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1.2 La cabeza bien puesta

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adical, su mito religioso de la salvación, la cato-laicidad, de<br />

m nera menos virulenta, se disimulaba y justificaba bajo la<br />

TrInidad Razón-Ciencia-Progreso.<br />

Ah?r <strong>bien</strong>, insensiblemente, durante este siglo, el enemigo<br />

rehglOso externo a la laicidad se metamorfoseó ' en tanto<br />

que la religión interna se descomponía.<br />

Por una p }rte, la iglesia católica de hoy no es más lo que<br />

.<br />

era. Se batIo en retIrada. Tolera el pluralismo de las ideas.<br />

No se identifica más con los grupos reaccionarios.<br />

Al mismo tiempo, nuestro siglo se sintió cada vez más<br />

molesto con el descubrimiento de que la noción de Razón<br />

podía recubrir no sólo la racionalidad crítica sino también la<br />

racionalidad obtusa. <strong>La</strong>s ambivalencias y las insuficiencias<br />

de la Razón aparecieron de manera evidente, no sólo las<br />

mostraron los " irracionalistas" sino también la crítica racional,<br />

especialmente la de la escuela de Frankfurt. Con cada<br />

vez .<br />

maor frec ':l enci se vio que las certezas de las pruebas<br />

no ImplIcaban lpSO ¡acto la certeza de las teorías científicas<br />

que seguían siendo hipotéticas y conjeturales. También con<br />

cada vez mayor frecuencia, después de Hiroshima, se vio que<br />

los desarrollos de la ciencia eran ambivalentes y que sus<br />

efectos podían ser destructivos y manipuladores. De una<br />

maner .<br />

generalizaa izo crisis la idea de un progreso<br />

automatIco, necesarIO, mdudable: en consecuencia los fundamentos<br />

de la religión cato-laica empezaron a co;roerse.<br />

Lo absurdo y atroz de las hecatombes de la Primera<br />

G ':l" rra l\1undial tenían una naturaleza tal que pusieron en<br />

CrISIS la Idea de progreso. <strong>La</strong> res<strong>puesta</strong> a esta crisis fue la<br />

Revolución. Esta .<br />

res<strong>puesta</strong> era de naturaleza apocalíptica:<br />

el desencadenamIento de las fuerzas satánicas del Anticristo<br />

imperialista anunciaba la llegada de la Salvación comunista<br />

y de su Mesías proletario. <strong>La</strong> única manera de interpretar<br />

de .<br />

manera pro .<br />

gresista el sentido de los horrores y<br />

barbarIes de este SIglo era concebirlos, de acuerdo con la<br />

lógica apocalíptica, como el anuncio de los Tiempos Nuevos<br />

del Parto. El stalinismo no fue percibido como totalitarismo<br />

sino como la ciudadela de los espíritus mesiánicos del Futuro.<br />

Desde esta perspectiva, el denominado "marxismo-leninismo"<br />

fue considerado no como el dogma de una nueva religión<br />

terrestre sino como uno de los componentes radicales de la<br />

laicidad. Así, paradójicamente, las enormes regresiones de las<br />

dos guerras mundiales y del totalitarismo vinieron a exaltar la<br />

esperanza en el Fu turo y darle nuevo vigor a la idea de progreso<br />

y esto hasta llegar al agotamiento y, luego, a la descomposición<br />

de la religión comunista de Salvación terrestre.<br />

Aunque no haya participado de la mitología apocalíptica,<br />

la cato-laicidad se benefició con ella. Siguió recitando la<br />

letanía del progreso, pero cada vez con menos aliento y fe.<br />

<strong>La</strong> vieja laicidad creyó revigorizarse en Francia en 1984,<br />

con el affaire de la escuela privada, arremetiendo contra su<br />

viejo enemigo confesional. Pero el sentido de la lucha se<br />

había invertido: las escuelas privadas se habían vuelto uno<br />

de los elementos de una diversidad sana y no eran más una<br />

amenaza para el libre pensamiento. Es muy posible que la<br />

vieja laicidad haya creído que iba a poder regenerarse de<br />

nuevo, en el otoño de 1989, al rechazar al viejo enemigo<br />

confesional islámico. Pero el Islam, a diferencia del catolicismo<br />

de comienzos del siglo, no ocupa ninguna posición en la<br />

enseñanza. No es de ningún modo ofensivo: no es él el que<br />

impone el velo sino una de sus expresiones minoritarias. De<br />

hecho, el campo laico está dividido entre duros y blandos. Y<br />

este asunto de la coexistencia cultural, de la integración de<br />

los inmigrantes, que plantea tantos problemas respecto de la<br />

identidad francesa, nos revela como en un negativo, el<br />

agujero negro de la laicidad.<br />

Efectivamente, en este año de 1989, nueva primavera de<br />

las libertades del mundo, que es, correlativamente, el año de<br />

la descomposición pseudo marxista-leninista, de la crisis del<br />

modelo leninista-stalinista, del endurecimiento de la socialdemocracia<br />

occidental, todo esto fosilizó la laicidad de la<br />

Tercera República y esta fosilización oculta el agujero negro<br />

que se produjo dentro de ella.<br />

¿Murió la laicidad? ¿Tenemos que pasar a otra cosa? ¿O hay<br />

que modernizarla? En mi opinión no hay que abandonar la<br />

laicidad, sino hacer que resurja. No hay que modernizar la<br />

llO<br />

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