intentaron abrir espacios de debate a través de mesas redondas,<br />

actividades de sensibilización y una manifestación en torno a la celebración del 8 de marzo. En las<br />

siguientes semanas la reivindicación fue tomando cuerpo y se presentó una solicitud a las Juntas<br />

del Alarde y en un pleno municipal de Irun. Se pedía que las mujeres pudiesen desfilar al igual que<br />

los hombres en el Alarde de su pueblo y así lograr la plena participación en una fiesta pública de<br />

la cual se sentían excluidas.<br />

En los dos casos, recibieron una respuesta negativa a su petición y el año siguiente decidieron<br />

entrar en el desfile sin el permiso de las Juntas, lo que produjo una reacción violenta por parte de<br />

la población contraria a la participación femenina: la violencia física y verbal estalló en el mismo<br />

momento de la fiesta y se prolongó a través de diferentes formas de acoso en los meses siguientes 121 .<br />

La polémica desatada creó un conflicto social interno de proporciones inesperadas, que dura hasta<br />

la actualidad: hizo estallar un conflicto de hondo calado en las dos localidades, una situación de<br />

ruptura social, de divisiones sentidas en el seno de las familias y/o de las cuadrillas y de difamación<br />

u ostracización de las personas consideradas perpetradoras de la polémica que en algunas casos<br />

llevó al boicot de sus negocios. El conflicto desembocó en el desdoblamiento del Alarde de Irun en<br />

un Alarde Tradicional (acto privatizado, mayoritario y discriminatorio) y otro Mixto (acto público,<br />

minoritario y abierto a mujeres y hombres); en Hondarribia, se creó una única compañía mixta<br />

con el nombre de Jaizkibel, amparada por la asociación Juana de Mugarrieta 122 y esta compañía<br />

persigue en la actualidad su objetivo original de conseguir un único alarde mixto.<br />

De extrema importancia para explicar la fuerza que ha acumulado la postura tradicionalista<br />

mayoritaria en los dos pueblos son los dictados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco<br />

120 Los soldados están organizados en filas de músicos (pífanos - “txilibitoak”- y tambores y redobles) y “escopeteros”<br />

quienes, como indica su nombre, llevan una escopeta al hombro.<br />

121 La violencia en relación a este conflicto ha sido analizado por Bullen y Díez (2002) y se retoma en una comunicación<br />

presentada en el Congreso Internacional de Emakunde para el impulso de Políticas de Igualdad de<br />

Mujeres y Hombres en octubre de 2012: “Genero-indarkeria Bidasoaldeko Alardeetan hamasei urte geroago:<br />

arazoaren ustezko biderapenak erakundetu duen indarkeria-eredu iraunkorra” (Bullen y Kerexeta). Ver también<br />

Bullen y Kerexeta (2013).<br />

122 Jaizkibel es el nombre del monte donde se sitúa el santuario de la Virgen de Guadalupe, protagonista del<br />

Alarde porque a ella se le atribuye la victoria del pueblo de Hondarribia quien en 1638 resistió el sitio de<br />

tropas francesas. Según la historia, Juana de Mugarrieta, serora (sacristana) que cuidaba el santuario, viendo<br />

acercarse al enemigo desde lejos, bajó a la Parroquía la imagen de la Virgen para que protegiera a la ciudadanía<br />

atrapada dentro de las murallas.<br />

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