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Jone M Hernández García Elixabete Imaz Martínez

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lizarse desde el análisis de la violencia de género en general (Bullen y Díez, 2002). El conflicto sigue<br />

vigente, después de 20 años, y las personas jóvenes que hoy empiezan a participar en los Alardes<br />

eran de muy corta edad cuando estalló la polémica y han crecido con ella, por lo que un estudio<br />

actualizado en dicho colectivo puede ofrecernos claves importantes.<br />

Además de lo anterior, y de los contenidos relativos directamente a las representaciones y desigualdades<br />

de género y el feminismo, uno de los núcleos temáticos de nuestro estudio ha sido el<br />

estudio del cuerpo y la imagen corporal, además de las emociones y el amor. Las revisiones y<br />

propuestas en torno al cuerpo y las emociones que surgen en los años ochenta son orientaciones<br />

deliberadamente constructivistas pero que intentan a la vez superar los abusos de dicho constructivismo,<br />

como el de dejar la materialidad, la carnalidad de la vida, al margen del análisis. Entender<br />

las emociones como construcciones culturales nos hace ser críticos con las definiciones biológicistas/<br />

psicologicistas de la experiencia humana; y al mismo tiempo entender las emociones como pensamientos<br />

encarnados (Rosaldo, 1984), como formas de valoración que involucran directamente el<br />

cuerpo, y como tales las considera un campo de estudio privilegiado para analizar las relaciones<br />

entre experiencia individual, poder y estructura social (Lutz y White, 1986; Esteban, 2007, 2008).<br />

En cuanto a las relaciones afectivas y amorosas, el feminismo y en general las ciencias sociales<br />

han prestado menos atención al amor que a otros temas, aunque en los últimos años han comenzado<br />

a proliferar este tipo de estudios. Sin embargo, el análisis del amor, en general, y del amor<br />

sexual, romántico o pasional, en particular, es crucial para poder desentrañar los mecanismos<br />

causantes de la subordinación de las mujeres y, más en general, el funcionamiento del sistema de<br />

género y su posible transformación (Esteban, Medina y Távora, 2005). En los dos últimos siglos, el<br />

amor, entendido siempre como un complejo modelo de pensamiento, emoción y acción (Tennov,<br />

1979:173), ha tenido un papel central en Occidente en la configuración del individuo moderno. Así,<br />

ha contribuido a la delimitación entre lo externo y lo interno y al énfasis en la toma de conciencia<br />

individual, y ha sido base de la cohesión y el sentido de pertenencia, reforzado esto por la vinculación<br />

entre amor y matrimonio y la demarcación de lo público y lo privado; todo ello en un contexto<br />

histórico de secularización y pérdida del sentido de la trascendencia (Esteban, Medina y Távora,<br />

2005). En consecuencia, el amor se ha convertido en nuestra sociedad en un motor fundamental de<br />

la acción individual y colectiva (Evans, 2003; en Esteban, Medina y Távora, 2005:210), dentro de<br />

un proceso general donde la reformulación del sujeto y la redefinición de las desigualdades entre<br />

hombres y mujeres han estado y están estrechamente articuladas.<br />

A este nivel nos parecen muy preocupantes los resultados de diferentes encuestas llevadas a<br />

cabo en distintos contextos geográficos con estudiantes y/o jóvenes donde, repetidamente, aparecen<br />

ciertos mitos (como que “cuando las mujeres dicen no, quieren decir sí”) o ideas (como que un<br />

número significativo de jóvenes considere “normal” o quiten importancia al hecho de que un chico<br />

pueda, en un momento determinado, mostrarse violento con su pareja), que muestran claramente<br />

que tanto las chicas como los chicos tienen incorporados esquemas de relación no igualitarios e,<br />

incluso, discriminadores para las mujeres.<br />

Un estudio sobre el amor coordinado por Mari Luz Esteban 10 nos ha dado pistas para pensar<br />

en las tensiones en las relaciones amorosas de la gente joven. En la presente investigación, las chicas<br />

han mostrado una cierta contradicción entre estar enamoradas y tener capacidad de negociación y,<br />

en lo que respecta a la convivencia, se quejan de dificultades claras para el reparto de las tareas do-<br />

10 Investigación titulada “Amor, salud y desigualdad. Identidades de género y prácticas de mujeres” (expediente<br />

nº 102, Programa I+D, Instituto de la Mujer, 2004-2007).<br />

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