07.05.2013 Views

Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

Estudios Revista Ecléctica. Número 113 - Christie Books

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

UROS granos y esperar que se operara el misterioso proceso<br />

de la germinación. La imaginación más potente y<br />

viva, la más rica en matices, la más perfecta, apenas si<br />

podría dar de ello un pálido reflejo.<br />

Pero, si meditamos un poco, veremos en el acto que<br />

en el fondo de todas nuestras coaquistas y afanes, late<br />

e! propósito de asegurarnos el alimento cotidiano, garantía<br />

única de nuestra conservación. Lo hemos aceptado y<br />

lo aceptamos todo, a cambio de que se »os deje ocupar<br />

«na yacija y devorar un mendrugo. Todo nuestro progreso,<br />

todo lo que hasta el presente hemos creado y<br />

cuanto crearemos en el porvenir, no obedece a otros móviles<br />

que a la necesidad de aplacar el hambre a cambio<br />

del menor esfuerzo posible. Dad al hombre facilidades<br />

para vivir y pedidle a cambio lo que queráis. Haréis de<br />

él, si os place, un héroe o un santo, un granuja o un<br />

sec perfecto, un verdugo o una víctima. ¡ Qué alturas no<br />

escalaremos y a qué abismos no descenderemos impulsados<br />

por la necesidad de hacernos y conservar un puesto<br />

en la vida ! El ser humano, la Historia lo dice, puede<br />

soportarlo todo siempre que no le falte el parco yantar<br />

que para subsistir necesita.<br />

Lo trágico de nuestra época turbulenta, terrible y a la<br />

vez magnífica, estriba precisamente en que nuestros desdichados<br />

sistemas económicos condenan al hambre sin<br />

esperanza a millones de criaturas.<br />

No faltan posibilidades. Organizando las cosas con<br />

un elemental buen sentido, haríamos de la tierra un paraíso.<br />

Con la renta acumulada del trabajo de innúmeras<br />

generaciones traducida en el caudal de conocimientos<br />

y de aplicaciones prácticas que utilizamos hoy, casi no<br />

es necesario el esfuerzo humano para que vivamos todos<br />

superando en la realidad los ensueños más atrevidos de<br />

los más generoso* reformadores. Sólo falta una organización<br />

inteligente que no lesione el derecho de los más<br />

en beneficio de los menos. Los mismos privilegiados, si<br />

fueran capaces de comprender la grandeza de la nueva<br />

sociedad cuya aurora esplendorosa se anuncia entre las<br />

brumas de la confusión producida por tantos intereses<br />

opuestos, verían con claridad que ni siquiera su posisión<br />

de mimados de la Fortuna es más codiciable, ni<br />

siquiera tanto, como el nuevo estado de cosas que la ley<br />

de la necesidad, o si se quiere, el grado de evolución<br />

de las sociedades humanas, nos impone el deber de<br />

ensayar.<br />

Lo maravilloso es que haya todavía quienes no comprendan<br />

e«to. En el porvenir, cuando las nuevas generaciones<br />

educadas en una sociedad justa pretendan representarse<br />

nuestra época, no lograrán comprenderla.<br />

¿Cómo la gente se muere de hambre existiendo tantas<br />

posibilidades para nadar en la abundancia? ¿Cómo los<br />

hambrientos, deseando trabajar para ganarse lo necesario<br />

para vivir, perecen en la ociosidad forzosa? ¿Cómo<br />

se destruyen los artículos alimenticios mientras millones<br />

de desheredados sucumben de inanición? Esta insensatez,<br />

esta crueldad fría y esta cobardía inaudita, no<br />

pueden caber en la cabeza de los felices mortales que<br />

alcancen a vivir en el futuro que preconizamos. Porque<br />

¿cómo han de admitir que el interés capitalista, es decir,<br />

el interés de una ínfima parte de la Humanidad, se<br />

anteponga a los intereses generales de la raza y cómo<br />

aceptar que la mayoría tolere tan enorme iniquidad?<br />

© faximil edicions digitals 2006<br />

Y es así, sm embargo. Y así seiá «a tasto conservamos<br />

el sistema capitalista. Dentro de ¿\ «o hay soluciea<br />

para el angustioso problema. O se destruye ese sistema,<br />

o la Humanidad se aniquila. No hay otro dilema.<br />

Para ayudar al lector a formarse ana idea sobre esto,<br />

vamos a permitirnos dar algunos datos y cifras harto<br />

elocuentes.<br />

«Durante la guerra mundial, 63 millones de trabajadores<br />

fueron sacados del campo de la producción para<br />

los campos de batalla. Era necesaria la labor de tres<br />

obreros en las industrias para sostener a los soldados en<br />

los frentes abastecidos de armas, ametralladoras, bombas,<br />

aeroplanos, gases asfixiantes y todos los productos<br />

de la labor humana que fueron en tan vasta escala consumidos.<br />

También debemos tomar en consideración la<br />

enormidad de productos que fueron destruidos durante<br />

el tiempo de la guerra. En los Estados Unidos solamente<br />

millones de obreros se empleaban en la construcción de<br />

barcos de madera, fábricas de municiones que nunca<br />

hicieron municiones y aeroplanos, aunque al terminar la<br />

guerra los Estados Unidos sólo tenían dos aeroplanos<br />

de combate en el frente, de fabricación americana.<br />

»Debe tenerse en cuenta que no estamos tratando del<br />

costo de la guerra, el cual trae tambaleándose a las naciones<br />

al presente, sino del costo de la producción, al<br />

que no se ha podido escapar, porque los productos del<br />

trabajo humano tienen que ser producidos antes que puedan<br />

ser consumidos.<br />

uLas cifras que llevamos dadas nos demuestran que<br />

unos 157 millones de trabajadores del mundo fueros<br />

sacados de la producción normal del tiempo de paz y<br />

mandados a los frentes o empleados en las industrias<br />

de guerra. Y sin embargo, estando estos 157 millones de<br />

obreros fuera del trabajo de los tiempos de paz desocupados,<br />

por lo que a la producción atañe, ano podrá<br />

pensar que el resto de los trabajadores estaba trabajando<br />

a toda capacidad, que todos los obreros tendrían<br />

trabajo, especialmente si consideramos que mientras duró<br />

la guerra se logró rebajar la jornada de trabajo en muchas<br />

industrias. Mas encontramos que existía la desocupación<br />

; que aunque 157 millones de trabajadores<br />

habían sido arrancados de sus ocupaciones diarias, todavía<br />

quedaban otros millones que vagaban porque tío<br />

tenían trabajo» (1).<br />

Esta cita, avalada por el interesante informe que<br />

acerca de la desocupación en la postguerra presentó el<br />

secretario del Trabajo en los Estados Unidos, Mr. Davis,<br />

es de una elocuencia aterradora, máxime si se<br />

reflexiona que esos 157 millones de trabajadores innecesarios,<br />

con sus respectivas familias, representan más<br />

de la tercera parte de la población actual del mundo.<br />

Esto es, que 785 millones de criaturas humanas se hallan<br />

condenadas a morir de hambre porque así conviene<br />

al interés de una clase que vive chupando el jugo vital<br />

de los laboriosos. Esto ¿olo bastaría para condenar a<br />

un régimen. La monstruosidad que ello significa legitima<br />

y hace santas todas las explosiones del descontento de<br />

que tan próvida se muestra nuestra época.<br />

(1) Véase La desocupación y la maquinaria, de<br />

J. A. Mac Donald.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!