Untitled - InterClassica
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XXVII<br />
EL GALANTEO<br />
Es idilio muy celebrado, atrevido, pero no obsceno: no<br />
hay nada en esta "experiencia prematrimonial" de lujuria viciosa<br />
y sí de evolución psicológica inteligentemente seguida.<br />
Lo que conservamos (falta el principio, en que la pareja ya<br />
se ha dado un beso) comprende una esticomitia de 66 versos seguida<br />
de un final del narrador y de unos enigmáticos versos, 72-<br />
73, que pueden no pertenecer al poema y que constituyen una<br />
especie de paso a otro canto.<br />
En un cuadro pastoril bien trazado sin grandes precisiones<br />
ni exageraciones se mueven dos figuras temperamentalmente distintas:<br />
él (su nombre Dafnis no se relaciona con el gran mito<br />
tantas veces citado) es un mozo sin muchas complicaciones que<br />
sabe lo que quiere y lo busca sin escrúpulos: ella es una joven,<br />
en medio de todo, sagaz y cauta que se convertirá, intuimos, en<br />
una perfecta madre de familia. Arisca al principio (19), defensora<br />
de una virginidad en que (recuérdese lo dicho sobre XXIII)<br />
Ártemis se opone a Afrodita, está, por lo visto, pensando ya en<br />
noviazgos (23), pero teme o finge temer las secuelas inevitables<br />
(25) de la boda (mal carácter del esposo, 27; partos, 29, y lo que<br />
ellos afean, 31) y considera importante el aspecto social del galanteo:<br />
aunque su nombre compuesto de Acrotima (44) indique<br />
buena familia (los de los padres de ambos, 42 y 44, pertenecen<br />
al repertorio pastoril), la del boyero (7) es mejor que la de ella,<br />
cabrera (47), y además hay dote (33) por parte del novio y se<br />
promete una buena vivienda (38). La moza consigue hábilmente<br />
una declaración formal (24), un juramento (35), una conversación<br />
de Dafnis con su padre (40), y sólo una vez obtenido todo<br />
ello toma la iniciativa (45) no sin ciertos temores (61) y con<br />
pormenores burgueses como el no querer manchar la ropa (53).<br />
Es en suma un diálogo muy grato de leer, pero no de<br />
Teocrito; lo que sí hay son huellas de imitación suya; una vez<br />
más se acude a la paternidad de Mosco y Bión, pero, a juzgar<br />
por algunos ecos de éste, tal vez habría que llevar la obra hasta<br />
nuestra era.<br />
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