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1.2 La cabeza bien puesta

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El mito nacional es bipolar. En el primer polo está el<br />

carácter espiritual de la fraternidad entre "hijos de la<br />

patria". En el segundo polo, la fraternidad mitológica<br />

aparece como una fraternidad biológica, que une entre sí<br />

a dos seres de la misma sangre, lo que tiende a provocar<br />

el mito secundario (y biológicamente erróneo ) de la "raza"<br />

común. De manera que la idea de nación implica un<br />

racismo virtual que se actualiza cuando el segundo polo<br />

adquiere primacía.<br />

:1<br />

LA "RELIGIÓN" NA CIONAL<br />

<strong>La</strong> mitología matra-patriótica promueve una verdadera<br />

religión del Estado-Nación que conlleva ceremonias de<br />

exaltación, objetJs sagrados (bandera, monumento a los<br />

muertos), culto de adoración a la lVladre-Patria, cultos<br />

personalizados B. los héroes y mártires. Como toda religión,<br />

se nutre del amor que, a su vez, es capaz de inspirar<br />

fanatismo y odo.<br />

El Estado-N ación se arraiga en la roca material de la tierra<br />

que subyace y constituye su territorio y, al mismo tiempo,<br />

encuentra su roca mitológica, la de la Tierra-Madre, de la<br />

Madre-Patria. Existe como una rotación ininterrumpida de<br />

lo geo-físico a 10 mitológico y, al mismo tiempo, de lo político<br />

a lo cultural y religioso. El mito no es la superestructura de<br />

la nación: es 10 que genera la solidaridad y la comunidad; es<br />

el cimiento que toda sociedad necesita y, en la sociedad<br />

compleja, es el único antídoto para la atomi zación individual<br />

y para el derrumbe destructor de los conflictos. Y aSÍ, en una<br />

rotación autogeneradora dd todo por sus elementos constitutivos<br />

y de los elementos constitutivos por el todo, el mito<br />

genera lo que lo genera, es decir, el Estado-Nación.<br />

I i<br />

'1<br />

I<br />

HA CIA LA "SUPERA CIÓN"<br />

Todo nos indica hoy que el poder absoluto del Estado-Nación<br />

podría y debería ser superado. En primer término, en el<br />

marco interno de la nación, el Estado tiende a volverse<br />

demasiado abstracto y homogeneizador a causa de su propio<br />

desarrollo técnico y burocrático. Pero, sobre todo, todos los<br />

grandes problemas requieren soluciones multinacionales,<br />

transnacionales, continentales, inclusive planetarias y necesitan<br />

sistemas asociativos, confederativos o federativos<br />

meta -nacionales.<br />

Sin embargo, si <strong>bien</strong> es evidente que en cierta cantidad de<br />

países europeos el nacionalismo agresivo/defensivo se calmó<br />

considerablemente durante las intercomunicaciones que se<br />

produjeron luego de la Segunda Guerra Mundial, debe ser<br />

menos evidente que el Estado-Nación está lejos de haberse<br />

convertido en un fósil histórico. En primer término, no<br />

podemos dejar de lado la renovación de las exasperaciones<br />

nacionales que se produjeron después de 1989 y que pueden<br />

provocar una nueva contaminación desde el Este hacia el<br />

Oeste. Aunque, por el contrario, se produzca una pacificación<br />

de los nacionalismos en el Este, la resistencia múltiple<br />

del Estado-Nación, tanto a las autonomías descentralizadas<br />

dentro de su esfera como al surgimiento de instituciones<br />

multinacionales, seguirá siendo lo bastante fuerte como<br />

para frenar, incluso detener, los procesos tendientes a crear<br />

un sistema confederativo europeo e instancias supranacionales<br />

de carácter planetario.<br />

El antiguo internacionalismo había subestimado la formidable<br />

realidad mitológico-religios2_ del Estado-Nación. Sin<br />

embargo, no sólo se trata de reconocerla, sino también de no<br />

intentar abolirla. Hay que relativizarla, como la realidad<br />

provincial fue relativizada, pero no abolida, en la realidad<br />

nacional. Pero para lograr esto, habría que amplificar y<br />

arraigar sentimientos de solidaridad europeos. Al mismo<br />

tiempo, sería necesario que los fundamentos mitológicos/<br />

religiosos de la nación, su carácter matro-patriótico, se<br />

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