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LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional

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<strong>LA</strong> <strong>CANDIDATURA</strong> <strong>DE</strong> <strong>ROJAS</strong><br />

pasarse la mano por la tersa calva, luego de quitarse el birrete de<br />

terciopelo bordado de oro —lo que sólo hacía en las grandes<br />

ocasiones— díjome, que era preciso procurar ver a mi padrino de<br />

bautismo, D. Manuel María Menéndez, viejo abogado, al Ministro de<br />

Gobierno, a fin de solicitar el apoyo oficial del mismo, y finalmente,<br />

de ser indispensable, al Presidente de la República.<br />

———0———<br />

D. Manuel María Menéndez, hojeaba un voluminoso expediente,<br />

cuando entré en su despacho.<br />

Levantóse, sonrió con la amable sonrisa con que siempre acogía<br />

mis visitas y me ofreció un asiento. Manifestéle la carta de mi tío y le<br />

pedí un consejo.<br />

D. Manuel se puso a pasear en su bufete de extremo a extremo y<br />

antes de responderme, echó al aire tres o cuatro bocanadas de<br />

humo.<br />

—-Ser diputado, —me dijo—, ser diputado a tu edad parece una gran<br />

cosa, pero no lo es. Yo hubiera preferido que practicases un poco en<br />

este bufete, porque lo que indudablemente sucederá es que,<br />

ocupado en política y otras tonterías, nunca serás un jurisconsulto.<br />

Ya sé que mi manera de pensar ha de parecerte rara. Tu padre se<br />

alarmará con mis opiniones, pero a trueque de parecer poco práctico,<br />

me mantengo en ellas.<br />

¡La política! Conozco mucho a esa señora, o mejor dicho, a esa<br />

mujer pública, veleidosa como la que más, cuyos favores se pagan,<br />

lo mismo que los de las otras, con dinero. ¡La política!<br />

El revuelto mar de la política ha absorbido estérilmente los<br />

mejores años de mi juventud. Como tú también, tuve gran<br />

entusiasmo para ser diputado en el Congreso de 1861, que eligió<br />

presidente provisorio de Bolivia al general Achá. La dictadura de<br />

Linares, un buen gobierno, cuyos méritos se justificaban, unida a las<br />

ideas de un liberalismo exagerado, que entonces reinaban entre mis<br />

compañeros de estudios y entre la juventud en general, llenaron mi<br />

cabeza de humo. Te juro que pronuncié brillantes discursos. Parecía<br />

yo en aquella época un girondino hasta por la indumentaria, por el<br />

cabello largo y por la ausencia de bigote. Era enamorado, poeta y<br />

orador. Tenía apoyos y fortuna, así que nada me faltaba para<br />

desempeñar un bonito papel en los Congresos. Asistí a los de 1863 y<br />

1864 y todo lo que saqué en limpio, cuando Melgarejo se apoderó del<br />

poder, fue ser desterrado por mis ideas revolucionarias, que puse en<br />

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