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FRATRUM MINORUM - OFM

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a, pienso que es oportuno recordar que fu<br />

gracias a las gestiones del franciscano Fr.<br />

Antonio de la Cruz se fundó en la Nueva<br />

España, en 1530, la primera escuela para la<br />

educación de las niñas indias, seguida de<br />

otras en Texcoco y Huejotzingo. Posteriormente<br />

se abrieron otras escuelas como éstas<br />

también en Otumba, Tepeapulco, Cholula,<br />

Coyoacán, Tlalmanalco y Cuauhtitlán. Significativo<br />

es también el interés del franciscano<br />

y obispo Zumárraga, quien en 1534<br />

trajo consigo de España un grupo de maestras<br />

seglares con el fin de potenciar la instrucción<br />

de las niñas. También aquí se dio la<br />

reciprocidad, pues las niñas formadas en estos<br />

colegios-escuelas prestarán una gran<br />

ayuda en la obra de evangelización.<br />

Pero no sólo los franciscanos que habían<br />

llegado a estas tierras promovieron la educación<br />

y formación de los nativos, también<br />

lo hicieron los que se habían quedado en<br />

España, pero que miraban al Nuevo Mundo<br />

con los ojos de quien se sabe “hermano universal”.<br />

Los franciscanos de la Universidad<br />

de Salamanca fueron, de hecho, pioneros en<br />

la defensa de la enseñanza superior de los<br />

indígenas, como lo demuestra el notabilísimo<br />

dictamen dado en favor de dichos estudios,<br />

en 1543, por el teólogo franciscano Fr.<br />

Alfonso de Castro, que lleva la aprobación<br />

de sus hermanos de religión Fr. Francisco<br />

de Vitoria, Fr. Andrés de Vega, Fr. Francisco<br />

del Castillo y Fr. Luis de Carvajal.<br />

2. Los franciscanos: Frailes pobres que<br />

conocen el valor de los libros<br />

La mayor parte de los primeros franciscanos<br />

llegados a tierras de México, entre<br />

ellos los “Doce”, provenían de la Provincia<br />

de San Gabriel, en España. Una Provincia<br />

que daba a sus frailes una sólida formación<br />

espiritual, dentro de una rigurosa observancia<br />

regular, pero al mismo tiempo suficientemente<br />

flexible y equilibrada. Es de notar<br />

que, mientras la “tradición descalza” había<br />

abandonado los estudios, la Provincia de<br />

San Gabriel los admitía.<br />

Esto puede explicar cómo México contó<br />

desde muy antiguo con bibliotecas notables<br />

(Cf LINO GÓMEZ CANEDO, <strong>OFM</strong>, Viejas Bi-<br />

EX ACTIS MINISTRI GENERALIS<br />

27<br />

bliotecas de México, en Evangelización,<br />

cultura y promoción social, Edt. Porrúa,<br />

México 1993, 409-415). No se conoce la lista<br />

de los libros que trajeron consigo los primeros<br />

frailes. Conocemos, sin embargo, los<br />

libros que llevaban consigo los franciscanos<br />

de la primera expedición misionera a Cumaná<br />

(Venezuela). También sabemos que la expedición<br />

de 1519, con el mismo destino, llevaba<br />

73 volúmenes. Estos envíos de libros a<br />

América creció rápidamente, a medida que<br />

se extendía el arte de la imprenta. Ésta fue<br />

implantada muy pronto en México por Fr.<br />

Juan de Zumárraga, quien reunió la primera<br />

biblioteca importante de México. Algunos<br />

de los volúmenes de esta biblioteca, con<br />

anotaciones de la mano de Zumárraga, se<br />

conservan todavía. Más adelante fueron<br />

muy notables las que instaló Fr. Alonso de<br />

Veracruz en Tiripitío y Tacámbaro.<br />

Ya en el s. XVII la Provincia del Santo<br />

Evangelio de México cuenta con varias bibliotecas,<br />

cerca de 90, entre grandes, modestas<br />

o pequeñas. Y entre las alhajas de<br />

sus conventos vienen considerados los libros,<br />

tal como se desprende de un informe<br />

sobre las bibliotecas de los conventos de dicha<br />

Provincia y que hoy se conserva en el<br />

Instituto Nacional de Antropología e Historia<br />

de la ciudad de México.<br />

La más copiosa de todas éstas era la de<br />

Tlatelolco, probablemente la que restaba del<br />

antiguo colegio de Santa Cruz, que contaba<br />

con más de 1.000 volúmenes. La segunda biblioteca<br />

, en número de libros, era la de Toluca<br />

con un total de 378 volúmenes. Seguramente<br />

la biblioteca de San Francisco de México<br />

era la más grande. Otras bibliotecas de<br />

esta Provincia del Santo Evangelio eran las<br />

de Texcoco, Tlalnepantla, Tacuba, Tepepan,<br />

Cholula, Tlaxcala, Tepeaca, Tlalmanalco,<br />

Tulancingo, Tepeji, San Cosme y Huexotla.<br />

Llama la atención la presencia en estas<br />

bibliotecas de un buen número de obras<br />

“humanísticas” y de autores clásicos como<br />

Platón, Plinio, Cicerón, Virgilio, Terencio,<br />

Aristóteles, Valerio Máximo, Quintiliano,<br />

Nebrija, Vives, entre otros; además de muchas<br />

e interesantes obras de los Santos Padres,<br />

de Derecho, de comentarios a la Sagrada<br />

Escritura y de manuales de moral,

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