FRATRUM MINORUM - OFM

toria. Aquí, bajo nuestros pies, los arqueólogos
Elpidio Ortega y Marcio Veloz Maggiolo
descubrieron a finales del año 1988
restos de cerámica indígena. El área del río
Ozama, en efecto, en cuya orilla izquierda
se levanta esta ermita, antes y en los primeros
años de la conquista estuvo poblada por
pacíficos indios taínos, que eran, en frase de
Cristóbal Colón, “gente muy pobre, pero
bien hechos y de muy buenas caras”.
Cuando el año 1498 llegó a esta zona el
Adelantado Bartolomé Colón, hermano
mayor del Descubridor, fue aquí, en este
alegre y despejado ribazo costero, donde
fundó la villa de Santo Domingo.
Y aquí, exactamente dentro del recinto de
esta ermita, levantó el Adelantado un pequeño
oratorio en forma de bohío. Digo exactamente,
porque los citados arqueólogos identificaron
en el subsuelo que cubren estas rústicas
losetas los huecos de los seis postes de
madera que sostenían el primitivo oratorio,
oratorio que unos cuarenta años más tarde
fue construido en piedra y ladrillo, tal como
lo vemos ahora, con sus “arcos transversales
apuntados sobre pilastras”. El pórtico, probablemente,
es de fecha posterior.
Esta ermita puede ser considerada justamente
como la Porciúncula de la Orden Franciscana
en América, porque fue en ella donde
formaron su primera comunidad los franciscanos
que llegaron al Caribe en los años
1493, 1500 y 1502, como luego veremos.
Por eso, creo que es acertado celebrar en
esta ermita del Rosario la memoria del quinientos
aniversario de la fundación de la
primera Provincia Franciscana de América,
llamada Santa Cruz de las Indias, la cual, en
sus inicios, estuvo integrada por los mismos
frailes que utilizaron esta capilla para sus
servicios religiosos.
Durante la época inicial de la historia de
la Orden Franciscana en el Caribe el hecho
más importante es la fundación de la Provincia
de Santa Cruz de las Indias, erigida
en el mes de mayo de 1505. El correspondiente
decreto, promulgado por el Capítulo
General que la Observancia celebró en la
ciudad francesa de Laval, dice así:
“Se concede, para gloria de Dios, aumento
de nuestra Religión y honor de la Re-
AD CHRONICAM ORDINIS
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gular Observancia, que de los conventos de
las Islas Indianas se haga, erija y forme una
Provincia, la cual tenga voto en los Capítulos
Generales que se celebren en adelante,
y su Vicario Provincial, la misma autoridad
en ambos fueros que tienen los demás Vicarios
Provinciales”.
Una fundación festinada
A pesar de tan solemne decreto, la fundación
de la Provincia de Santa Cruz de las
Indias fue, sin duda, un acto festinado, pues
la presencia de los franciscanos en el Caribe
era todavía sumamente frágil e inestable
en el año 1505.
Los primeros misioneros de la Orden habían
llegado a las Antillas doce años antes,
en 1493, formando parte del segundo viaje
de Cristóbal Colón. Únicamente dos de
ellos, Fray Juan de la Deule y Fray Juan de
Cosin o Tisin, que eran franceses, hermanos
legos, aunque “muy bien sabidos y letrados”
en expresión de Bartolomé de las Casas,
permanecieron en la Española durante
algunos pocos años. Dedicados a realizar
investigaciones etnográficas juntamente
con el ermitaño catalán Fray Ramón Pané y
a catequizar a un pequeño grupo de indígenas,
no fundaron conventos ni construyeron
iglesias. Antes del año 1500 estaban ya de
regreso en España, donde informaron a su
Superior, Fr. Olivier Maillard, sobre la violenta
y confusa situación de la colonia caribeña.
El año 1500, en unión con Francisco
Ruiz, Juan de Robles y Juan de Trasierra,
españoles, sacerdotes, miembros también
de la Observancia, los dos citados hermanos
franceses regresaron a Santo Domingo.
Tampoco el propósito de este segundo grupo
era el de establecer la Orden. El carácter
de su viaje fue, más bien, político. Navegaron,
en efecto, en la flota que transportaba
al Juez Pesquisidor Francisco de Bobadilla,
con quien los frailes cooperaron abiertamente
en deponer de sus cargos y actividades
a los hermanos Colón y devolverlos, encadenados,
a España. Francisco Ruiz, que
era secretario del Cardenal Cisneros, bautizó
en Santo Domingo un buen número de
indígenas, evangelizados previamente, y re-