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CRÓNICAS<br />
DESDE<br />
EL FUTURO<br />
GABRIELA ALATRISTE<br />
Comunicóloga con 25 años de<br />
experiencia en estrategias de<br />
comunicación y responsabilidad<br />
social empresarial<br />
erantiemposde@gmail.com<br />
EL RACISMO ENCUBIERTO QUE ERA<br />
MÁS CONVENIENTE NO RECONOCER<br />
Eran tiempos de racismo, pero en México no se<br />
percibían como tal. En 2019, las personas no se<br />
reconocían como discriminadoras, al contrario,<br />
se regocijaban y presumían que las mujeres<br />
que trabajaban en sus casas como personal<br />
doméstico eran “como de la familia”.<br />
Ese mismo año, un director de cine mexicano,<br />
que ya había alcanzado cierta fama, se coronaba<br />
en los Premios Óscar con la estatuilla<br />
a Mejor Película Extranjera con Roma, película<br />
cuya trama puso temporalmente en boga el<br />
tema de la relación que las familias mexicanas<br />
de clase media y alta entablaban con las personas<br />
que las ayudaban en las labores domésticas.<br />
En esta joya del antiguo cine mexicano, de<br />
principios de siglo, vemos que Cleo, la ‘muchacha’<br />
que labora en la casa de la familia protagonista,<br />
salva a los niños de que se ahoguen en<br />
el mar. Al regresar a casa, la abuela agradece<br />
emotivamente a Cleo que sus nietos sigan vivos,<br />
para inmediatamente pedirle que le sirva<br />
un vaso de leche (al fin, para eso le pagaban).<br />
Nadie pareció notar el detalle en el momento.<br />
En las reuniones sociales, todos trataban de<br />
dejar claro que respetaban los derechos de<br />
las trabajadoras domésticas que trabajan con<br />
ellos, que les pagaban el doctor cuando necesitaban<br />
y que les daban aguinaldo, porque les<br />
tenían cariño y eran buenas personas. Sobra<br />
decir que trabajaban sin contrato, prestaciones<br />
y sin protección social.<br />
En el México del año 2019 nadie era racista,<br />
ni pensarlo. Tan sólo vivíamos como en los<br />
Estados Unidos de la década de 1950. Muchas<br />
de las familias habitaban condominios con<br />
reglamentos internos que establecían ciertos<br />
accesos para el personal de servicio, distintos<br />
a los de los condóminos, elevadores prohibidos<br />
para las trabajadoras domésticas o espacios en<br />
los que no podían ser vistas, cómo áreas comunes,<br />
gimnasios, mucho menos albercas. Era un<br />
esquema muy similar al que se vivía en el país<br />
vecino del norte 70 años antes, cuando las personas<br />
de color no podían usar el mismo transporte<br />
público que los blancos, por ejemplo. Sin<br />
embargo, los mexicanos se quejaban de que<br />
los estadounidenses eran racistas con ellos. Al<br />
menos los americanos tenían una legislación<br />
que abordaba el tema, aún cuando gobernaba<br />
Donald Trump (sí, aunque nadie quiera recordarlo),<br />
ellos hablaban del tema y lo discutían<br />
en el Congreso.<br />
Era la época en la que, para las familias acomodadas,<br />
estaba de moda la comida orgánica,<br />
porque acababan de descubrir el daño que<br />
provocaban los alimentos con hormonas en el<br />
largo plazo. Era común que en el refrigerador<br />
de la cocina separaran la comida “para la familia”<br />
y “para las muchachas”, porque los huevos<br />
orgánicos eran más caros y las hormonas le<br />
caían mal a la señora y señorita de la casa, pero<br />
a la trabajadora doméstica no, así que no tenía<br />
caso gastar el pollo orgánico en ella. Perfectamente<br />
justificado, nadie lo vio mal por muchos<br />
años más.<br />
En esos tiempos, los mexicanos sí eran racistas,<br />
muy racistas, pero nadie se los había hecho<br />
saber. Las prácticas discriminatorias, hoy<br />
ampliamente documentadas desde manifiestos<br />
hasta piezas de arte, no eran reconocidas<br />
como tales.<br />
Vaya que hemos avanzado. Hoy, las personas<br />
mayores que al leer esta columna reconozcan<br />
que vivieron las situaciones que aquí describo,<br />
podrán tener una de dos reacciones: las menos,<br />
se justificarán diciendo que “así era la época”,<br />
sin asumir responsabilidad alguna (vergüenza<br />
para ellos); las más, se sentirán apenadas<br />
de haber participado de esas costumbres y se<br />
congratularán de haberlas dejado atrás.<br />
Increíble que hace tan poco, todo esto fuera<br />
cierto. Pero… eran otros tiempos.<br />
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