Aparociones y revelaciones privadas Libro P Roman Espanhol

único criterio válido en sentido estricto es el milagro, ya físico, ya moral. Si este
criterio, según la Teología Fundamental Católica, es el único que debe tenerse en
cuenta cuando se trata de la Revelación pública cristiana, con mucha más razón
debe ser el único que se adopte con relación a las revelaciones privadas de carácter
profético 506 .
Como ya lo hemos dicho, los decretos de aprobación de las mariofanías
recurren a los milagros como signum comprobationis de las apariciones. Podemos
poner aquí como ejemplo los casos de Fátima y de La Salette. El obispo de Leiria,
D. José Alves Correia da Silva en la “Carta Pastoral sobre o culto de Nossa Senhora
da Fátima”, en que aprueba las apariciones, hace una descripción del milagro del sol
que tuvo lugar en el último día de las mariofanías, el 13 de octubre de 1917,
diciendo:
“Esse fenómeno, que nenhum observatorio astronómico registou e, portanto, não
foi natural, presenciaram-no pessoas de todas as categorias e classes sociais, crentes
e descrentes, jornalistas dos principais diários portugueses e até individuos a
quilómetros de distância, o que destrói toda a explicação de ilusão colectiva” 507
El milagro del sol certifica la verdad de las apariciones de Fátima de forma directa,
explícita, porque ocurre durante la última de ellas y forma parte integral de la
revelación; por lo tanto se ha interpretado como signo divino de la autenticad de las
mariofanías 508 . Aparte de los milagros, que podemos llamar directos, siguiendo la
terminología de Mario Castellano, hay otro grupo que son una prueba indirecta de la
veracidad de la aparición. Aquí se encuentran todas las clases de curaciones y
sanaciones, tanto físicas como espirituales. Por ejemplo después de la mariofanía en
La Salette, algunas personas han sido curadas, tomando agua de la fuente que brotó
en el lugar de la aparición e invocando a la Virgen de La Salette, por lo que
precisamente a Ella atribuyeron su sanación. El obispo Philibert de Bruillard hace
constancia de estos hechos en el decreto de aprobación de la aparición de La
Salette:
“Mientras cumplíamos con el deber que nos impone nuestro cargo episcopal de
contemporizar, de reflexionar, de implorar con fervor las luces del Espíritu Santo,
aumentaba cada día el número de hechos prodigiosos que se realizaban.
Anunciábase curaciones extraordinarias, obradas en diversos puntos de Francia y
del extranjero, hasta en las más lejanas comarcas. Decíase que enfermos
desesperados, y que, según el dictamen de los médicos, debían morir en breve o
quedar sujetos a perpetuas enfermedades, habían recobrado la salud al invocar a
506 C. Rahner, “Visiones y profecías…”, 101.
507 L. Gonzaga Ayres Da Fonseca, Nossa Senhora da Fátima. Aparições - Culto – Milagres, Porto 1957, 88.
508 Sobre el milagro en la teología se puede consultar: A. J. Novo Cid-Fuentes, “Prolegómenos al estudio
bíblico-teológico de los milagros”, en: Compostellanum, 54 (2009), 115-159.
98