Untitled - InterClassica
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XXIII<br />
EL AMANTE<br />
Es una narración que lleva intercalado (19-48) un paraclausitirón<br />
como el de III, pero de tipo homosexual, con similitudes<br />
como la amenaza de suicidio, que en este caso se cumple. Todo<br />
es, sin embargo, un poco desaforado en este más que romántico<br />
amor: resultan particularmente absurdas las peticiones finales y<br />
además inútiles, pues el desdeñoso no oye; y, aunque efectista,<br />
es psicológicamente inverosímil la soberana indiferencia con que<br />
este último acoge el triste espectáculo. Hay desde luego un interesante<br />
aspecto religioso en el hecho de que en tal momento<br />
(55-56) se contraiga un miasma; la venganza de Afrodita hacia<br />
alguien que la desprecia (recuérdense el hado de Dafnis en I y las<br />
alusiones de XXVII 15-16) responde a un viejo tema iniciado<br />
desde época muy temprana, por ejemplo en Las suplicantes de<br />
Esquilo o el Hipólito de Eurípides, pecadores unas y otro por no<br />
seguir la ley natural. A esto se suma el tema (que puede hallarse,<br />
por ejemplo, en Ant. Pal. IX 67) de la estatua que se venga o<br />
venga a alguien. Lo cual ocurre en el bien trazado escenario de<br />
un gimnasio al que asisten efebos y en el que se yerguen, 59, estatuas<br />
de Eros: todo esto recuerda el mundo de la "high Ufe"<br />
deportiva y juvenil que entrevimos en II. La lengua y la métrica<br />
no psirecen teocriteas: la similitud del final respecto al fragmento<br />
II de Mosco hablaría en favor de él, pero también se han sugerido<br />
Bión y el autor de XX, quienquiera que sea.<br />
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