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LUIS NAVARRO MIRALLES<br />
y por la venta y, ésta, a su vez, podia ser al por mayor y al detall. La plaza de<br />
màxima aportación fiscal era Reus, seguida de Valls, el otro mercado importante<br />
del aguardiente, a continuación Vila-seca, Riudoms, Constantí, La Selva, Cambrils,<br />
etc. Reus, a finales del xvm, poseía el mayor número de alambiques de Catalunya,<br />
casi un centenar. Si bien las oficinas, o fàbricas de aguardiente, a gran escala<br />
o con unos pocos alambiques, se distribuían por todo el Camp de Tarragona.<br />
El territorio se convertia en un centro productor de primera línea. Con frecuencia<br />
los comerciantes al por mayor reelaboraban lo adquirido con el fin de dotarlo<br />
de mayor cualidad y hacer frente a una demanda màs exigente.<br />
El aguardiente de mayor salida era el prova d'holanda, con una graduación<br />
de unos cincuenta grados, la mitad de la producción correspondía a esta clase.<br />
Un refinado era el llamado prova d'oli; otros tipos de aguardientes complementaban<br />
la diversa gama de productes destilados. Para evitar el fraude y mantener las calidades<br />
se redactaran normas que exigían una fabricación apropiada en graduación,<br />
color y gusto. Algo así como una predenominación de origen.<br />
Esta actividad impulso una indústria complementaria. En las exportaciones<br />
de aguardientes y vinos no se solia devolver los envases, en consecuencia tuvieron<br />
que multiplicar su producción. La madera no era un articulo que abundarà, se<br />
importaban las duelas, las arqueadas costillas con las que se construye el barril,<br />
al mismo tiempo que se organizaba un comercio muy activo de compra-venta<br />
de envases usados y aumentaba la fabricación y reparación de los mismos. Los<br />
gremios de boters en las zonas vinícolas eran de los màs poderosos —Reus<br />
agremiaba a unos 350 maestros.<br />
El Almanake Mercantil de 1802, una guia del comerciante, afirmaba que<br />
por el puerto de Salou entraran, y dice textualmente: "unos anos con otros de<br />
sesenta mil a ochenta mil canas de madera para el abasto del gremio de toneleros<br />
de la vila de Reus". En estàs partidas oficiales no se incluían otras menores, pero<br />
frecuentes, que llegaran al Camp de Tarragona a lo largo de la costa. En 1783<br />
Reus ya tenia casi doscientos mestres boters y casi un centenar de aprendices que<br />
podían poner en el mercado unas doce mil pipas y treinta mil barriles. Se había<br />
desarrollado una relevante actividad alrededor del aguardiente. Sobre esta indústria<br />
también se emitió una sèrie de normas sobre las características de los envases,<br />
un reglamento que garantizara la conservación del aguardiente y mantuviera sus<br />
cualidades hasta llegar a sus lejanos destinos. A pesar de estos reglamentes, en<br />
numerosas ocasiones, la comercialización del aguardiente acabó cayendo en la<br />
especulación, incluso en un peligroso fraude.<br />
Por otra parte, los viajes comerciales eran de ida y vuelta, es decir, salida<br />
de productes y desembarco de alimentos y material que no se podían producir<br />
totalmente o en cantidad suficiente; màs los beneficiós obtenidos en forma de<br />
capitales que impulsaran futuras inversiones, mejoras en el campo, urbanas, y<br />
singularmente en manufacturas. De este modo, el comercio marítimo adquirió<br />
efectes multiplicadores para la economia de Catalunya, en general, y para el Camp<br />
de Tarragona, en particular. Hacia Amèrica tenderà, màs bien, el comercio de manufacturas,<br />
quincallería, zapatos, pafiuelos, jabones, etc. Este cúmulo de posibilidades<br />
60 <strong>SANTES</strong> <strong>CREUS</strong> (2002) 51-66