LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional
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ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES <strong>DE</strong> BOLIVIA<br />
Cantaban las cigarras. Su concierto melancólico anunciábanos el<br />
fin de la primavera. Subía el tono de su música de una manera<br />
uniforme y luego comenzaba a apagarse lentamente.<br />
—Dime, Máximo, y ¿cómo está el caballero?<br />
—Bien de salud, patrón, ¡gracias a Dios!<br />
— ¿Y la señorita Inés?<br />
—Sanita, patrón, y muy güena moza.<br />
La sombra había invadido la quebrada en toda su extensión. El<br />
crepúsculo es allí breve. Sobre las cimas de los cerros los cúmulos<br />
dorados por los últimos rayos del sol se destacaban gloriosamente<br />
entre la pálida transparencia del cielo. Poco a poco iba calmándose<br />
la vida del paisaje en una como somnolencia dulce y suave.<br />
Esfumábanse los contornos, las sombras pulían y redondeaban, la<br />
luz iba apagándose sin estremecimientos, con un deliquio de mujer<br />
que se abandona; el púrpura y el añil decolorábanse, el amarillo<br />
palidecía, el verde lejano tornábase clarísimo, con transparencia de<br />
menta y parecía subir hacia el azul del infinito, como una aspiración<br />
jamás satisfecha.<br />
—Máximo, ¿nos sorprenderá la noche antes de que lleguemos?<br />
—No, patrón, ya estamos cerca.<br />
Una lucecilla encendióse de pronto en el aire, pero se apagó<br />
luego. Momentos después percibí el fulgor raudo de otra.<br />
Alternativamente comenzaban a aparecer y desaparecer esos fuegos<br />
alados. Se les veía sobre una flor, sobre una hoja, en la parte más<br />
alta de un árbol. La vista podía apenas seguir sus movimientos y no<br />
acertaba a calcular, dónde volvería a brillar esa lucecilla blanca y fugaz.<br />
A veces confundíanse luminosamente en el aire. El amor en<br />
pleno vuelo resulta sublime. Entre estos coleópteros dícese que la<br />
hembra solamente es luminosa y enciende su lamparilla cuando sé<br />
halla en celo y va así de flor en flor, de hoja en hoja, esperando a su<br />
macho, como las vírgenes del Cantar esperan con las lámparas<br />
encendidas, al esposo.<br />
Los puntos luminosos, iban surgiendo en mil partes, aumentaban<br />
en número y en brillo a medida que la noche descendía.<br />
Subíamos por la rambla. En todo el camino había setos y<br />
empalizadas.<br />
El aire estaba deliciosamente perfumado. Las luciérnagas<br />
continuaban surgiendo. Algunas de luz fija atravesaban lentamente la<br />
floresta semejante a pétalos de azahar que se quemaran en el aire,<br />
desprendidos de naranjos incendiados.<br />
De pronto distinguí la casa pintada de blanco, un gran rosal en la<br />
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