Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books
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UROS granos y esperar que se operara el misterioso proceso<br />
de la germinación. La imaginación más potente y<br />
viva, la más rica en matices, la más perfecta, apenas si<br />
podría dar de ello un pálido reflejo.<br />
Pero, si meditamos un poco, veremos en el acto que<br />
en el fondo de todas nuestras coaquistas y afanes, late<br />
e! propósito de asegurarnos el alimento cotidiano, garantía<br />
única de nuestra conservación. Lo hemos aceptado y<br />
lo aceptamos todo, a cambio de que se »os deje ocupar<br />
«na yacija y devorar un mendrugo. Todo nuestro progreso,<br />
todo lo que hasta el presente hemos creado y<br />
cuanto crearemos en el porvenir, no obedece a otros móviles<br />
que a la necesidad de aplacar el hambre a cambio<br />
del menor esfuerzo posible. Dad al hombre facilidades<br />
para vivir y pedidle a cambio lo que queráis. Haréis de<br />
él, si os place, un héroe o un santo, un granuja o un<br />
sec perfecto, un verdugo o una víctima. ¡ Qué alturas no<br />
escalaremos y a qué abismos no descenderemos impulsados<br />
por la necesidad de hacernos y conservar un puesto<br />
en la vida ! El ser humano, la Historia lo dice, puede<br />
soportarlo todo siempre que no le falte el parco yantar<br />
que para subsistir necesita.<br />
Lo trágico de nuestra época turbulenta, terrible y a la<br />
vez magnífica, estriba precisamente en que nuestros desdichados<br />
sistemas económicos condenan al hambre sin<br />
esperanza a millones de criaturas.<br />
No faltan posibilidades. Organizando las cosas con<br />
un elemental buen sentido, haríamos de la tierra un paraíso.<br />
Con la renta acumulada del trabajo de innúmeras<br />
generaciones traducida en el caudal de conocimientos<br />
y de aplicaciones prácticas que utilizamos hoy, casi no<br />
es necesario el esfuerzo humano para que vivamos todos<br />
superando en la realidad los ensueños más atrevidos de<br />
los más generoso* reformadores. Sólo falta una organización<br />
inteligente que no lesione el derecho de los más<br />
en beneficio de los menos. Los mismos privilegiados, si<br />
fueran capaces de comprender la grandeza de la nueva<br />
sociedad cuya aurora esplendorosa se anuncia entre las<br />
brumas de la confusión producida por tantos intereses<br />
opuestos, verían con claridad que ni siquiera su posisión<br />
de mimados de la Fortuna es más codiciable, ni<br />
siquiera tanto, como el nuevo estado de cosas que la ley<br />
de la necesidad, o si se quiere, el grado de evolución<br />
de las sociedades humanas, nos impone el deber de<br />
ensayar.<br />
Lo maravilloso es que haya todavía quienes no comprendan<br />
e«to. En el porvenir, cuando las nuevas generaciones<br />
educadas en una sociedad justa pretendan representarse<br />
nuestra época, no lograrán comprenderla.<br />
¿Cómo la gente se muere de hambre existiendo tantas<br />
posibilidades para nadar en la abundancia? ¿Cómo los<br />
hambrientos, deseando trabajar para ganarse lo necesario<br />
para vivir, perecen en la ociosidad forzosa? ¿Cómo<br />
se destruyen los artículos alimenticios mientras millones<br />
de desheredados sucumben de inanición? Esta insensatez,<br />
esta crueldad fría y esta cobardía inaudita, no<br />
pueden caber en la cabeza de los felices mortales que<br />
alcancen a vivir en el futuro que preconizamos. Porque<br />
¿cómo han de admitir que el interés capitalista, es decir,<br />
el interés de una ínfima parte de la Humanidad, se<br />
anteponga a los intereses generales de la raza y cómo<br />
aceptar que la mayoría tolere tan enorme iniquidad?<br />
© faximil edicions digitals 2006<br />
Y es así, sm embargo. Y así seiá «a tasto conservamos<br />
el sistema capitalista. Dentro de ¿\ «o hay soluciea<br />
para el angustioso problema. O se destruye ese sistema,<br />
o la Humanidad se aniquila. No hay otro dilema.<br />
Para ayudar al lector a formarse ana idea sobre esto,<br />
vamos a permitirnos dar algunos datos y cifras harto<br />
elocuentes.<br />
«Durante la guerra mundial, 63 millones de trabajadores<br />
fueron sacados del campo de la producción para<br />
los campos de batalla. Era necesaria la labor de tres<br />
obreros en las industrias para sostener a los soldados en<br />
los frentes abastecidos de armas, ametralladoras, bombas,<br />
aeroplanos, gases asfixiantes y todos los productos<br />
de la labor humana que fueron en tan vasta escala consumidos.<br />
También debemos tomar en consideración la<br />
enormidad de productos que fueron destruidos durante<br />
el tiempo de la guerra. En los Estados Unidos solamente<br />
millones de obreros se empleaban en la construcción de<br />
barcos de madera, fábricas de municiones que nunca<br />
hicieron municiones y aeroplanos, aunque al terminar la<br />
guerra los Estados Unidos sólo tenían dos aeroplanos<br />
de combate en el frente, de fabricación americana.<br />
»Debe tenerse en cuenta que no estamos tratando del<br />
costo de la guerra, el cual trae tambaleándose a las naciones<br />
al presente, sino del costo de la producción, al<br />
que no se ha podido escapar, porque los productos del<br />
trabajo humano tienen que ser producidos antes que puedan<br />
ser consumidos.<br />
uLas cifras que llevamos dadas nos demuestran que<br />
unos 157 millones de trabajadores del mundo fueros<br />
sacados de la producción normal del tiempo de paz y<br />
mandados a los frentes o empleados en las industrias<br />
de guerra. Y sin embargo, estando estos 157 millones de<br />
obreros fuera del trabajo de los tiempos de paz desocupados,<br />
por lo que a la producción atañe, ano podrá<br />
pensar que el resto de los trabajadores estaba trabajando<br />
a toda capacidad, que todos los obreros tendrían<br />
trabajo, especialmente si consideramos que mientras duró<br />
la guerra se logró rebajar la jornada de trabajo en muchas<br />
industrias. Mas encontramos que existía la desocupación<br />
; que aunque 157 millones de trabajadores<br />
habían sido arrancados de sus ocupaciones diarias, todavía<br />
quedaban otros millones que vagaban porque tío<br />
tenían trabajo» (1).<br />
Esta cita, avalada por el interesante informe que<br />
acerca de la desocupación en la postguerra presentó el<br />
secretario del Trabajo en los Estados Unidos, Mr. Davis,<br />
es de una elocuencia aterradora, máxime si se<br />
reflexiona que esos 157 millones de trabajadores innecesarios,<br />
con sus respectivas familias, representan más<br />
de la tercera parte de la población actual del mundo.<br />
Esto es, que 785 millones de criaturas humanas se hallan<br />
condenadas a morir de hambre porque así conviene<br />
al interés de una clase que vive chupando el jugo vital<br />
de los laboriosos. Esto ¿olo bastaría para condenar a<br />
un régimen. La monstruosidad que ello significa legitima<br />
y hace santas todas las explosiones del descontento de<br />
que tan próvida se muestra nuestra época.<br />
(1) Véase La desocupación y la maquinaria, de<br />
J. A. Mac Donald.