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MONASTERIO BENEDICTINO DE LAS CONDES

Una obra de arquitectura patrimonial

Una obra de arquitectura patrimonial

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Cuerpo de celdas y anteproyecto para capilla y refectorio

El autor del proyecto del cuerpo de las celdas de los monjes,

arquitecto Jaime Bellalta, escribió en 1956 lo siguiente:

Esta es una obra que no es constructiva ni constructivizante. No

es equipada, no está encerrada dentro de su propia modulación.

No es simbólica. No es “benedictina” exclusivamente. No es un

juego espacial, no es elástica y sin definición de límites. No es

el ir, ni el estar; es el ser.

Yo afirmo que es una obra valiosa de la arquitectura

contemporánea.

Es valiosa porque afirma su libertad en su participación en la

poesía espacial; su libertad en su uso; su libertad en su destino;

su libertad en su belleza; su libertad en su edad siempre nueva

y ya una ruina. Fiel a todos los postulados, a todos los traiciona.

Solo responde al destino de su lugar; no es ni más ni menos

que el lugar donde se asienta hecho arquitectura.

Es un lugar con sus estaciones, luces, nubes y monjes. Aunque

no exista más, ya transforma el lugar haciéndolo comparecer.

Si la arquitectura muestra esto se hace obra, se hace obra del

lugar, del espacio, del viento, del sol, del hombre, para el lugar,

para el viento, para el sol, para el hombre.

Este edificio corresponde al único que se construyó del

anteproyecto del monasterio que triunfó en el concurso de

1953, y que formaba parte de un conjunto mucho mayor

que se realizaría en una segunda etapa. Además del cuerpo

de celdas se proyectó con bastante detalle, aunque no se

construyó, un volumen emplazado en la actual ubicación de la

hospedería y que comprendía un pequeña capilla, locutorios y

portería, coincidiendo con la zona de acceso propuesta por el

anteproyecto.

El equipo ganador estuvo encabezado por Jaime Bellalta,

profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad

Católica de Valparaíso, y un grupo de egresados constituido por

Fernando Mena, León Rodríguez y Octavio Sotomayor, quienes

fueron inicialmente invitados a participar en el concurso.

El anteproyecto se desarrolló en Viña del Mar y Bellalta fue

propiamente el autor del mismo.

Canta solamente a su lucha por existir –no a sí misma– y por su

existencia dar testimonio del uso que quiere ser hecho de ella.

La arquitectura se hace obra en la medida de lo que se hace

de ella, se posesiona de ella y comprende su destino.

¿Acaso la arquitectura no es la habitación del hombre? Y la

habitación del hombre ¿no es el habituarse a su medio, a sus

posibilidades, a su destino?

Para el desarrollo posterior del proyecto, una vez que éste

se hubo adjudicado, se incorporó durante algunos meses el

arquitecto Miguel Eyquem, a quien remplazó posteriormente

Pedro Burchard, el que se mantuvo hasta el final de esta etapa

y durante la construcción que se inició en 1954. Según el Hno.

Martín, fue Pedro Burchard quien desarrolló la escalera del

cuerpo de celdas. En este tiempo se retiró Rodríguez, siendo

seguido por Mena y, finalmente, por Sotomayor.

Nota: Los textos en cursiva corresponden en este capítulo a redacción del propio autor de esta edificación, arquitecto Jaime Bellalta.

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