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Jone M Hernández García Elixabete Imaz Martínez

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El deporte o el ejercicio físico parece ser la forma privilegiada del dominio corporal, sobre<br />

todo entre los chicos. El ejercicio como forma de auto-control, desahogo o intento de superación<br />

de las propias debilidades, se vincula con el cuidado del cuerpo como organismo (…)<br />

Este cuidado del cuerpo aparece relacionado, sobre todo en una cantidad de textos escritos<br />

mayoritariamente por varones, con referencias al consumo de alcohol y drogas, lo que pone de<br />

manifiesto que se trata de dominar una corporalidad cuyas necesidades y deseos, abandonados<br />

a sí mismos, podrían llevarlos al descontrol e incluso a la auto-destrucción.<br />

Pero más allá de esta diferenciación acusada entre mujeres y hombres, así como de la relación directa<br />

entre apariencia e identidad femenina, estaríamos hablando de una tendencia a la cosificación<br />

social de las mujeres, de una reducción del ser mujer a su imagen. Naroa lo explica de esta manera:<br />

… El tono, la forma de hablar, el referirse por parte, el no tener para nada en cuenta la personalidad.<br />

Mis amigas, las del pueblo sobre todo, pueden decir “éste está bueno, pero es un borde”…<br />

o sea… (…) la percepción que tienen los hombres de las mujeres sobre todo cuando no tienen<br />

una relación con ellas. Pero esto me parece muy hipócrita, por eso luego a veces hay broncas<br />

de una persona, y eso sí que pasaba mucho en Durango cuando salía de fiesta, ¿no? es que no sé<br />

quién se ha peleado con no sé quién. ¿Por qué? Porque le ha dicho… porque se ha enrollado con<br />

su hermana, o porque le ha dicho tal cosa de su hermana. Y tú decías, ¿Y tú? ¿Qué has dicho<br />

de su hermana? ¿De su prima? ¿De su madre? O sea, ¿dónde ponemos esos límites, no? (…) Y<br />

llegar a hacer comentarios además profundamente ofensivos. (Naroa, 28 años, IM-10).<br />

Es verdad que, en una sociedad donde el culto a la imagen es central, mujeres y hombres, se<br />

fijan y juzgan el físico de las personas de alrededor, sancionando negativamente la apariencia de<br />

quienes no cumplen los ideales o no siguen las modas. La diferencia estaría en que, por una parte,<br />

esto es mucho más acusado en el caso de las chicas y en que, además, aquellas que se atreven a<br />

romper los modelos hegemónicos sufren un sancionamiento mucho mayor. Por ejemplo, algunas<br />

chicas entrevistadas que han decidido no depilarse las piernas dicen haber sido recriminadas en<br />

alguna ocasión por sus parejas. Una cuestión que habla de manera privilegiada de conflictos de<br />

género, y de la regulación social de las mujeres a través del control sobre su imagen, un tema que<br />

ya aparecía en una investigación anterior (Esteban, 2011); de tal manera que podríamos decir que<br />

la no-depilación se convierte, como veremos más adelante, en todo un símbolo de contestación<br />

y resistencia.<br />

En conjunto, y como ya se ha subrayado en el capítulo anterior, podríamos decir que las mujeres<br />

quedan más reducidas a su propia imagen que los chicos.<br />

Sin embargo, el hecho de que, cada vez más y de forma más generalizada, los chicos también<br />

“se cuiden” (hidratación de la piel, uso de gomina u otros cuidados para el pelo, selección de la<br />

ropa y sus marcas…) hace que a veces se desdibujen las diferencias en la percepción de nuestras y<br />

nuestros informantes, sobre todo, de entrada; pero después de los primeros comentarios se tienden<br />

a subrayar más las diferencias.<br />

Por ejemplo, algún informante habla de la importancia del físico en la autoconfianza masculina:<br />

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