SANTES CREUS - Tinet

LUIS NAVARRO MIRALLES
Reus multiplico por siete el número de habitantes, de unos dos mil pasó a casi
quince mil. Y pudo sostenerlos e incluso aumentar esas cifras.
Sin embargo, el crecimiento de las tres ciudades —Tarragona, Valls y Reus—
no produjo un desierto humano a su alrededor, al contrario. Villas como Riudoms,
Cambrils, l'Alforja, l'Aleixar, Riudecanyes, la Selva, Alcover, etc, duplicaran su
población, incluso pequenas localidades como l'Arbocet, Argentera, la Febró, etc,
que no alcanzaban el centenar de personas, también multiplicaran el número de
habitantes. El Camp de Tarragona constituïa un territorio henchido de gentes. La
proyección de su agricultura y su comercialización, mas el regreso de los beneficiós
en forma de alimentos y capitales habían contribuido a este resultado casi milagroso.
El crecimiento se debió, primero, a su pròpia vitalidad, después también a
la inmigración, sobre todo francesa, y al movimiento de población del Camp. Esta,
como se ha dicho, había crecido en los siglos xvi y parte del xvn, con altibajos y
momentos de caídas, pero desde el xvm, al compàs del nuevo panorama agrocomercial,
el crecimiento de la población serà vigoroso. Ya desde los afïos finales
del xvn, con la reforma, en àreas del Camp el régimen demogràfico presentaba
caracteres preindustriales, al caer, espectacularmente, la mortalidad.
El incremento de habitantes y el mantenimiento de esas cifras disparo
también el sector de la construcción y los cambios urbanísticos de las ciudades
y villas. Se creaban las àreas de mercado de Reus y Valls y de la misma Tarragona,
y un comercio interior vertebrarà el Camp en el que Reus, en el xvm, se había
convertido en la segunda ciudad de Catalunya.
No faltaran contratiempos que el monocultivo de la vid podia agravar. Hubo
afïos duros de sèquia, alrededor de mediados del xvm, fluctuaciones de los preciós
del aguardiente y enfermedades, pero con todo, el equilibrio territorial en un
espacio urbanizado supero las crisis, incluso las de signo màs negativo. Este
conjunto de circunstancias, medios y posibilidades, en una comarca natural, como
era la del Camp de Tarragona, trazó una espècie de triàngulo fèrtil, pleno de
villas y vinas, en cuyos vértices se situaban las tres ciudades: Valls, en la parte
alta, Reus en la màs llana y Tarragona en el litoral. Salou, y después Tarragona,
serían la puerta de entrada y salida de estos mercados predispuestos a la
exportación.
LA INFRAESTRUCTURA: LAS COMUNICACIONES
Para alcanzar ese mundo exterior, el Camp de Tarragona disponía de un
elemento esencial para las comunicaciones: el mar; salida natural también del
Penedès, Conca de Barberà y Priorat, ademàs de punto de encuentro con el valle
del Ebro. El Mediterràneo no mantenia la fuerza del pasado pero seguia siendo
la ruta al Levante, una de las puertas hacia Oriente y el enlace con el norte de
Europa por el mar. A estàs tres àreas había que agregar, naturalmente, Amèrica
y el comercio transoceànico. En dirección a estos mercados dirigió el Camp de
Tarragona, y las otras comarcas meridionales catalanas, su comercio de exportación,
y también las importaciones.
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