Inglaterra, donde estaba trasladada por razones políticas lacomunidad de Solesmes, les tocó la lectura del evangelio deMateo 19, 27: “todo aquel que haya dejado casas, hermanos,padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá elciento por uno y heredará la vida eterna”. De común acuerdosintieron ambos esposos el llamado divino, sobre el cualhabían conversado antes muchas veces y decidieron dar lospasos para llevarlo a la práctica.Al efecto, en una audiencia privada tenida con BenedictoXV, confiaron al Santo Padre su decisión, recibiendopaternalmente su apoyo, los indultos necesarios y susbendiciones. Doña Elvira ingresó al noviciado de las DamasCatequistas de Loyola, España, el 15 de agosto de 1920,haciéndolo su esposo a continuación al monasterio de Quarr.La decisión fue comunicada por carta a sus padres, quesufrieron por esta determinación tan extraordinaria comoimprevista. Don Ramón, incluso, interpuso su poderosainfluencia en las esferas vaticanas para ver de lograr disuadira su hijo de un experimento peligroso, poniéndose paraello en contacto con monseñor Tedeschini, sustituto dela Secretaría de Estado. En su respuesta éste diría a donRamón: “El Santo Padre es de opinión de que la decisiónde Dom Pedro no fue ni precipitada, ni producto de influjosexternos. Su edad y su carácter lo capacitan para obrar conpleno conocimiento. Su entrada al monasterio se debe a laeximia devoción que siempre a ornado su alma y de la cualsolo son ‘culpables’ sus padres tan amados. Su hijo Pedro,que era feliz en el mundo y en la libertad y que sin embargoprefirió la pobreza de Jesucristo para seguir el camino deperfección, se convertirá en un luminoso ejemplo para todosy dará nuevo lustre a la nobleza de su familia”.En su nuevo género de vida, Dom Pedro no pensaba enfundaciones benedictinas en Chile; su formación transcurrióen plena paz y separación del mundo, siempre trabajandoen sus pinturas, según el deseo de sus superiores. En ciertaocasión el Abad Dom Delatte le pidió que ilustrara una vidade San Benito, agregando, “pero no se apresure. Hágalo conmucha paz, porque el trabajo de un benedictino debe brotarde la paz y conducir a ella”. El Monasterio de Las Condesconserva las acuarelas originales de esta vida.UN LARGO PROCESO FUNDACIONALCon ocasión de la muerte de doña Amalia, acaecida alllegar a Barcelona en marzo de 1930, Dom Pedro fueautorizado para acompañar a su padre a Chile, oportunidaden el que se le hizo manifiesto el vivo deseo de numerosaspersonas e instituciones de Iglesia respecto a la fundaciónde un monasterio benedictino. Entre otros monseñorCarlos Casanueva, rector de la Universidad Católica, hacíaproposiciones formales, si bien un tanto fantásticas,ofreciendo terrenos en el cerro San Cristóbal. Dom JuanSubercaseaux, a la sazón rector del seminario, era otro delos interesados, lo que no es de extrañar, si se tiene presentesus primeras iniciativas durante su época de estudiante deRoma.Por entonces, un seminarista de Santiago, Eduardo LagosArraño, que manifestara a su rector su vocación a la vidamonástica, fue enviado a Quarr, profesando allí en febrerode 1932. Futuro monje de Las Condes, el padre Eduardo seríasu primer Abad en 1980.Durante estos años, Dom Pedro, ya entusiasmado con laidea, interesaba a sus superiores en Quarr, con encomiable22
f. 7 / Virgen de LasCondes, cuadro de FrayPedro Subercaseaux.f. 8 / Fray PedroSubercaseaux,sus alegorías históricas.23