LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional
LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional
LA CANDIDATURA DE ROJAS - Archivo y Biblioteca Nacional
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>LA</strong> <strong>CANDIDATURA</strong> <strong>DE</strong> <strong>ROJAS</strong><br />
piedras los herrados cascos de las bestias y entre resbalón y<br />
resbalón y descanso y descanso, porque para que el animal camine<br />
allí de prisa, no son suficientes ni el látigo ni las espuelas, se va<br />
descubriendo nuevas casas asimétricas con ventanas diminutas y<br />
puertas enanas, sin orden y sin gusto, que lo mismo se alzan sobre<br />
una escalera de piedras en bruto, que se abren a medio metro bajo el<br />
nivel del suelo. Los balcones a veces dan a un corredorcillo estrecho,<br />
débilmente sostenido por vigas desnudas que se apolillan o se<br />
pudren y otros lucen balaustres toscos en la testera de ventanas<br />
afaroladas, a las que les faltan la mitad de los vidrios, estando la otra<br />
mitad poco menos que opacos por la suciedad y las huellas de<br />
enjambres innúmeros de moscas.<br />
Al ruido de las pisadas de las acémilas comienzan a asomar<br />
caras curiosas, generalmente mujeres pálidas y mal peinadas y<br />
hombres bigotudos con el sombrero doblado sobre la oreja. Puéblase<br />
en un momento la calle de vecinos, y lo que en cualquier parte sería<br />
una cosa ordinaria, se convierte allí en acontecimiento; muy<br />
afortunado ha de ser el viajero, si no escucha frases zumbonas y<br />
alguna que otra vez, silbidos.<br />
Aquel servir de espectáculo público no es agradable. Cuéntase<br />
de un francés a quien el azar llevó a ese riñón del mundo y que<br />
impaciente por esa curiosidad socarrona y fastidiado de que lo<br />
mirasen como a un ente ridículo, así como de que el animal<br />
extenuado por el largo camino no pudiera caminar de prisa,<br />
prorrumpió en una exclamación y enarbolando la luenga rienda con<br />
que fustigaba a la bestia, comenzó á sacudir latigazos a diestra y<br />
siniestra, con lo cual se armó poco menos que una corrida de toros,<br />
con cierre de puertas, porrazos, silbidos y palmadas.<br />
Vencida la dificultad de la pendientísima calle de entrada,<br />
desembocamos en otra larga y relativamente ancha con algunas<br />
casas de dos pisos pintadas al óleo. Multitud de gallos atados a las<br />
puertas de las tiendas, ensayaban posturas y cantaban el reducido<br />
número de variaciones de su leit motiv gallístico.<br />
Algunos chiquillos jugaban a los toros sobre la vereda de la casa<br />
municipal, en uno de cuyos balcones veíase un escudo boliviano<br />
bastante venido a menos por la acción de los años. Al lado mismo,<br />
un gran letrero, poco legible por hallarse pintado de rojo y con<br />
caracteres góticos, indicaba la sub. Administración de Correos. Mas<br />
allá, dos puertas con rejillas, de cuyo interior exhalábanse<br />
nauseabundos miasmas, daban a conocer la cárcel al viajero.<br />
La calle de Catacora, desembocaba en la plaza, cuadrilongo<br />
36