MONASTERIO BENEDICTINO DE LAS CONDES
Una obra de arquitectura patrimonial
Una obra de arquitectura patrimonial
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El proyecto se fundamentó en tres ideas principales. En
primer lugar, en una comprensión de la vida cotidiana
benedictina contemporánea, en que fue particularmente
importante el concepto de que todos los lugares y objetos
del monasterio eran como los vasos de altar, sagrados, y lo
mismo los actos. Lo anterior requería, por lo tanto, una alta
cantidad de la forma en todos los elementos que componían
la obra.
Un segundo aspecto decía relación con la decisión, que era
preciso adoptar, frente al espacio existente del cerro Los
Piques, en el que el edificio se emplazaba. Este se estableció
a mediafalda para no tocar la cumbre, dejándola libre para
la clausura monástica y ubicándolo de manera tal que, por
una parte el acceso desde Santiago permitiera reconocer la
ciudad al llegar (reconocer el origen), y por otra parte, la obra
se viera como un signo desde la zona habitada. El camino de
llegada al monasterio estaba proyectado al oriente del cerro
y corresponde, en parte, al que se usa hoy día como acceso a
los galpones y zona de trabajo, desviándose luego hasta una
pequeña plazuela que se abre visualmente a la cordillera, el
valle de La Dehesa y las casas en un primer plano. Todo el
entorno se graduó cuidadosamente midiendo la relación
monasterio –lugar, sea como paisaje, vista, como ámbito de
trabajo o paseo, o como material –mineral– piedra en sus
muros.
Finalmente, el proyecto se fundamentó también en
la enseñanza de los maestros de la arquitectura
contemporánea, como un camino sin compromiso con “los
estilos” (neos), para poner la obra a la luz y en el espíritu del
momento presente.
El cuerpo de las celdas de los monjes, al ser el primero en
el cerro, no requirió de la armonización con otras obras
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