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MONASTERIO BENEDICTINO DE LAS CONDES

Una obra de arquitectura patrimonial

Una obra de arquitectura patrimonial

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Hospedería

A partir de la función que se le había asignado a la hospedería,

los fundamentos arquitectónicos y las propuestas que

ellos generaron pueden ser ordenados desde el punto de

vista de la forma, el espacio y la materialidad. El edificio

estaba destinado a acoger los huéspedes que acuden al

monasterio, misión encargada a los benedictinos por la

Regla de San Benito, ofreciéndoles un lugar propicio para

el estudio, la meditación y el retiro. La construcción debía

ofrecer un mínimo de confort y el programa consistía en

un vestíbulo de entrada, una sala de reunión y trabajo,

baño común y varias celdas con espacio para una cama,

un pequeño escritorio, una silla, una repisa de noche, un

lavatorio y un clóset.

Cuando se proyectó la hospedería el año 1962, solo existían

el edificio que albergaba las celdas de los monjes, con

una pequeña biblioteca y la sala del capítulo, así como

el cuerpo de construcción ligera en que funcionaban la

capilla y refectorio, ambos diseñados por Jaime Bellalta y

su equipo. El primero de los edificios nombrados imponía

al conjunto un estilo racionalista de líneas muy depuradas,

bellas proporciones y una volumetría de muros blancos que

se recortaba nítidamente contra el cielo y el cerro.

La hospedería, de tamaño e importancia menor que el

edificio anterior, se propuso un lenguaje formal muy simple

que armonizara con lo existente, expresándose también con

formas cúbicas y muros que predominaran por sobre los

vanos, excepto en muy pocos paños donde el ventanal era

completo. La simplicidad de los volúmenes se compensaba

mediante un juego controlado de los distintos cuerpos que

componen la obra, a lo que se añade la textura del hormigón

y la albañilería no revocados, como la riqueza de la línea

negra de los marcos y batientes de las ventanas sobre el

plano blanco de los muros. Subrayando la horizontalidad

del edificio, intencionadamente se fijó su altura para que

no sobrepasara el borde superior del muro de piedra que

contiene el claustro, mientras en su disposición en forma

paralela al cuerpo de las celdas de los monjes reforzaba la

ortogonalidad del incipiente conjunto arquitectónico.

La forma de la hospedería establecía con el paisaje

circundante una relación similar a la que se daba en el

caso del edificio existente, vale decir, de contraste con

la irregularidad del plano inclinado y la coloración del

terreno y la vegetación de estepa de secano. La volumetría

de blancos muros descansa en una base de hormigón

que sigue la pendiente del cerro, independizándose del

suelo y agregando en la pendiente natural una forma

inequívocamente artificial.

Consecuente con la intención original, la hospedería intenta

un espacio que refleje la búsqueda de la pobreza y la

sencillez benedictinas, enriqueciéndose solo por lo ajustado

de las proporciones; la diferente iluminación en los muros e

interiores de los distintos recintos, gracias a los cambios en

las orientaciones y en los tamaños en los vanos exteriores;

y un recorrido que permita descubrir una variedad de

situaciones, desde los lugares de actividad común hasta la

privacidad de la celda.

El acceso a la hospedería , que se inicia desde el claustro,

situado en la parte baja del edificio de las celdas de

los monjes, desciende por una rampa que sumerge al

Nota: Los textos en cursiva corresponden en este capítulo a redacción del propio autor de esta edificación, arquitecto Patricio Gross.

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