LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional
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ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES <strong>DE</strong> BOLIVIA<br />
apoyo oficial para que se patrocine mi candidatura.<br />
El Ministro sonrió levemente. Fue su sonrisa más bien de los ojos<br />
que de los labios y repuso con calma y seguridad.<br />
—El Gobierno verá con agrado su candidatura; puesto que no existe<br />
respecto de Ud. ninguno de los motivos que privan del ejercicio de<br />
los derechos políticos conforme a nuestra Constitución. Es UD. apto<br />
para elegir y para ser elegido. Si en la provincia de... existe un<br />
crecido número de partidarios suyos que hacen probable su triunfo,<br />
el Ministerio de mi cargo se felicita de ello, pues verá con placer la<br />
entrada de un joven de sus excelentes condiciones en el seno del H.<br />
Congreso <strong>Nacional</strong>. En cuanto a patrocinar su candidatura, es<br />
diferente. UD. sabe que en Bolivia hay absoluta libertad de sufragio,<br />
de manera que la coacción del Gobierno para imponer un candidato<br />
sería un abuso incalificable en nuestro democrático sistema de<br />
libertades. Son los partidos los que tienen que obrar. Al Ejecutivo,<br />
sólo le toca vigilar la correcta realización de ese gran derecho y<br />
deber político de los pueblos modernos, que se llama sufragio... Será<br />
la mayoría y nada más que la mayoría la que le dé el triunfo.<br />
El Excmo. Paredes volvió a sonreír de nuevo y quedó un<br />
momento silencioso.<br />
—Crea UD. que me satisface, —continuó— el que los jóvenes se<br />
preocupen ya de tomar parte activa en política y sobre todo de<br />
ingresar a los Congresos. Las Asambleas deliberantes necesitan<br />
siempre dos elementos: el conservador y el innovador; el primero lo<br />
representan los que hemos vencido la mitad del camino de la<br />
existencia, el segundo, lo constituyen los jóvenes que abandonan las<br />
aulas con el cerebro lleno de ideas nuevas y de doctrinas<br />
revolucionarias. El primer elemento es numeroso en nuestras corporaciones<br />
legislativas y políticas, es necesario dar paso al segundo,<br />
pero con cautela, con mucha cautela...<br />
Una sombra pasó por los ojos del Ministro, que volvió a sonreír y<br />
profirió con poca seguridad algunas palabras corteses:<br />
—Ojalá salga victorioso en las futuras elecciones; deseo<br />
sinceramente su triunfo—; y como se volviera a hojear un<br />
expediente, comprendí que debía tocar retirada.<br />
Si fue dificultosa mi entrada, resultó rápida mi salida. Mordíame<br />
con furia las guías de mi naciente bigote. En las calles iba<br />
amontonando toda mi ira concentrada contra Paredes y el Gobierno,<br />
en tanto que acariciaba mi triunfo desde las filas de la oposición. Mis<br />
interpelaciones a los Ministros iban a hacer época. Traería abajo a<br />
todo el Ministerio.<br />
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