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LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional

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<strong>LA</strong> <strong>CANDIDATURA</strong> <strong>DE</strong> <strong>ROJAS</strong><br />

entristecen, que alegran... En fin, no sé lo que digo, estoy<br />

embriagado....<br />

“¿Verdad, que no me despreciarás por eso? Tu abuelo mismo<br />

me dijo que era preciso emborracharse con los electores. Yo no he<br />

hecho más que seguir su consejo... Tú ves, el consejo de un<br />

abuelo...<br />

“No puedes imaginarte, cuanto me he aburrido acá, lejos de ti,<br />

condenado a la contemplación de las pálidas caras de las señoritas<br />

Montes de Oca, condenado a escuchar Vida vienense y condenado a<br />

vivir de recuerdos.<br />

“¿Sabes tú lo que son los recuerdos? Esto sí, lo sabes. Dicen<br />

que la luz de la luna es un recuerdo: es un recuerdo de la luz del sol;<br />

el perfume es otro recuerdo: recuerda a una mujer o a una flor; el<br />

aguardiente es un recuerdo de la uva.<br />

“Pues, mira, yo no hago mas que recordarte. Te recuerdo<br />

siempre y te recuerdo porque te amo, porque te adoro y porque te<br />

idolatro; tres estados graduales de la borrachera de la pasión.<br />

“No vayas a creer que tengo una botella de guarifé al lado. Acá al<br />

pisco le llaman guarifé. No, lo que tengo es tu imagen que no me<br />

abandona, tu imagen que parece desprenderse del papel en que está<br />

fotografiada y que se desprende al fin, y que viene a sentarse a mi<br />

lado. Ya ves si estaré embriagado cuando veo tantas cosas<br />

imposibles y cuando te escribo tantas tonterías, aunque sean la pura<br />

verdad, porque la verdad es muchas veces una tontería.<br />

“Yo te he sido infiel, mi querida Inés. Te he sido infiel,<br />

perdónamelo. Quise olvidarte, quise desterrar tu obsesionante<br />

imagen de mis pensamientos, quise curar la herida que tus ojos<br />

habían hecho en mi corazón. No es muy grande mi delito. Un<br />

enfermo tiene derecho a la curación, un enamorado sin esperanza<br />

tiene derecho al olvido y un panegirista de los derechos del hombre<br />

tiene derecho a la libertad.<br />

“¡Qué diría tu abuelo si leyese todo esto, si supiera que escribo a<br />

su nieta de amor y de libertad!<br />

“¿Un diputado, hablando de amor y de libertad? ¿Has visto tú<br />

nunca algo más curioso?”.<br />

El sonoro canto de un gallo me hizo levantar la cabeza y por<br />

entre las junturas de las ventanillas vi cernirse la sonrosada luz del<br />

alba. Estaba amaneciendo.<br />

La cabeza me pesaba enormemente, mis ideas se embrollaban.<br />

Resolví terminar la carta al día siguiente y me acosté, después<br />

de haber cubierto de besos el retrato de Inés.<br />

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