MONASTERIO BENEDICTINO DE LAS CONDES
Una obra de arquitectura patrimonial
Una obra de arquitectura patrimonial
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diligencia, mientras un caracterizado grupo de seglares
y eclesiásticos se movía en Chile para lograr la deseada
fundación. Don Juan los capitaneaba.
Sucede entonces un largo y farragoso período de gestación
y concreción del plan fundacional, que tropezaba con la
prudente resistencia por parte del Abad de Solesmes, Dom
Cozien. Una fundación tan lejana no dejaba de plantear
graves interrogantes y este género de obras debían ser
probadas. Su verificación sería el triunfo de la paciencia ante
voluntades aparentemente inconmovibles.
Es digno de resaltar, durante todo este tiempo, el esfuerzo
no solo de Dom Juan, sino de toda la familia de Dom Pedro,
que, oportuna e inoportunamente, movió todos los resortes
al alcance de su mano para lograr el deseado objetivo. Entre
los muchos capítulos de aquel auténtico drama, resalta la
intervención de don León Subercaseaux, el hermano menor.
Agregado a la Embajada cerca de la Santa Sede, que en
1935 traba contacto con el Cardenal Secretario de Estado,
Monseñor Pacelli, a fin de que presionara algo al Abad de
Solesmes y decidiera la fundación.
planteamiento, con pequeñas modificaciones, se verificaría
de hecho en la práctica.
Hubo aun más. En 1936, con ocasión de una visita del obispo
castrense, monseñor Rafael Edwards, a Roma, después de
tratar el tema con el Abad primado y el célebre cardenal
Schuster, Arzobispo benedictino de Milán, visitaba al Abad
de Solesmes, a nombre de los obispos de Chile. Al informar
a don Juan Subercaseaux del resultado de la entrevista
expresaba:
“Le he manifestado con cierta tenacidad que todos los
obispos de Chile deseamos vehementes esta fundación y que
pensamos que ella es un complemento del establecimiento
de la Iglesia en Chile. Le he agregado que deseamos que
sea Solesmes quien funde; por el gran poder de irradiación
que tiene en Francia y éste su admirable monasterio y
que no nos mueve el desear esta fundación el simple
deseo de tener más operarios del Evangelio en Chile (que
harto lo necesitamos), si no el deseo de introducir la vida
contemplativa y benedictina entre los hombres para rendir
culto más perfecto a Dios, para atraernos mayores gracias y
para señalar este ideal a nuestros fieles”.
En el intercambio de correspondencia habida en esta
ocasión se manifestó claramente el interés de la Santa
Sede en esta iniciativa, a la vez que las ideas personales
del futuro Pío XII. Así se lo expresó en abril de 1936 al Abad
Primado de los benedictinos padre Fidelis von Stotzingen
y posteriormente a la esposa de don León. En la mente
del cardenal Pacelli, la congregación de Solesmes debería
emprender la fundación “hasta que llegado el momento
pudiese formarse una congregación sudamericana”. Si la
abadía francesa se negaba a esta iniciativa, “se recurriese a
la archiabadía alemana de Beuron”. Cabe adelantar que este
Este planteamiento que definía con gran exactitud el
objetivo y orientación de la futura casa, sería acogido con
benevolencia por Dom Cozien, quien manifestó a monseñor
Edwards que en último término el Capítulo General de su
Congregación resolvería la petición. Este se reunió en julio de
1937 y, entre otras importantes materias, aprobó la elevación
a abadía del priorato de Quarr y la fundación del monasterio
chileno, encargándole a la citada comunidad su verificación.
Entretanto el mismo año se había constituido aquí una
“Sociedad Mobiliaria de Las Condes”, encargada de recaudar
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